Capítulo 20

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No creo que mi papá esté muy feliz. Cuando la charla con Mario terminó todo el ambiente se volvió tenso. Mi mamá tenía lágrimas en los ojos y podía ver que estaba asustada, no solo por mí, sino también por toda la familia. No lograba descifrar qué sentía papá pero parecía furioso. Mis padres me llevaron a otra habitación para hablar y podía ver el miedo en ellos, sin duda yo también lo estaba. Pero todo estaba mezclado con una especie de felicidad por ver a Mario y Gaby de nuevo. Mi mamá me abraza durante varios minutos y papá estaba con los ojos rojos. Intento consolarlos también pero todo lo que digo suena banal y tonto. Les pido a mi padres que Gaby y Mario puedan quedarse y no están muy seguros, pero lo hacen. Me doy un tiempo para contarles todo lo que antes les oculté. Todo lo que ellos hicieron por mí cuando estuvimos escondidos. En la noche nos sentamos a comer todos juntos, creo que la sonrisa me parte la cara en dos. Pero estoy feliz. Estamos juntos y se siente maravilloso.
La pequeña hija de Mario y Gaby es absolutamente adorable. Se llama Maggie, y desde que ha despertado no ha dejado de hablar. Ha tomado un cariño especial hacia Jasmine que está encantada. Les cuento a Mario y Gaby que mi cumpleaños es en dos días y están encantados. Nunca pudimos celebrar ninguno. Cuando llega la hora de dormir Lucas y Jasmine están sentados en mi habitación.
- Estamos preocupados- dice Jasmine
- ¿Por qué ?- pregunto sentándome junto a ellos en el suelo.
- ¿Vas a irte con ellos?
- No, no por supuesto que no Jasmine
- Me lo prometes.
- Si nena.
- ¿Puedes contarme qué está pasando?
Yo les cuento un poco. Solo lo suficiente y en especial porque Jasmine todavía es muy pequeña. Pero me gusta que estén conmigo, sentir que me quieren. El último año no ha sido fácil y mucho menos el último mes, pero creo que estoy saliendo adelante. Lucas se va después de un rato y Jasmine y yo nos quedamos dormidas después de eso.

No fue fácil ponernos en marcha la mañana siguiente. Mario tenía toda clase de planes para nuestra seguridad y nadie estaba muy feliz por ello. Principalmente nosotros que teníamos que ir al colegio con varios coches siguiéndonos.
- Créanme, es por seguridad- continuaba repitiendo con su extraño acento.
Jasmine, Lucas y yo nos sentamos a esperar a Bruno afuera y como era de esperarse, Mario también lo hizo.
Cuando se detuvo frente a la casa Mario se acercó al coche.
- ¿Cómo te llamas?- le pregunta. Yo tengo ganas de reír pero me contengo. Me acerco a ellos antes de que Bruno tenga la ocasión de contestar.
- No lo molestes- le digo estirando su brazo
- No tienes permitido tener novio- dice frunciendo el ceño- Hablaré con tus padres acerca de esto. Tienes como 13 años
- Tengo 16, y no es mi novio.
- Voy a vigilarte muchacho.- dice y luego se aleja. Todos subimos al coche y Lucas se burla de lo pálido que Bruno se ha puesto.
- ¿quién era ese Calabaza?
- Mario- La sorpresa en su rostro es evidente.
- Pero¿Cómo?
- Te lo cuento después.
- Es bastante intenso, y enorme
- Y tiene predilección por Emily, así que te convendría portarte bien- dice Lucas desde atrás. Vemos a dos coches seguirnos de cerca durante todo el trayecto, pero en lugar de reconfortarme es un constante recordatorio del peligro que corremos.
Cuando llegamos al instituto veo a Lucas alejarse y Bruno se ubica junto a mí. Me mira durante un segundo y luego hace algo inesperado. Sonríe y me toma de la mano. Entrelaza sus dedos con los míos. Y la tibieza de su piel es reconfortante.
- Tengo una sorpresa para mañana- dice acercándose. Tan cerca que puedo ver cada detalle en sus ojos.
- ¿Una sorpresa?- digo con voz ahogada
- Por tu cumpleaños Calabaza- Dios, es cierto. Por un momento olvidé que mañana es mi cumpleaños.
- No me gustan las sorpresas, necesito saber qué es
- Pues a mí me encanta dar sorpresas, así que te aguantas- termina esto dándome un beso en la mano que sostiene y creo el efecto me marea un poco.
Decide caminar conmigo a la primera clase. Pasamos el estacionamiento, los pasillos y luego las escaleras. Y en todo el camino su mano está en la mía. Siento tantas cosas y todas ellas indescriptibles, pero mayormente es felicidad. Antes de llegar a la clase es cuando veo a Lanie. Camina hacia mí con sus libros en el brazo y una sonrisa tímida. Me suelto de la mano de Bruno y camino hasta ella. No puedo creer lo que ha hecho.
- ¿Qué fue lo que hiciste?- ella baja la cabeza y antes de hacerlo puedo ver el miedo y la esperanza en sus ojos.
- ¿No te gusta?- pregunta mirándome. Yo asiento. Y ella se acaricia la cabeza.
Su pelo está cortado al ras incluso más corto de como lo traigo yo.
- ¿Por qué lo hiciste?- pregunto
Ella cambia de pies varias veces, intentando no mirarme y cuando lo hace puedo ver la humedad en sus ojos.
- Quiero pagar mis pecados Emily- dice despacito- Quiero mostrarte que estoy arrepentida. Pero no sé cómo hacerlo.
- No puedo olvidar Lanie- digo
- No te pido que lo hagas solo... Déjame intentar redimirme. Por favor
Yo asiento e inesperadamente me abraza, y más inesperado aún es que le devuelvo el abrazo. Quiero creer en lo que me dice, quiero confiar en ella.
- Gracias- dice sin soltarse de mí

El instituto termina y los coches de antes vuelven a escoltarnos de nuevo a la casa. Bruno me sonríe cuando llegamos a casa. Mario ya está afuera esperando, Bruno lo ve se acerca y me da un beso en la mejilla.
- Nos vemos después Calabaza.
Bajamos del coche y Mario se acerca a mí.
- Creí que no era tu novio
- No lo es- contesto
- Pues ciertamente parece uno.
Sigo caminando hasta la casa cuando la pequeña Maggie se me acerca corriendo, choca contra mis piernas y alza los brazos pidiendo que la cargue. Lo hago y se abraza a mí. Tiene el pelo largo y negro unos enormes ojos de color miel, muy parecidos a los de Gaby. Me pone increíblemente feliz que esta pequeña niña exista, es la prueba del amor entre Mario y Gaby.  Gaby se me acerca sonriéndome y yo lo hago también.
- Quiero mostrarte algo- le digo
Las tres vamos hasta los establos y abro el de Gaby.
Puedo ver que ambas están impresionadas por el tamaño y la belleza de la yegua. Tomo la mano de Maggie y la acerco hasta la piel de la yegua. Ella sonríe complacida y mueve su mano de arriba abajo.
- suave- dice sonriéndome. Yo asiento.
- Lo es verdad- volteo la mirada hasta Gabriella que nos observa encantada- Le he puesto tu nombre. Mi tío me la regaló cuando llegué y yo no podía dejar de pensar en ti. Me calmaba saber que llevaba tu nombre, te recordaba todos los días.
En ese momento se me acerca y me abraza, la siento llorar en mi hombro.
- Ay mi niña. Te extrañé tanto. Siempre serás la hija de mi corazón. Esperábamos tanto tener un hijo después que te fuiste, Maggie es nuestro pequeño milagro. Verlas juntas ahora llena mi corazón, porque siempre lo imaginé así.

Tenemos una cena especial pre cumpleaños. Es divertido y puedo ver que mis padres ya han bajado la guardia y están más cómodos alrededor. Mario es un ser encantador aunque no lo creerías viendo lo grande y rudo que es, escucho como papá le explica los procesos y del viñedo y cómo cosechar. Mi mamá es otra historia. Puedo ver que siente celos de Gaby y mi relación con ella, así que hago todo lo posible por calmarla y demostrarle que aunque amo a Gabriella con mi alma, ella siempre será mi mamá. Cuando llega la hora de dormir y todas las luces se apagan yo me mantengo despierta. Cuando miro el reloj en mi mesita de noche marcan las 11.58. Me siento en la cama y espero, el corazón me dice que vendrá. Escucho la ventana deslizarse y abrirse mientras entra.
- Hola Calabaza- susurra. Yo sonrío con todo lo que tengo.
- Hola- contesto. El mira el reloj que ahora marca las 12.00 y sonríe.
Se acerca hasta la cama y me pasa la mano. Yo la tomo y el pone su cuerpo detrás de mí y me cubre los ojos.
- No me gustan las sorpresas Bruno.
El ríe detrás de mí y puedo sentir el movimiento de su cuerpo pegado al mío. Acerca su boca hasta mi oído.
- Prometo que puedes devolvérmelo si no te gusta- casi no escucho lo que dice. Estoy mas concentrada en lo cerca que su boca se encuentra de mí.
Salimos al balcón y me toma de la mano.
- mantén los ojos cerrados- me pide. Y yo asiento con la cabeza. La mano que me cubría los ojos desaparece y también la que sostenía mi mano.
- Ábrelos-
Bruno está frente a mí y tardo un segundo en enfocar la vista a lo que sostiene pegado a su pecho. Es un pequeño cachorro, un Pastor alemán.
- Feliz cumpleaños Calabaza- dice. Yo lo miro sorprendida- puedo llevármelo si no te gusta- dice bromeando. Yo niego con la cabeza y lo tomo en brazos. El pequeño me da lamidas en la cara y empiezo a llorar.
- Es hermoso Bruno, gracias- digo. Lo pongo en el suelo y el pequeño entra hasta mi cuarto y se recuesta en la alfombra.
- ¿Te gusta?- pregunta acercándose.
- Me encanta- digo poniendo mis manos en su cintura y mi cabeza en su pecho.
- Lo he tenido en casa durante una semana. - dice contra mi pelo.
No sé cómo definir lo que sucede después. Un ataque de valentía tal vez. Levanto la vista hasta conectar con sus ojos, verdes. Tan conocidos y preciados para mí. El baja la cabeza hasta llegar a la mía, hasta detenerse sobre mis labios. Como si estuviera pidiendo permiso. Como si tuviera que pedirlo. Termino el camino y uno mis labios a los de él. Despacio, una suave caricia tan ínfima pero que me llena toda el alma, puedo sentir la sensación en todo mi cuerpo. Sin separar nuestros labios sube sus manos hasta mi cara y me sostiene delicadamente. Yo suspiro encantada. Nos besamos hasta que me duelen los labios, hasta que nos cuesta respirar. Hasta que conozco el ritmo y el sabor de su boca.
Nos separamos un poco, pero no nos despegamos completamente. Me mira a los ojos y sonríe un poco.
- Te quiero Emily- dice junto a mis labios. Mi respuesta es besarlo de nuevo.

La verdad sobre Emily  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora