Capítulo Cinco

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—¡Delilah! —la voz de Logan retumbó a mis espaldas. Me giré y lo vi acercándose hasta a mí con cara de preocupación.

       —Logan —saludé con tranquilidad, sacándome los auriculares para prestarle atención.

       —¿Estás bien?

       Reí ante su pregunta, asintiendo enseguida.

       —Lo estoy, Ellen me ayudó en el baño.

       —Sí, hablé con ella —se aclaró la garganta y volvió a mirarme. —¿Vamos?

       —Vamos.

       Logan tenía auto, nos volvimos a mi casa en su Toyota Yaris 2009, así que llegamos en menos de lo esperado. Logan estuvo todo el camino —15 minutos —en silencio, lo que hasta ahora no había sido común de él.

       Cuando llegamos a mi casa, preparé un café y nos sentamos en la mesa donde noches atrás él me había visitado.

       —¿Por qué tan callado, te comieron la lengua los ratones? —pregunté dejando salir una risita.

       Logan me miró, sin reír ni mostrar una sonrisa, frunció sus labios quedándose en silencio. Tomó mi mano y con su pulgar la acarició, subiendo lentamente la manga de mi camiseta, dejando a la vista mis cortes del brazo derecho. Las miró por unos segundos antes de que volviera a tapármelas. Se quedó con la misma mirada que Ellen tuvo en el baño, y no dijo nada.

       No pude mirarlo y el silencio se sentía incómodo, como nunca antes lo había sentido con Logan. Subí mi mirada y me encontré con los azules ojos de Logan puestos en mí.

       —¿Por qué lo haces? —preguntó con un murmuro.

       —No entenderías.

       —¿Hace cuánto lo haces?

       —Logan…no quiero hablarte de esto. Viniste para enseñarme literatura, no para hablar de mis cortes.

       —Llevo tres días siendo tu amigo y es increíble lo mucho que me importas para tan poco tiempo y prefiero hablar contigo sobre esto que enseñarte literatura.

       Me encogí de hombros y sentí el nudo en la garganta y como mis labios temblaban. No, no ahora, no salgan lágrimas.

       —Años… —murmuré tan bajo que dudé en que él lo hubiese escuchado. —Años —repetí afirmándolo. —Quizás unos seis… Desde que las personas en la escuela comenzaron a burlarse de mí por ser “diferente” —remarqué haciendo las comillas con los dedos. —Y desde ahí no pude detenerme, y… lo hice más cuando mi hermano falleció.

       —Detente, te estás haciendo demasiado daño.

       Volví a subir la mirada hasta la de Logan, su rostro demostraba lo preocupado que estaba. Con manos temblorosas subí las mangas de la camiseta y me miré los cortes de ambas. Mis ojos se humedecieron enseguida y los ojos de Logan se quedaron mirando las cicatrices.

       —Es que no puedo… —admití, sintiendo como la voz se quebraba.

       Logan se levantó de la silla y se acercó hasta mí, pasando sus brazos a mi alrededor.

       —No sabes cuantas veces me he planteado y he pensado en dejarlo, pero cuando me siento en problemas es lo primero que hago, simplemente no puedo, es la manera que tengo de lidiar con problemas.

       Y nunca había hablado con alguien sobre eso. Ni siquiera con Beau, era el único secreto que le escondía, como él me mantenía escondido el hecho de que era gay. Y ahora me encontraba contándole a Logan, un chico que prácticamente podría ser un desconocido, confiándole cosas que nunca le confié a nadie.

En la Oscuridad y la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora