Capítulo 24

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La sensación es demasiado, demasiado profunda, demasiado intensa. Y en el fondo de mi mente sé que necesito parar. Todavía no es el momento.
- Basta- digo soltando sus labios, su cuerpo.
Lo hace inmediatamente y ambos estamos respirando con dificultad.
Nos observamos durante un momento tratando de definir lo que acaba de suceder.
- Wow- dice
- Wow ni siquiera lo cubre- respondo
El se echa a reír y yo también. Pero al instante se pone serio.
- Por favor hablemos de otra cosa Calabaza- me pide- Si no dejo de pensar en lo que acaba de suceder me volveré loco.
Yo asiento, le tomo de la mano y juntos nos sentamos en el pasto. La única luz que nos alumbra es la de la luna, y temo que si no dejo de pensar en lo íntimo que parece el lugar voy a explotar, o saltar sobre el. Creí que era madura e inteligente para mi edad, pero las hormonas adolescentes están en una especie de revolución en mi cuerpo.
- ¿Adónde fuiste?- me pregunta. Ni siquiera sé como abordar el tema, nunca he contado el tema a profundidad, solo lo necesario. Pero ahora que todo terminó, que hay cierto estado de libertad en el aire, siento que puedo hacerlo.
- Acevedo está muerto- digo en voz baja- No sé mucho de cómo fue que pasó. Pero después de que se llevara a Jasmine, Mario fue tras el. Al fin esta muerto- pero hay cierta nota de inseguridad en mi voz.
- ¿Pero...?- insiste.
- Pero todavía no se siente como el final- murmuro- Siento que todavía hay más.
- Escúchame- dice tomando mi mano- No voy a mentirte diciéndote que estás a salvo Calabaza, porque no lo sé. El mundo es impredecible, y hay un cincuenta y cincuenta, estás a salvo y estás en peligro. Constantemente. No sé lo que vaya a pasar mañana, o el día después. Pero hoy estás bien, hoy estás a salvo. Hoy te quiero.
- ¿Y mañana?- pregunto
- No imagino un día no queriéndote Calabaza- me acaricia el dorso de la mano suavemente- Pero somos jóvenes, y todavía nos falta equivocarnos mucho.
- Que sabio- le pincho.
- Es otra razón para quedarte conmigo para siempre, soy sabio, inteligente, carismático, genial, y por supuesto muy sexy.
- Te faltó creído. 
- Graciosa.- dice haciéndome una mueca- Por cierto, el cachorro está aquí conmigo. Tu hermano me lo trajo.
- ¿De verdad? Todavía no sé que nombre ponerle.
- Terminator puede ser un buen nombre, se ha comido su caja y la manta que le puse.
- ¿Qué tal Rex?
- Tiene potencial ¿qué me dices de Loki?
- ¿El villano de los comics?
- El mismo.
- Lo pensaré- digo poniéndome de pie.
- ¿Irás mañana al instituto? 
- No, pienso quedarme todo el día con Jasmine.
- Bien, te llevaré al cachorro en la tarde.
Yo asiento y ambos nos acercamos hasta Gaby.
- Dame un beso- le digo antes de subir
El frunce los labios y me da un sonoro beso.
- Eres un tonto- le digo riendo.
- Avísame cuando llegues a tu casa Calabaza, no lo olvides.
Yo asiento, subo a Gaby y juntas desaparecemos en la oscuridad.

Estoy llegando a casa cuando veo la luz de una linterna apuntar directo hacia mí. Y a Mario.
Bastante enojado.
- ¿ESTÁS LOCA?- dice acercándose todo lo rápido que puede. Es casi gracioso pero sé que lo peor que puedo hacer ahora es reírme.
- ¿Después de todo lo que ha pasado sales como si nada en medio de la noche?
- Acevedo está muerto- digo bajándome de Gaby
- Eso no significa que no es peligroso salir en medio de la noche, sola. Tienes suerte que no le  he dicho nada a tus padres- está bastante enojado, como pocas veces lo vi antes.- ¿Se puede saber dónde demonios fuiste?
Me sonrojo.
- Fuiste a ver ese chico. Todavía eres muy joven Emily, te cuidado.
- No es así...
- Prométeme que tendrás cuidado- me pide.
¿Dios, puede ser esto más vergonzoso?
- Lo prometo.- murmuro en voz baja.
El levanta el dedo meñique hacia mí y sonrío. Le devuelvo el gesto, y juntamos nuestros meñiques.
- Gracias por todo- digo abrazándolo, es tan grande que mis brazos apenas pueden rodearlo.
- No te preocupes niña- dice acariciándome el pelo- Un padre tiene que hacer lo que un padre tiene que hacer ¿cierto?
Asiento contra su pecho.
- Quería hablarte de algo- dice soltándome. Me toma de lo hombros y me mira fijamente.
- Si quieres que nunca nos volvamos a ver nosotros podemos irnos y...- yo estoy negando apresuradamente y ni siquiera ha terminado de hablar- pero Gabriella y yo queremos mudarnos cerca, ¿eso está bien para ti?
- Sí- digo con voz ahogada- me encantaría
- Entonces nos quedamos.- dice sonriendo.- Que suerte que decidiste eso niña, tengo que tener a ese chico vigilado.
Yo lo miro mal pero el toma una actitud inocente.
-¿Qué?- pregunta
Yo niego y empezamos a caminar de nuevo.

Voy directo a la habitación de Jasmine, le envío un mensaje a Bruno y luego me quedo dormida junto a mi hermana.
La mañana siguiente es tranquila y todos nos quedamos en la casa solo absorbiendo el nuevo ambiente de paz. Mario me ha dicho que tiene algunas casas en la mira y me pide ir con ellos a verlas.
- ¿Estás bien princesa?- pregunta mi papá acercándose a mí.
Yo asiento y me abrazo a su cintura mientras caminamos cerca de las caballerizas.
- Creo que he envejecido veinte años estos días.
- Lo siento- digo
- No es tu culpa cielo, de hecho no puedo definir quien es el culpable aquí, es todo muy confuso.
- Todo fue un mal entendido desde el principio papá.
- Estoy feliz de que haya terminado, y no puedo pensar lo que habrá sido para ti. Hasta hace poco no supe todo lo que tuviste que pasar cariño, nunca supe lo fuerte que eras.
Los ojos se me llenan de lágrimas. Nunca dije nada porque no quiero que sufran por mi, no quiero que sientan lástima.
- Fuiste muy valiente, Emily- dice mirándome a los ojos.
No, no lo he sido.
No ha habido un segundo en mi vida en el que yo haya sido valiente.

Volvemos al patio principal para almorzar. Cuando todos están adentro preparando la comida me siento junto a Jasmine en el pasto. Intento no pensar en lo infeliz que hubiese sido mi vida sin mi princesa Jasmine, pero es inevitable. Noto el cambio en ella después de lo que ha pasado, y me duele. No quiero pensar que esto ha lastimado a mi hermana de una manera irreparable. Siempre la he visto fuerte donde yo soy débil y espero que pueda demostrármelo ahora.

-¿Estás bien, cierto nena?
- Sí - dice ella tomándome de la mano- No fueron malos conmigo.
- Si quieres contarme algo, sabes que estoy aquí
Ella asiente, pero no dice nada.
Es cuando voy a volver hablar que la veo venir directamente hacia mí.
Tamara.
Está casi corriendo, hace todo su camino por el costado de la casa en dirección a mi. Es cuando está a pocos metros de mi que puedo ver lo que lleva en la mano.
Lo que intenta esconder detrás de ella.
Una pistola.
En seguida me pongo de pie para proteger con mi cuerpo al de Jasmine. Mala idea.
Tamara apunta el arma directamente hacia mí.
Sin vacilar, sin siquiera inmutarse por lo que está haciendo.
Es como si no sintiera nada pero su rostro expresa algo distinto. Principalmente odio, y también miedo. Pero también dolor. Cada expresión apunta al dolor.
- ¿No te cansas de hacerme sufrir?- pregunta en voz baja.
No recuerdo ningún momento en el cual haya sido yo la que le hizo sufrir a ella.
- No entiendo- digo. Pero no le gusta, nunca le ha gustado que hable. Se acerca un poco más, solo unos centímetros pero es en ese momento donde el terror sube por mi garganta. Volteo la vista un poco y veo a Jasmine sentada muy quieta, asustada. Y me pregunto por qué demonios no ha salido nadie aún.
- Mataste a mi padre- dice. Se le quiebra la voz al final- Me quitaste todo.
Yo niego con la cabeza pero ella se acerca otro centímetro.
- Por tu culpa Acevedo está muerto.
No deja de apuntarme. No dejo de temblar.
De pronto veo a su madre correr por el costado de la casa. La reconozco al instante, es una mujer maravillosa y siempre me ha sorprendido que sea la madre de esto.
- ¿Tamara qué estás haciendo?- pregunta desesperada- por favor baja eso. Vamos a casa.
- ¡No! - grita. Y por un momento temo que se ponga más nerviosa. Que apriete el gatillo. Que me mate.
- ¿QUÉ SUCEDE?- grita Mario acercándose. Pero se detiene al instante al ver a la mamá de Tamara.
- Elena- susurra.
Puedo ver el instante exacto en que se reconocen. La mamá de Tamara da un paso al frente y al hacerlo las piernas le tiemblan y parece que va caerse al suelo.
- Elena- vuelve a repetir Mario con el rostro trastornado.
Tamara vuelve a mirarlo después de eso.
- Papá- le susurra Tamara a Mario.
El arma cae al suelo y se dispara.

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