Capítulo 4

5.2K 269 1
                                    

Papá y Mamá hacen una fiesta por mi cumpleaños.
Ese día todo el mundo está trabajando más de lo normal, el viñedo tiene un montón de empleados, pero ya los voy conociendo a todos e invité a todos los hijos de los trabajadores. Apenas al despertar mamá, papá y mis hermanos están en mi cama con un pequeño pastel y cantando, me emociono, esto me encanta. Mamá empieza a llorar y también papá derrama algunas lágrimas. Me abrazan, me besan y yo les dejo. A Lucas casi nunca le caigo bien, pero ese día esta muy emocionado por mi cumpleaños y quiere empezar a mostrarme todos los regalos que tienen para mí.
Cuando todos terminamos de desayunar, Lucas me toma de la mano y me lleva afuera, dice que quiere mostrarme un regalo. Jasmine va detrás de nosotros, corriendo rápidamente mientras
Lucas me lleva detrás de la casa, a un pequeño cobertizo donde se guardan herramientas y cosas que mamá ya no quiere dentro de la casa.
Antes de llegar, Lucas me suelta la mano y se pone detrás de mí. Casi tenemos la misma altura, así que no le cuesta cubrirme los ojos. Siento su emoción y que él esté tan emocionado hace que yo sienta lo mismo.
- ¡SORPRESA!-grita cuando llegamos y me saca la mano de los ojos.
Frente a mí hay una increíble bicicleta roja. Tiene un pequeño canasto adelante y brilla como nada que había visto antes.
- Te lo compré con mis ahorros- dice emocionado- Jasmine tiene una pero todavía es muy pequeña y no puede pasear conmigo. Pero tu podrás- dice con una sonrisa que jamás había dirigido hacía mí-La mía es azul, pero son iguales, podemos salir todos los días- dice hablando muy rápido.
Yo no lo puedo creer. Una bicicleta. Siempre he querido una y esta es perfecta. Casi empiezo a llorar pero sé que eso no le va gustar a Lucas. Le doy un abrazo aunque eso no le agrade demasiado, pero para mi sorpresa él me abraza también.
- Vamos, súbete- dice golpeando el asiento de la bicicleta.
Jasmine que salta en un solo lugar, parece emocionada de que lo haga.
Yo me acerco a la bicicleta despacio, y me monto en ella.
- No sé muy bien como hacerlo. Una vez tuve una pero era muy pequeña para mí- explico.
Eso hace que a Lucas le cambie un poco la cara, pero rápidamente se recompone.
- Yo te enseñaré- dice tomando mi mano, y dándome una palmada suave.
Los tres pasamos toda la mañana juntos, Jasmine solo se dedica a correr tras nosotros, pero parece muy feliz con ello. Para la hora de comer ya he montando la bici sin caerme y Lucas y yo dimos un paseo alrededor de los establos a toda velocidad.
Mi papá nos observa desde lejos y sé que sonríe orgullosamente.
A la hora de comer dejamos las bicicletas a un costado, mamá está sonriendo y le da Lucas un beso en la cabeza. Desde que llegué nunca me había llevado tan bien con él y ahora que lo estamos haciendo no puedo contener mi emoción.
En la tarde, cuando todos los invitados llegan y mis hermanos y yo salimos a recibirlos, me parece como un sueño. Todos me traen regalos y Lucas me presenta a los amigos de su clase. Mi tío Dan organiza un montón de juegos y todos vamos a escondernos mientras él cuenta hasta 100.
Corro a los establos, mi lugar favorito de toda la casa y me escondo, estoy emocionada y no he dejado de sonreír en todo el día. Espero un poco intentando escuchar todo lo que sucede cuando un niño viene corriendo a esconderse en el mismo lugar que yo. Al comienzo no me ve pero cuando lo hace se pone el dedo en los labios para que no haga ruido. Yo hago lo mismo y los dos nos sentamos en el pequeño espacio. Es un niño de mi edad o eso creo, tiene el cabello rubio y los ojos grandes y fijos en mí. Ambos estamos emocionados y queremos salir corriendo cuando mi tío termine de contar.
- CUARENTA- escuchamos que grita.
- ¿Cómo te llamas?- susurra acercándose un poquito más cerca que antes, como si quisiera escuchar mi respuesta.
- Emily- digo en voz baja- ¿Y tú?-susurro de vuelta.
- Feliz cumpleaños- dice con una sonrisa que le abarca toda la boca, me hace sonreír a mí también- Soy Bruno- dice extendiendo su mano hacia mí, está un poco sucia y se siente raposa cuando la tomo y ambos nos damos un apretón. Nunca había conocido a un niño que hiciera eso.
Ambos sonreímos.
- SETENTA- grita mi tío
- ¿Vamos a correr juntos?- me pregunta.
- Sí- contesto, mi pecho llenándose de emoción por la adrenalina.
- NOVENTA- escuchamos a lo lejos.
El niño me vuelve a tomar de la mano y avanzamos agachados.
- CIEN- grita por última vez.
Desde donde estamos, vemos a mi tío ir en dirección contraria y entonces los dos, con las manos apretadas en las del otro, corremos a tocar el árbol.
Mi tío me ve y sonríe, Bruno y yo saltamos de alegría.
La fiesta sigue hasta que se hace de noche. Bruno y yo jugamos diferentes juegos y yo le muestro mis regalos, mi hermano y él se conocen. Y él me cuenta que su papá es el veterinario de los caballos, y que ha venido varias veces a mi casa.
- Vivo justo al lado de las tierras de tu papá- dice señalando el lugar, aunque que todo lo que veo son árboles.
Los dos corremos por el patio mientras los adultos están dentro de la casa. Estoy tratando de alcanzarlo, pero él corre demasiado rápido y mis piernas no son tan largas, hasta que de pronto, Bruno se queda muy quieto y veo como una mujer se acerca con la mirada fija en él. Yo estoy a unos metros, pero puedo ver que todo su cuerpo se puso quieto, no sé si respira.
La mujer le da un golpe en la cara. El sonido hace que se me erice la piel y de pronto tengo frío. Bruno se agarra el rostro y puedo ver que tiene lágrimas. Yo me quedo con la boca abierta, nunca vi a un adulto tratar así a un niño.
Cuando va darle un segundo golpe me acerco a él, y tragando saliva contengo las ganas llorar. Eso la sorprende y toda su cara cambia. Parece una mujer completamente distinta.
- Vamos, volvamos a la casa- le dice en tono cariñoso.
No. No. No. No. No.
Yo tomo la mano de Bruno y el me la aprieta con fuerza. No quiere ir con ella.
- Tranquila nena, soy su mamá- dice la mujer con una sonrisa.
No puede ser, pienso. Las mamás son como la mía. Amables y amorosas, no son malas como ella.
Y a pesar de saber que no debería dejarlo ir, él me suelta de la mano y va con ella. Los veo caminar hasta que van a la parte de enfrente y suben a un coche.
Yo corro y busco a mí mamá. Cuando la veo, sentada con mi papá al lado, me subo a sus piernas y la abrazo. Y ella es como todas las mamás deben ser, me abraza y me da besos en el pelo mientras intento quedarme dormida.

La verdad sobre Emily  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora