Capítulo 13

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ANDREW

Cuando nos sentamos, la mesa está a rebosar de comida.

— No sabía lo que te gustaría, así que te he preparado un poco de todo— le explica mi madre.— No te esperes gran cosa, ¡es la primera vez en siglos que cocino!— dice riendo.

— Espere, ¿todo esto es sólo para mí?— dice Dan sorprendido.

— Sí... Es que, bueno, nunca ha venido a casa un hombre lobo, así que no sabía las cantidades necesarias y no quería que te quedases con hambre— dice mi madre excusándose.

Yo pongo mi mano en la frente avergonzado pero de reojo veo a Dan sonriendo con ternura.

— Es perfecto,— la dice,— seguro que todo está fantástico.

Empezamos con la cena, que se limita por nuestra parte a líquidos. De vez en cuando miro a Dan comer. Intento no reír al ver el botón de su pantalón desabrochado. Es una barbaridad de comida la que le ha preparado mi madre pero es tan bueno que sé que se lo va a comer todo por no ofenderla.

Suena el teléfono de mi padre y se disculpa para dejar la mesa y contestar.

— Bueno,— dice mi madre emocionada levantándose.— Iré a por el postre— dice y veo el horror en la cara de Dan.

Mi madre se marcha a la cocina y Dan me mira desesperado.

— Por favor, ayúdame— dice tendiéndome su plato.

— Cariño, no tienes por qué comer más si no quieres— le digo divertido.— Además, mi madre nunca cocina, por lo que debe de saber todo espantoso.

— He probado cosas mejores...— murmura.

— ¡Aquí está!— entra mi madre con una tarta.— Espero que te guste. ¿Qué tal estaba todo?

— Exquisito— miente Dan y yo niego disimuladamente con la cabeza divertido.

Mi padre vuelve de su despacho y se une a nosotros de nuevo.

Dan iba por la mitad de la tarta. Me fijo en que en su frente hay pequeñas gotas de sudor por lo que decido echarle una mano.

— Oye, Dan, ¿por qué no le llevamos eso que queda a tu padre?— le digo y él me mira como si le hubiese hecho el favor más grande de su vida.

— ¡Es una idea genial!— dice y no puedo evitar reír.

— ¿Cuándo conoceremos a tu familia?— pregunta mi madre con toda su buena intención y Dan se tensa.

— Es algo... difícil— dice buscando las palabras adecuadas.— Mi madre y mi hermana viven en Irlanda y mi padre... Bueno, el tiene mucho trabajo siempre y es difícil pillarle en casa— dice haciendo una mueca.

— Vaya,— dice mi madre apenada,— pues si algún día tiene un hueco, dile que nos encantaría conocerle.

— Lo haré. Si me disculpan,— dice poniéndose en pie,— necesito usar el baño.

— Segunda puerta a la derecha— le digo señalándole el pasillo.

Él asiente y se va por donde le he indicado.

— Sed sinceros,— les digo cuando Dan ya no puede alcanzar a oírnos,— ¿qué os parece?

— A mí me parece un chico maravilloso— dice mi madre y yo sonrío feliz.

Mi padre no ha hablado mucho durante la cena y temo que sólo haya estado siendo cortés por educación.

— ¿Papá?— le pregunto nervioso.

— Andrew,— me dice serio y yo me tenso,— si alguien es capaz de comerse tal cantidad de comida que además, me apuesto lo que sea a que estaba horrorosa, sólo por caernos bien y hacerte feliz, creo que ese alguien es merecedor de estar con mi hijo— me dice y yo le sonrío con cariño.

— Gracias, papá— le digo realmente agradecido.

— Eso de que la comida estaba horrorosa creo que sobraba...— murmura mi madre enfadada y yo suelto una carcajada mientras que mi padre la da un beso con amor en la mejilla.

•••

Después de haber pasado una gran noche con Dan, a la mañana siguiente me despierto entre sus brazos. Necesito ir urgentemente al baño pero me es imposible ya que mi lobo me tiene aprisionado como si no hubiera un mañana.

— Dan, tengo que ir al baño— susurro.

— Usa el orinal...— murmura somnoliento.

— No seas asqueroso— le digo y él gruñe pero me deja ir.

Cuando vuelvo a la habitación, salto sobre él despertándolo de golpe.

— ¡Buenos días, amor!— digo besándole.

— Estás loco— dice tirándome a un lado de la cama y se levanta para entrar en la ducha.

Voy a la cocina y preparo el desayuno. Dan viene cuando termina, me abraza por la espalda y aprovecha para dar un mordisco a mi tostada.

— ¿Crees que les caí bien a tus padres?— pregunta temeroso.

— Les encantaste— le digo orgulloso y él da un suspiro de alivio.

— Eso espero— murmura.

De pronto, su teléfono suena.

— Dime, Mila— responde cansado y al escuchar ese nombre me tenso en el acto.— No, hoy no puedo quedar— ni hoy ni nunca; es mi hombre, sólo mío.— He estado ocupado estos días— resopla.— De acuerdo, te voy a buscar cuando salga del taller— abro los ojos con sorpresa.

No creo que se haya atrevido a quedar con esa arpía y encima en mi presencia.

— De acuerdo, un beso— dice y cuelga dejando su teléfono sobre la encimera.

— Dime que todo esto ha sido una broma y que ahora mismo va a entrar por la puerta principal un presentador de televisión con un ramo de flores— le digo serio.

— Andrew, hemos hablado trescientas veces de ese tema ya— dice poco paciente.

— Y por ello, tienes derecho a quedar con una mujer mientras estás conmigo.

— ¿Es que no hay ni un solo día que podamos pasar sin discutir?— dice alzando la voz.

— No te hagas la víctima porque esta vez tú y sólo tú tienes la culpa— le digo furioso.

— Claro, tengo la culpa de no querer que nos descubran y nos corten la cabeza por ello— dice Dan a la defensiva.— Si Rustam se enterase de que entre sus filas hay un marica, ¿qué crees que haría?

Rustam es el rey absoluto de todos los vampiros del planeta y tengo la gran mala suerte de convivir en la misma ciudad que él. Es más, para ganarme un dinero extra cuando empecé la Universidad, cuidaba a su sobrino de vez en cuando. A veces me daba algo de miedo ya que para ser tan pequeño era muy reservado pero también era fácil darse cuenta de que tenía un gran corazón; lo demostraba cuando veía a parecer a Rustam por la puerta de casa y la mirada del crío se llenaba de amor por su figura paterna.

— Los vampiros somos libres de explorar nuestra sexualidad, no como los lobos, que son una panda de homófobos— le digo sacándole de quicio.

— Mide tus palabras— me ordena.

— ¿Pues sabes qué? ¡Que no me da la gana hacerlo! Ale, ya lo he dicho— me cruzo de brazos.

— Me voy— dice poniéndose su chaqueta.

— ¿Qué?— pregunto frunciendo el ceño.— ¿A dónde te crees que vas?

— A donde me dé la gana— dice haciendo una burda imitación de mi voz.

Abre la puerta y se marcha, no sin antes dar un portazo que hace tambalear un cuadro que hay en la entrada.

Muy bien, Dan, di que sí, tú no respires y enfádate, que es lo único que sabes hacer.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora