Capítulo 49

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DAN

— ¡Date prisa!— me apremia Orrel.

— ¿No podíamos haber ido por un lugar menos rústico?— me quejo mientras aparto unas ramas que han azotado mi cara.

— ¿Y tú te haces llamar lobo?— se burla mientras camina delante de mí.

— Me gustan los bosques pero esto es demasiado. Lo que pasa es que tú eres más de pueblo que las amapolas— murmuro.

— Deja de quejarte, pesado.

Llevamos caminando por el bosque frondoso más de una hora. Si hubiésemos podido transformarnos, no me importaría, pero los árboles están tan juntos que nos sería imposible pasar entre ellos. Cuando Orrel me dijo que me llevaría a un lugar especial, no me esperaba esto precisamente.

— Ya estamos llegando.

— ¡Por fin!— alzo mi cabeza y no puedo ocultar la sorpresa en mi rostro.

Nunca había estado en este sitio y ahora puedo ver que ha merecido la pena todo el tiempo que hemos tardado en llegar hasta aquí.

— Esto es...— murmuro atónito.

— Alucinante— termina Orrel la frase por mí.

Ante nosotros tenemos toda su manada y a lo lejos podemos ver el bosque de las hadas, que por la noche se ilumina como si millones de luciérnagas volasen entre sus árboles.

— Mira a la izquierda— agudizo mi visión y creo distinguir un poblado.

— ¿Qué es?

— ¿No lo ves?— frunzo el ceño y achino los ojos para intentar ver mejor.

De pronto abro mis ojos con sorpresa.

— ¡Es el castillo del rey de los vampiros!— exclamo sin poder creérmelo.

— Desde aquí se divisan decenas de lugares— me explica Orrel emocionado.— Mi abuelo me lo enseñó cuando era muy pequeño y me hizo prometer que guardaría el secreto. Muy poca gente sabe de la existencia de este lugar— extiende una manta en el suelo y ambos nos sentamos.

— Me lo puedo creer.

El lugar es pequeño, mucho. Ojas secas y ramas caídas lo adornan pero las vistas son increíbles.

— ¿Te gusta?— me pregunta.

— ¿Estás de broma? ¡Nunca había visto nada tan hermoso!— digo riendo.

— Yo sí— murmura y cuando le miro veo que el tiene su vista fija en mí.

— ¿Estás intentando ligar conmigo?— alzo una ceja divertido.

— ¿Acaso no había dejado claro eso hace tiempo?— ríe y besa mi mejilla.

Orrel se apoya en sus codos y se tumba mirando hacia el cielo. Cielo que seguramente sería increíble si no estuviese cubierto de nubes oscuras. Yo me siento, doblo mis rodillas y las rodeo con mis brazos. Nos quedamos en silencio. No hablamos; nos limitamos a disfrutar de este momento, uno que quiero recordar para siempre por lo que me dedico a observar con detenimiento cada detalle a mi alrededor.

Volteo un poco mi cabeza para ver a Orrel concentrado, mirando a la nada. Valoro tanto su compañía. No puedo creer lo afortunado que he sido encontrándole. Sus ojos achinados, su cabello moreno siempre despeinado, el color oscuro de sus ojos que cuando les miro provoca que me pierda totalmente en ellos, su risa, su sentido del humor, como está siempre pendiente de mí y su forma de luchar cada vez que tiene oportunidad de robarme un beso...

No me lo pienso dos veces. Me inclino hacia él de forma ágil y le dejo un suave beso en sus labios. Me separo de él con una pequeña sonrisa y me mira sorprendido.

— Gracias por todo, Orrel— le digo de corazón.

— Soy yo quien te tiene que dar las gracias por aparecer en mi vida— me vuelvo a inclinar y le beso, pero esta vez no me detengo hasta profundizar más el beso.— Te quiero— murmura al separarnos y yo no sé qué decir.

Aún no estoy preparado para dar un paso tan grande.

— No tienes por qué decir nada— dice tranquilo, como si hubiera leído una vez más mis pensamientos.— Sólo tenía ganas de decírtelo— asiento sonriendo y le beso de nuevo.

No sé cómo pero termino tumbado sobre él. No pienso, sólo me dejo llevar. Actúo por instinto. Cada vez le beso con más ansias. El sigue mi juego y noto como se controla para permitirme llevar el ritmo, y yo sólo permito que nos separemos para poder respirar. Orrel me vuelve loco. No creía que sería capaz de volver a sentir esto. Aún no sé muy bien lo que es exactamente, pero sí sé que la atracción entre ambos no se puede ocultar.

Me quito la chaqueta para poder moverme con más facilidad. En estos momentos la ropa es nuestro mayor rival. Él mete las manos por dentro de mi jersey, acariciando mi espalda y yo me estremezco con su contacto. Yo hago lo mismo con mi mano, pero en mi caso acaricio su abdomen. Introduzco mi cabeza en su cuello. No puedo creer mi forma de actuar. No me he forzado yo mismo en ningún momento, simplemente todo fluye con naturalidad, como se supone que debería ser.

Orrel rueda con ambos en el suelo hasta situarse sobre mí. Apoya sus codos en el suelo y me mira con intensidad. Yo le miro con deseo. Muerdo involuntariamente mi labio inferior por el deseo de volver a tener su boca unida a la mía. Se acerca lentamente a mí pero se detiene cuando una gota de agua cae en mi frente.

— Oh, oh...— murmura y yo pongo cara de circunstancia.— ¡Corre!— grita y se levanta corriendo cogiendo mi chaqueta del suelo.

Yo agarro la manta y sujeto con mi otra mano la de Orrel para correr entre el bosque.

La lluvia no tarda en empezar a caer con fuerza. Nosotros corremos a toda velocidad mientras soltamos carcajadas de pura felicidad y diversión. De vez en cuando nos chocamos con alguna rama y nos raspamos con ellas pero nada nos detiene. Llueve tanto que parece que nos hemos metido en una piscina con la ropa puesta.

Llegamos al coche de Orrel y nos montamos corriendo. Respiramos con dificultad por el cansancio. Nos miramos y empezamos a reír a carcajadas.

Cuando nos tranquilizamos, Orrel arranca el coche y me acerca hasta mi manada.

— Está lloviendo mucho y parece que no parará— le digo antes de salir.— ¿Estás seguro de que no te quieres quedar a dormir conmigo?

— ¡No me tortures más, por favor!— gruñe dejando caer su cabeza sobre el respaldo de su asiento y cierra sus ojos con rabia.— Mañana tengo que tratar un asunto importante en mi manada. Desventajas de ser el Beta.

Me acerco a él y le vuelvo a besar pillándole por sorpresa pero no tarda en reaccionar a mi beso.

— No tan rápido, amigo— me río apartándole de mí.— Te tengo que dejar con las ganas para que quieras más— le guiño un ojo y salgo corriendo del coche hasta que llego al portal de mi casa.

ORREL

Me quedo atónito mirando la puerta cerrada. Distingo como Dan se despide de mí con la mano desde su portal a través de la ventanilla llena de gotas de lluvia. Cuando me doy cuenta de lo que acaba de pasar, río negando con la cabeza y vuelvo a arrancar el coche para dirigirme de nuevo a mi manada.

Desde que descubrí quien era mi mate y ambos nos rechazamos mutuamente, me pregunté si algún día llegaría a enamorarme sin necesitar un vínculo como el que te regala la Diosa Luna. He estado con muchos hombres pero ahora tengo la respuesta a mi pregunta: sí, me he enamorado de ti, Dan Vólkov. No sé cómo a sucedido pero así es. Es tan perfecto que a veces me asusta, por eso cuando algo no le sale como él quería, no puedo evitar reírme, disfrutando al ver lo natural y "humano" que es. Todo en él me llena de una forma inigualable. Lo que siento cuando estoy junto a él es... No tengo palabras para definirlo.

Llego a mi manada y callejeo con el fin de llegar cuanto antes a mi casa. Estoy deseando quitarme esta ropa húmeda y darme una ducha. Cuando el semáforo se pone en verde, acelero y giro la esquina de mi calle cuando siento un fuerte impacto que hace que mi cabeza vaya hacia delante y rebote con el asiento.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora