Capítulo 26

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DAN

Andrew ha conseguido que podamos entrar a ver a mi padre de uno en uno. Espero junto a Fredek fuera de su habitación.

— Dan,— me dice mi amigo,— quiero que sepas que me tienes aquí para lo que haga falta.

— Lo sé— le digo agradecido.

— Lo digo en serio. A cualquier hora del día, cualquier cosa que necesites, aunque sea la más mínima bobada, allí estaré como tú has estado siempre para mí— me dice serio.

— Gracias, Fredek— pongo la mano en su hombro y se lo aprieto.

La puerta de la habitación se abre y de ella salen mi madre y Andrew.

— ¿Quieres pasar?— me dice Andrew y yo miro lo mal que está mi madre.

— Entra,— me dice Fredek,— yo me quedaré con ella— asiento y sigo a Andrew.

Cuando entro me quedo sin aliento al ver a mi padre, el más fuerte, el más valiente, mi ejemplo a seguir, quien siempre ha estado a mi lado pasase lo que pasase, tendido sobre una cama indefenso. Me he prometido a mí mismo no volver a derramar ni una sola lágrima. Me acerco a él y le beso la frente. Acaricio su fino pelo rubio y pienso en que daría cualquier cosa por que abriese sus ojos y volver a ver ese color casi negro al menos una vez más.

Noto como Andrew pasa un brazo por mi espalda y atrapa mi cintura.

— Se recuperará.

— ¿Cómo lo tienes tan claro?— le pregunto y él ríe.

— Porque soy médico y me dedico a esto— dice y deja un beso en mi mejilla.

Salimos y nos juntamos con Fredek y mi madre. Fredek nos dice que es tarde y nos anima a que volvamos a casa pero ninguno de los dos queremos.

— Andrew, ¿aún no te has marchado?— dice otro médico de unos sesenta años cuando le ve.

— No, tengo a alguien ingresado— le dice y me llena por dentro que note a mi padre como suyo.

— Vaya, lo siento mucho pero deberías irte a descansar llevas más de doce horas aquí y la operación en la que has participado ha sido muy dura— le dice.— Debes de estar reventado.

Por primera vez desde que llegamos al hospital, me fijo en las enormes ojeras que tiene Andrew bajo sus ojos. Me he centrado tanto en mi dolor que no he pesado en él. Seguro que no puede ni con el alma el pobre pero sé que no va a decir nada porque es más bueno que el pan.

— Venga, mamá— digo pasando el brazo por detrás de sus hombros,— vámonos a casa.

— No me quiero ir, yo me quedo con tu padre— me dice angustiada.

— Todos necesitamos descansar y el doctor ya nos ha dicho que mínimo hasta mañana no desperá.

— De todas formas le diré a una de las enfermeras que nos llamen si hay alguna novedad— me apoya Andrew y yo se lo agradezco con la mirada.

Con ayuda de Fredek, conseguimos convencerla para irnos a casa a dormir.

•••

— ¿Cómo estás?— le pregunto saliendo del baño de la habitación de Andrew mientras él se quita la camiseta.

— ¿Eso no debería preguntártelo yo?— me pregunta sonriendo.

— No tienes por qué hacerte el duro conmigo— me acerco y le paso mis brazos por su cuello mientras el me sujeta de la cintura.— Sé que tienes que estar muy cansado.

— Deja de preocuparte por mí— murmura mientras estudia cada rasgo de mi cara.

— Gracias por todo lo que has hecho hoy. No sé qué hubiese hecho si tú no llegas a estar.

— No ha sido para tanto y además seguramente te las hubieses arreglado sin mí— sonríe mirando mis labios.

— En serio, Andrew,— le digo con una sonrisa ladeada y me mira,— no sabes lo que te lo agradezco— digo y le doy un beso.

— No dramatices— rueda sus ojos.— No creas tampoco que esto te ha salido gratis. Me lo cobraré con creces— dice divertido y me aprieta más contra él.

— Cuidado, fiera, espera un minuto a que me lave los dientes— le digo riendo y él se tira literalmente sobre la cama.

— ¡Te esperaré aquí, esclavo!— exclama y yo niego con la cabeza entrando al cuarto de baño.

Un par de minutos es lo que tardo en salir; tiempo suficiente para que Andrew caiga rendido. Le miro dormir apoyado en el quicio de la puerta y sonrío con ternura. Cada día agradezco a la vida por haberme cruzado con él ese día. Camino con cuidado de no hacer ruido y le arropo con las sábanas y el edredón. Beso su frente y revuelvo su pelo con delicadeza.

Me tumbo a su lado y le miro dormir. El movimiento de su pecho al respirar no sé por qué pero me tranquiliza mucho. Miro su cara y parece un niño pequeño. A veces no me gusta que sea tan buena persona. Tengo miedo de que cualquiera le pueda hacer daño. En realidad, si alguien se atreve a tocarle un pelo, no respondería a mis actos. Sé que puedo confiar en él como también sé que él confía en mí. Antes, cuando alguien me hablaba del amor, sentía cierta envidia sana por querer experimentar yo también esa sensación pero nunca me podría haber llegado a imaginar lo que realmente se llegaba a sentir. Le miro y noto como mi corazón crece e inhunda todo mi pecho. Cuando me toca, es la sensación más placentera del mundo; mejor no comentar lo que siento cuando mis dedos entran en contacto con su piel y el reacciona de una manera única, inexplicable. Casi disfruto más cuando veo lo débil que se vuelve ante mi roce.

No sé qué haría sin él; estaría completamente perdido. Es mi otra mitad, la persona que me complementa en todos los sentidos.

Y es todo mío.

•••

Mi teléfono suena temprano y maldigo por haberme despertado. Estiro el brazo para contestar y conseguir que se detenga el infernal sonido de mi polítono.

— ¿Qué pasa, Fredek?— pregunto aclarándome la voz.

— Siento haberte despertado, Dan, sobretodo después de todo lo que ocurrió ayer pero esto es importante.

— ¿Ha ocurrido algo?— digo saliendo de la cama para ir al salón y no despertar a Andrew.

— El Beta de mi padre le ha confirmado que sus sospechas eran reales: hay un topo en la manada.

— ¿Qué? ¿Quién?— pregunto despejándome del todo.

— Aún no lo sabe pero la seguridad se va a multiplicar por mil. Nadie que no sea de la manada podrá entrar y si nosotros queremos salir, tenemos que dar nuestro nombre a un guardia para tener controlados nuestros pasos.

— ¡No puede hacer eso!— alzo la voz sabiendo lo que eso significa.

— Puede,— dice serio,— es el Alfa. Sólo te llamaba para que tengas cuidado, ¿de acuerdo?

— Eh... sí, sí, claro, lo tendré— titubeo sin entender el por qué de su advertencia tan directa.

Se despide y cuelga.

Vuelvo a la cama y Andrew aún no ha despertado. Intento dormir pero me es imposible.

¿A qué venía esa advertencia por parte de Fredek?

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora