Capítulo 46

3.8K 352 10
                                    

DAN

Hoy me he levantado de mejor humor. Me doy cuenta de que anoche hablé de Andrew sin miedo, sintiéndome a gusto y eso me reconforta. Sé que he dado un gran paso y todo se lo debo a Orrel. Cuando me habla, siento que tenemos una conexión especial. Aunque pasemos tiempo sin vernos, cuando nos reencontramos es como si el tiempo no hubiese pasado para nosotros y eso me encanta.

Me sorprendo a mí mismo cuando me doy cuenta de que no puedo parar de pensar en él. En sus ojos, en su sonrisa, en su boca, sus labios...

¡Detente, Daniel!

Salgo a correr. La psicóloga me dijo que el ejercicio me haría bien y al darme cuenta de que todos a mi alrededor se esforzaban para que me recuperase, me propuse a mí mismo que haría todo lo posible para que sus esfuerzos no fueran en vano.

Me gusta correr. Cuando corro tengo la sensación de huir de mis problemas de tal forma que no me puedan alcanzar. Es una sensación de libertad que no sentía desde hacía muchos años atrás.

Vuelvo a casa y me doy una ducha. He quedado para comer con Orrel en un restaurante de la zona. Es más fácil quedar con él que como lo era con Andrew, al ser un hombre lobo de una manada amiga, no tenemos problema alguno en traspasar nuestras fronteras.

Las comparaciones son malas, Dan.

•••

— No entiendo cómo puedes juntarte con este idiota— me dice Chiara.— ¡Tú eres el hombre de mis sueños! Si mi mate hubieses sido tú y no él, seguramente en estos momentos no estaría con Anne— exclama y la citada le da un golpe en el brazo.— ¡Auch!— finge dolor y se frota el brazo.— ¿A caso tú no harías lo mismo?

— ¿Sinceramente?— dice Anne seria.— Pues sí,— se encoge de hombros,— para qué te voy a engañar.

Río ante lo teatreras que son estas dos mujeres. Estamos comiendo con ellas. Nos las hemos encontrado en el restaurante y se han auto invitado a nuestra mesa. Cuando Orrel me las ha presentado, me ha sorprendido saber que Chiara es la mate de Orrel y Anne su novia. Recuerdo que una vez Orrel me comentó que su mate era su mejor amiga pero ahora que les veo juntos me parece algo increíble. Harían una gran pareja si no fuera por sus preferencias sexuales.

— ¡Oh, Diosa Luna!— dice Orrel dramático mirando al cielo.— ¿Por qué, con tu infinita sabiduría, tuviste que emparejarme con esta enana de pelo rosa?

— Pues por eso mismo,— dice Chiara indignada,— porque la Diosa es sabia.

— ¿Sabia?— dice escéptico.— ¿En qué mundo vives? Sólo hay que vernos para darse cuenta de que juntarnos no era una decisión acertada.

— Mira que eres imbécil...— rueda sus ojos.— Si te hubiese juntado con otra mujer que no fuese yo, ¿cómo te hubieras sentido al rechazarla sabiendo que ibas a hundir su vida?

— En eso llevas razón— apoyo a Chiara.

— ¿Y tú, Dan?— me pregunta Anne.— ¿Has encontrado ya a tu mate?

Hace unos días esa pregunta tan inocente me hubiese hundido por completo. Ahora me siento más fuerte.

— Sí,— asiento con una sonrisa triste,— pero falleció hace un tiempo— digo y Chiara se lleva una mano a su boca.

— Y-yo... lo siento muchísimo, Dan,— se disculpa Anne apurada,— de haberlo sabido nunca lo hubiese mencionado.

— Tranquila— le sonrío con cariño.— No te preocupes. Antes me resultaba muy duro hablar de él pero ahora,— miro de reojo a Orrel y éste me regala una sonrisa,— ahora es diferente.

— Debía de ser alguien maravilloso— dice Chiara y yo asiento.

— Lo fue

Seguimos hablando se forma animada durante una media hora más hasta que Anne dice que debe volver al trabajo y nos despedimos.

Orrel me invita a su casa y yo acepto sin pensármelo .

— ¿Quieres tomar algo?— me pregunta y yo niego.

Nos sentamos en su sofá y Orrel comienza a hablarme sobre su trabajo como Beta de su manada, del cual poco sabía. Yo le comento que volveré a retomar mis estudios y él me felicita de forma sincera.

No sé en qué momento Orrel colocar su mano sobre mi antebrazo y lo acaricia de forma distraída. Yo me relajo y disfruto de su contacto. Al ver Orrel que no me aparto de él, se acerca un poco más a mí, sube su mano lentamente por mi brazo y coloca su otra mano libre sobre mi rodilla. Mi pulso se acelera y mi respiración se entrecorta. Él se acerca a mí y comienza a dejar suaves besos en mi cuello haciendo que mi piel se ponga de gallina. Sube su boca hasta llegar al lóbulo de mi oreja y tira de él haciendo que me estremezca. Él suelta un suave gruñido y va subiendo poco a poco la mano que tiene sobre mi rodilla. Vuelve a atacar mi cuello. Yo respiro hondo y enredo mi mano derecha en su oscuro cabello, apretándole más junto a mí.

— Me encantas— murmura Orrel entre beso haciendo que mi temperatura suba al instante.

Mis instintos animales toman el control de la situación y levanto su cabeza para besar sus labios. Al comienzo, un suave beso pero no tardamos en convertirlo en un choque violento de nuestras bocas.

Me siento en el paraíso. No había tenido esta sensación desde que estaba con...

Me separo de Orrel de forma brusca y le miro con la boca entreabierta.

— Lo siento, no... no puedo hacerlo— me levanto rápidamente del sofá y cojo mi chaqueta para ponérmela con torpeza.

— ¡Espera!— reacciona Orrel, el cual se había quedado estático en el sofá, poniéndose de pie.— No es necesario que te vayas.

Todo iba tan bien, ¡joder! Me sentía muy a gusto con él pero simplemente no puedo.

— Orrel,— digo haciendo un gran esfuerzo por retener mis lágrimas,— yo no te puedo dar lo que tú quieres.

— ¿Y qué es lo que yo quiero?— dice poniéndose él también nervioso.

— Te mereces a alguien que te pueda ser correspondido y yo... Simplemente no soy capaz en estos momentos— intento ser lo más sincero que puedo.

— Yo no tengo prisa, Dan— me habla en un tono de voz bajo, como si no quisiera espantarme.— Soy una persona impaciente e impulsiva, pero por ti puedo esperar el tiempo que haga falta— me sorprendo al ver como su cara está teñido por un gesto de tristeza.— Sólo, no te vayas de mi lado, por favor, no otra vez— me dice y no sé qué responderle ya que su reacción me ha pillado de improvisto.

Mi teléfono suena.

¡Salvado por la campaña!

Lo miro y en la pantalla pone el nombre de Fredek.

— ¿Ocurre algo?— pregunto.

— Es Aeryn,— me dice con su respiración agitada,— se ha puesto de parto.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora