Capítulo 18

2.9K 207 4
                                    

La mano con la cual estoy sujetando el teléfono está temblando.
- Soy yo- contesta él
- Dios- digo poniendo una mano en mi boca- ¿cómo...?
- Necesito saber si estás bien.- yo asiento con la cabeza aunque sé que no puede verme.
- Lo estoy. Pero... ¿Cómo supiste que te necesitaba?
- Tengo gente vigilando a Acevedo. Desde que supe que estaba en tu ciudad envejecí 10 años, sé que ha ido hasta tu casa niña y tengo miedo por ti.
- Pensé que estaba muerto
- Todos creían eso, aunque en el fondo yo jamás lo hice. No estás segura pequeña, necesito ir por ti.
- Mi familia...
- Estarán más seguros si te alejas. Solucionaré esto Emily, lo prometo, pero te necesito lejos. Cuando yo acabe con él podrás volver.
- No, no lo entiendes Mario. No puedo dejar a mi familia, no ahora.- la línea se queda en silencio y por un momento pienso que ha colgado el teléfono.
- Necesito que estés bien pequeña- susurra, y es casi inentendible por el acento- Esto será una guerra y no te quiero ahí.
- No puedo Mario.
- Está bien. Nos vemos mañana. Te tengo una sorpresa.
Esta vez estoy segura que ha colgado el teléfono. Me dijo que me vería mañana. Después de todo lo que ha pasado en los últimos días, esto se siente como un soplo de aire fresco. Mario. No puedo creerlo, es como si estuviera soñando, no parece real. Cuando nos vimos por última vez, los tres estábamos llorando. Gabriella me tenía en brazos y Mario nos abrazaba a las dos. Por mucho que extrañaba a mi mamá y papá, había encontrado un familia en ellos, los amaba y a pesar de ser tan joven sabía que me habían protegido de innumerables peligros, me habían salvado. Pensamos que todo había terminado, por eso pude volver a mi casa, pero no fue así. Había vuelto y esta vez era muy consciente del peligro que corría. Acevedo busca venganza y yo soy la primera en la lista.

Me quedo dormida por el cansancio y a la mañana siguiente me levanto cuando Lucas golpea a mi puerta.
- ¿Quieres ir hoy?

Yo no termino de despertarme y asiento. Debo volver, no puedo esconderme en la casa para siempre, por muy agradable que la idea sea. Me ducho y es increíble lo rápido que me he acostumbrado a llevar el pelo corto. ¿Extraño mi cabello y cómo podía peinarlo? Por supuesto. Pero no pienso dejar que me moleste, no voy a dejar que domine mi vida, y tampoco pienso dejar que un grupo de chicas lo hagan. He llegado a mí límite, y creo que es lo único bueno que ha traído Acevedo a mi vida. Un grupo de chicas no dominaran mi vida a su antojo, por fin me he dado cuenta que no es mi culpa. He pedido perdón en infinidad de ocasiones y no ha funcionado. Se han ganado mi odio, mi ira, y no pienso dejar que hagan conmigo lo que quieran. Jessica era especial para mí y sentía que le debía esto, por muy loco que parezca sentí que merecía que descargase su dolor en mí. Pero ni siquiera conozco las razones de Tamara y ahora sé que ella es la principal motivadora del grupo.

