Capítulo 30

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No sé cómo he sido capaz de llegar hasta el piso de arriba, pero de alguna manera estoy aquí. Intentando atrapar una respiración.Me he repetido casi hasta el cansancio que no estoy aquí por el. Pero el simple hecho de escuchar esas palabras ha abierto una grieta en mi corazón.¿Puedo ser más egoísta?La que lo ha dejado he sido yo. No puedo pretender que el se quede esperándome por siempre. Pero tampoco esperaba esto. Una novia, un niño.
Cuando las palabras terminaron de salir de la boca de Jon el estaba mirándome, pero no me atreví a devolverle la mirada.
El ya tiene una familia y aunque ni siquiera puedo aceptarlo yo misma, esperaba ser yo. De alguna forma en mi camino a casa yo esperaba... no lo sé simplemente que las chispas volvieran a volar entre nosotros y de alguna forma reencontramos, lo que he recibido es una gran y enorme decepción. Es mi culpa, por pretender que las cosas podrían llegar a ser como las hemos dejado.
Sigo acostada sobre mi estómago cuando la puerta de mi habitación se abre y Marissa entra. Se recuesta a un lado de la cama junto a mi y ambas nos mantenemos en silencio.- El se lo pierde cariño- dice después de unos minutos.Yo sonrío pero no digo nada. Minutos después volvemos a bajar, pero ni Bruno ni Jon están ahí.
No voy a deprimirme por esto, mucho menos dejar que me consuma. Ya no soy una niña, la pequeña que tenía miedo y se escondía ha crecido. Si Bruno no es para mí, lo acepto. Por mucho que eso me duela y destroce por dentro.
Estamos pasando una tarde maravillosa con mi familia cuando Lanie finalmente aparece. En el momento en que la puerta se abre y la veo entrar salgo corriendo a envolverla en un abrazo. Está cargando a su pequeño en brazos y tiene bolsas bajo los ojos, y está delgada. Demasiado. Pero su alegría al verme es suprema.
- Dios, te extrañé tanto- digo con mis brazos alrededor de su cuello.
- También yo- murmura. Tiene los ojos un poco húmedos y sonrío. Pero al instante mi atención es arrebatada por el pequeño a mis pies.
- ¡Tía!- grita levantando los brazos hacia mí, pidiendo ser cargado.
- Henry- digo emocionada, levanto al pequeño de cuatro años y lo acomodo en mi cintura.- Estás hermoso- digo besando su mejilla. El se sonroja profusamente y sonríe tímido.
Puedo ver que Alex el más pequeño de los dos está dormido en los brazos de Lanie y me acerco para darle un beso en la mejilla.
- Están preciosos, Lanie- digo. Ella suspira y acomoda mejor al niño.
- Cada vez están más traviesos- dice con una suave sonrisa- Ni siquiera sé de donde sacan todas esas locas ideas.
- Estás dándole muchos problemas a mamá- digo haciéndole cosquillas a Henry. El ríe como loco y se aprieta aún más a mi cuello.
- Vamos, deja que te presente a mis amigos- le digo a Lanie. Ella me sonríe y me sigue hasta la sala donde todos están sentados.
Pero mi hermano es el primero en aparecer frente a nosotros y sin una mirada a Lanie toma a Alex de sus brazos.
- Voy a llevarlo arriba para que pueda dormir- dice el. El niño se acomoda en los brazos de Lucas y sube sus manos hasta su cuello.
- Gracias- dice Lanie. Pero no entiendo por qué su voz suena un poco ruda.
Lucas la mira fijamente durante otro par de segundos y finalmente sube las escaleras con el hijo de Lanie.
Okay. Definitivamente hay una tensión extraña ahí.
Lanie se voltea a verme y finge la peor sonrisa que he visto en mi vida.
Ambas nos acercamos y cuando estoy a punto de presentarle a Marissa, esta se pone de pie, un poco dificultosamente debo agregar, y le extiende la mano a Lanie.
- Hola, soy Marissa. La mejor amiga de Emily- dice con el tono de voz que usaría una niña. Lanie se voltea a verme y sé lo que está pensando.
¿De dónde saqué a esta loca?
- Hey, soy Lanie. La mejor amiga de Emily, desde los dieciséis años- dice Lanie imitando su tono.
Creo que voy a empezar a reír.
- El es David- digo señalándolo- Es el esposo de Marissa.
- Es un placer- dice Lanie educadamente.
Nos acomodamos y enseguida la conversación se reinicia. Mi padre y Mario hablan sobre el viñedo y mi mamá también está muy pendiente de la conversación. Marissa parece estar un poco al defensiva pero después de unos minutos con Lanie también está sonriendo con ella, justo como pensé que haría. Están hablando sobre hacer una gran cena esta semana, para dar inicio a nuestra nueva vida aquí y estoy de acuerdo, emocionada por compartir con todos.
Lucas baja después de unos minutos y debo decir que no me sorprende cuando se sienta junto a Lanie. Ella parece estar incómoda en su presencia pero el no le da tregua, se pega a ella y atiende fervientemente a la conversación sin prestar atención a la actitud de Lanie.
Estoy hablando con Gabby sobre Maggie cuando escucho a mi hermano.
- Por dios ¿cuándo ha sido la última vez que has comido?- sisea y creo que he sido yo la única que lo ha escuchado. Miro a Lanie y veo que sostiene su cabeza apretadamente.
- Es una mareo, Lucas. No hagas una escena de esto.- murmura ella.
Lucas maldice en voz baja y toma a Lanie por el brazo.
Sin querer guerra, yo también los sigo. Y veo que van hasta la cocina.
- Dime la verdad Lanie- dice mi hermano todavía tomándola del brazo- ¿No querías comer, o no tenías?
Ay dios. Pongo mi mano sobre mi pecho.
¿Tan mal están las cosas?
- Lanie- vuelve a pedir el, bruscamente.
- No tenía hambre- dice ella en voz baja, esquivando su mirada.
- Pura mierda- dice mi hermano soltándola- Se aleja de ella y se acerca a la alacena para buscar pan.
- Sabes que si necesitas dinero puedes pedirme, Lanie. Estoy cansado de esto.
- No quiero tu maldita ayuda- dice Lanie entre dientes.
- Pues la vas a tener- dice Lucas golpeando el pan contra la mesa- No voy a dejar que te mates de hambre. ¿Piensas que no sé que trabajas dos turnos ahora? Sé que dejas de comer para darle a los niños, pero no tiene que ser así. Déjame ayudarte.
- Déjame en paz- vuelve a decir ella. Pero su voz es mucho más frágil. Cuando veo que Lucas está por acercarse a ella de nuevo decido intervenir.
- Vas a empezar a trabajar conmigo- le digo a Lanie- Ya sabes eso, no tienes que seguir haciendo esto.
- Gracias- dice ella sonriendo un poco. Lucas deja un sandwich frente a ella y le sirve un poco de jugo.
- Es obvio que no quieres mi maldita ayuda- dice Lucas alejándose.
Lanie tiene una expresión de dolor.
- ¿Qué pasa entre ustedes?- le pregunto a Lanie sentándome junto a ella.
- Ya conoces a tu hermano- dice mientras empieza a comer el sandwich- Cree que puede manejar mi vida, pero no voy a dejarle hacerlo
- Tal vez solo quiere ayudarte- digo
- Pues no parece. La mayor parte del tiempo me mira como si me odiara y el resto está regañándome por no ser lo que el quiere. Invade mi vida a su antojo y espera que yo esté bien con ello.
- ¿Tu lo quieres?- pregunto. Todo me indica que sí.
- Es estúpido, pero sí- dice tomando un sorbo del jugo- Hay veces, cuando lo veo jugar con los niños, llegar a casa con la cena o cuando pasa por mí al trabajo que siento... no sé esperanzas de que algo pueda pasar. Pero pasa de frío a caliente en un segundo. No puedo permitirme sentir mucho por el, soy mamá.
- No entiendo por qué hace esto. Nunca lo vi comportarse así con nadie. Solo contigo.
- He notado que soy la única persona que detesta.
- Lanie...-digo
- Está bien, Emily. Estoy acostumbrada.- ha terminado de comer el sandwich y ahora está mirándome impaciente- ¿Vas a quedarte a vivir aquí?
- Planeo conseguirme un lugar pronto. Pero extraño a mis padres y quiero estar un rato con ellos.
- ¿No has hablado con Mario?- pregunta cautelosa.
Frunzo el ceño.
- No, apenas nos hemos visto- digo confundida.
- Las cosas no van bien con su salud, Emily. Y además Tamara...
Instantáneamente la cabeza empieza a dolerme tras escuchar su nombre.
- ¿Qué pasa con ella?
- Ha estado haciendo cosas malas. La gente empieza hablar, dicen que un cártel se aproxima.
- No lo entiendo- digo
- Es Tamara. Ellos dicen que ella es la que lo está manejando. Gabby y Mario están destrozados. Traer drogas a esta ciudad no es lo suficientemente malo, ellos... a veces esa gente mata a las personas que les deben dinero. A pasado en mi barrio un par de veces.
- Lanie, primero debes mudarte. Consigue algo más cerca de nosotros. Y segundo, Tamara no tiene idea de lo que hace.
- Ella sabe que volviste Emily. Sabes que te odia.
El sentimiento es mutuo, pienso.

No pasa mucho hasta que Lanie tiene que irse, de nuevo a ese horrible barrio en el que está viviendo. Espero poder ayudarla a conseguir algo mejor, siempre que creído que Lanie de todas las personas, merece mucho más de lo que está recibiendo.
Pero a veces las personas necesitan un empujón para ver de cuanto son capaces. Cuando pueden brillar.
Quiero que Lanie note eso.
Por suerte mi hermano la sigue con el coche. Algo muy extraño está pasando entre los dos, no logro entender qué clase de relación tienen pero puedo ver que mi hermano se preocupa mucho por ellos, por Lanie. Esto va más allá de una relación amistosa y creo que los únicos que no pueden verlo son ellos.
Acomodo a Marissa y David en la planta baja, para el final de la noche ella tiene los tobillos hinchados y está de muy mal humor. Solo David es capaz de lidiar con ella, así que los dejo solos muy temprano y me dirijo a mi habitación, con Loki caminando suavemente detrás de mí.
Me doy una larga ducha con agua fría, haciendo que todos mis músculos tensionados por el viaje se relajen considerablemente. Me pongo el pijama más cómodo que tengo y me acuesto en mi cama con mi lector electrónico.
Son casi las dos de la mañana, el protagonista del libro está por quebrarse frente a su amada, en una situación cargada de emoción que hace que todos los vellos de mi cuerpo se ericen, cuando escucho la ventana deslizarse.
Es como si tuviera un dejavú.
Un flashback del pasado.
Pero es real.
Tan real como el temblor de mi cuerpo cuando lo veo de pie frente a mí.
- Bruno- digo poniéndome de pie inmediatamente. Perfectamente consciente de mi casi estado de desnudez. Pero cómo no hacerlo cuando su mirada recorre cada ápice de mí. Como si lo estuviera absorbiendo.
Siento una especie de quemazón en cada parte donde su mirada se posa.
Mis piernas, mi estómago.
Mis pechos.
Lo siento ahí, justo en el centro de ellos.
Hasta que su mirada finalmente sube a mis ojos.
Y se clavan.
El momento es tan natural. Tan conocido para mí, la misma conexión desgarradora.
Pero es imposible ahora.
Dejó de ser mío hace mucho tiempo.
- No es mío- dice. Con la voz ronca y profunda. Esa que se cuela en cada poro de mi piel y que aunque la he oído pocas veces desde que ha cambiado, siento que la reconocería en cualquier parte.
- No sé de que hablas- digo cruzando mi mis piernas en un gesto inseguro.
El se acerca como si quisiera tocarme, pero la auto conciencia hace que se detenga en seco. Mirándome casi frustrado.
- Vi tus ojos, Emily- murmura sin mirarme- Vi como te rompías al escucharlo. Te sigo conociendo tan bien que puedo leerte con una mirada. Pero no es mío. Ni siquiera es de Carla, es su sobrino. Ella solo estaba haciendo de niñera para su hermana.
Aunque yo no lo quiera un suspira de alivio escapa de mis labios.
Nuestras miradas están clavadas.
- ¿Por qué volviste?- pregunta
- ¿La amas?- pregunto al mismo tiempo.
El baja la cabeza. El labio empieza a temblarme de forma descontrolada.
Dios, no permitas que empiece a llorar.
- No quieres que conteste eso, Emily- dice. De alguna manera está más cerca de mí ahora, respiramos el mismo aire. Supongo que es inercia. Nunca podemos estar demasiado separados.
- Solo contesta- pido. Y odio lo necesitada que suena mi voz. Sé que la respuesta va dolerme, que va partirme en dos y tal vez me hiera profundamente. Pero quiero saber.
Observo sus manos apretarse a sus costados. Una. Dos. Tres veces.
Hasta que las levanta casi tentativamente hacia mí, temiendo que yo pudiera alejarme.
Hazlo, grita mi alma.
Tócame.
Soy yo la que me acerco un paso. La que busca el contacto de sus manos.
La que casi llora de emoción cuando finalmente están sobre mí.
Sus manos sondean el contorno de mi rostro, suavemente. Religiosamente. Como si estuviera venerándome.
Trago saliva.
Es más alto, pienso.
Ahora es más difícil llegar a sus labios.
Baja la cabeza hacia mí y hasta el mismo segundo que sus labios tocan los míos estamos mirándonos.
Pero el roce lo es todo. Es ambrosía siendo derramada sobre nosotros.
Y empieza suave. Sus labios rozando los míos, sus manos sosteniendo mi cara y las mías su cintura. Pero luego se vuelve frenético.
Una necesidad de fundirnos en el otro que es arrolladora.
Su sabor, su piel ardiendo en mí como el infierno.
Llegando al punto más sagrado de mi alma.
Es mío, grito internamente.
Hasta que ya no lo es.
Hasta que el calor se esfuma tan rápido que el cambio repentino me produce escalofríos.
- ¿Por qué volviste?-pregunta contra mis labios. Yo niego con la cabeza.
- La amo- dice antes de bajarse de nuevo por la ventana.
Y yo quedo congelada.

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