Mis padres me esperan para desayunar y ambos están observándome inquietos. Todavía no hemos solucionado nada y puedo sentir su preocupación hacia mí. Me abrazan y me preguntan sobre mi muñeca. Hoy no duele tanto como ayer, pero todo una pastilla para el dolor igualmente. Cuando termino de desayunar estoy nerviosa, no quiero ir con Bruno. De hecho no quiero estar en ningún lugar cerca de él. Papá toma las llaves de su coche.
- Bueno, vamos- dice. Mi alivio es tan notorio que Lucas me pone una mano en el hombro sonriendo.
- ¿Creías que iba dejar que vieras a ese idiota? No te merece Emily.
- Gracias- digo abrazándolo.
Mamá me lleva hasta el coche como si no pudiera llegar sola. Me abraza y me besa en diferentes ocasiones y es abrumador. Pero dejo que lo haga porque sé que lo necesita. Nos sentamos en silencio durante todo el trayecto y a los pocos minutos ya estamos ahí. Bajamos del coche y los tres vamos por diferentes caminos.
Mientras camino a la primera clase veo a Lanie corriendo rápidamente hacia mí.
- Emily- dice mirándome detenidamente. Notando por supuesto mi nuevo estilo.
- ¿Fueron ellas?- pregunta
- Ajá
- Lo siento- dice despacito. - por favor perdóname Emily, debió haber sido por mi culpa
- Jessica me vio hablando con Jared. Creo que ha sido eso- digo alejándome
- Espera, voy contigo.
- No- digo parándome frente a ella.- No sé que pretendes Lanie, pero tu y yo no somos amigas. Quiero que te alejes de mí, es suficiente. No quiero a ninguna de ustedes cerca, jamás.
- Emily... Creí que
- No sé lo que creíste. ¿Pero sinceramente crees que me gusta tenerte cerca después de todo lo que me hiciste?
- Emily- dice dando un paso atrás- sabes que lo siento- sus ojos se llenan de lágrimas. Igual que los míos cada vez que ellas iban tras de mí.
- No lo creo. Aléjate de mí.
No me quedo para más. Tomo la primera escalera que veo y voy hasta mi clase. Literatura, química y luego arte. Finalmente a la hora del almuerzo voy a comprar algo. La mayor parte de la población estudiantil parece no conocerme porque siempre estaba escondida y ahora mucho menos que llevo el pelo tan corto, es como si creyeran que soy la chica nueva, todos están mirándome. Regreso con mi comida al patio y me siento bajo el mismo árbol que siempre, abro un libro y empiezo a beber una coca a sorbos.
Hasta ahora he tenido suerte y no me he topado con nadie. Pero veo. Bruno a lo lejos hablando con grupo de chicos, el no se da cuenta que estoy aquí pero no tarda en hacerlo. Cuando me ve pienso que vendrá a mí, y por muy molesta que esté con él, la sola idea de él acercándose me devuelve la vida. Pero no lo hace, me observa desde lejos sin mostrar expresión alguna, y yo hago lo mismo. No lo entiendo, creí que lo conocía pero es evidente que no. Por mucho que el corazón se me achique en el pecho no tengo ganas de escuchar sus explicaciones, la verdad es que tengo miedo, todo lo que me diga puede ser una gran mentira y yo le creería porque ya he puesto mi corazón en él, es demasiado tarde para fingir que no sucede nada así que prefiero solo alejarme. Cuando me levanto y tomo mi mochila es cuando Bruno empieza a acercarse. No, no, no. Empiezo a caminar más rápido como si eso fuera alejarlo. Se acerca a mí y entrelaza su mano con la mía y me aprieta tanto que es casi doloroso.
- Tenemos que hablar Emily- dice dirigiéndome lejos de los edificios.
- No quiero- digo tratando de soltarme
- Pues no me importa- quiero golpearlo y lo único que me detiene es que tengo la muñeca herida.
- Bruno, basta.
- No- dice parándose frente a mí- Crees que voy a dejar que te alejes de mí. Estás loca Calabaza, no lo voy a permitir y vas a tener que escucharme.
- No quiero que me mientas- digo bajito. Estoy sorprendida por sus palabras y creo que estoy temblando.
- ¿Crees que voy lastimarte?- dice acercándose- Nunca Emily. Quiero que me creas
- No- digo negando con la cabeza, pero es inevitable, ya estoy abrazada a él y el alivio que siento me calma todo el cuerpo.
- Ella fue esa noche- dice agarrando mi rostro. Sus palabras me producen un dolor casi físico e intento esconder mi cara lejos de el- No Emily, escúchame. Fue a mi casa, y está loca. Me dijo un montón de cosas y también trató de... Besarme.
Las lágrimas se acumulan en mis ojos.
- No Emily, no dejé que lo hiciera. Lo prometo. No podría.
- Está bien
- ¿Estamos bien? Por favor Calabaza
Yo asiento. El sonríe aunque está inseguro. Yo también lo estoy. Me abraza y hago lo mismo, coloca sus manos en mi cintura y su rostro en mi cuello, un escalofrío me recorre la espalda.
- te extrañé Calabaza- dice dándome un beso en el cuello. Levanta la cabeza y me sonríe. - Fuiste cruel conmigo, creo que mereces un castigo.- todo el tiempo está sonriendo y eso hace que yo también lo haga. Es casi un auto reflejo.
Comienza a hacerme cosquillas y yo me retuerzo en su agarre riendo. Frena de golpe y se acerca mucho a mí. Pone su boca cerca de mi mejilla y me da un ligero roce.
- voy a esperar hasta el sábado. Pero solo eso.
Me da un beso en la mejilla y lo hace fuerte y sonoro. Yo sonrío, aunque por dentro estoy temblando. Sábado.
Se aleja caminando despacio y yo me doy la vuelta y me dirijo a mi siguiente clase. Al final del día papá ha venido por nosotros y regresamos a casa. Cuando llegamos a la entrada vemos una fila de coches en la entrada y es cuando me asusto. No no. Por favor que no sea Acevedo.
- ¿Qué sucederá?
Bajamos del coche y mamá está sentada en las escaleras del porche esperando.
- Emily- dice al verme, me abraza y me acaricia la espalda.
- Ese hombre quiere verte- dice señalando a un lugar.
Es Mario.
Corro hasta el y me abraza. Sigue siendo tan grande como recuerdo, en realidad es enorme aunque ha perdido mucho peso ha ganado músculo. Estoy llorando y él también. Es todo un espectáculo ver a un hombre tan grande como el llorando como un niño. Me aleja un poco y me observa. Pone una mano en mi cabeza.
- Estás tan grande- dice
- Tú también- digo sonriendo
- Ya no aguanto. Tengo que enseñarte algo.- me toma de la mano y me dirige a uno de los coches, es la primera vez que tomo conciencia de todas las personas que hay en la entrada de mi casa. Volteo la mirada y veo a mis padres. Están preocupados y temerosos, les sonrío para que sepan que estoy bien.
Mario abre una de las puertas y una niña de pelo muy negro y enormes ojos desciende. Debe tener unos cuatros años. Es cuando la mujer detrás de ella baja del coche que el caos comienza. Gabriella.
- Sorpresa- me susurra Mario y yo me lanzo a los brazos de Gaby.
- Gaby- digo llorando y ella me abraza con tanta fuerza que me quedo sin aire.
- Mi niña- dice abrazándome.

La verdad sobre Emily  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora