Capítulo Uno

2.7K 175 3
                                    

     Mi familia había quedado destrozada. Desde el día en que mi hermano decidió quitarse la vida nada fue igual en mi hogar. La relación entre mis padres iba de mal en peor, y llegó a tal punto que decidieron separarse, lo que llevó a mi madre a una profunda depresión, que con el pasar del tiempo se iba haciendo aún peor. Había perdido a Beau y a su esposo en menos de dos meses. No pudo soportarlo demasiado, comenzó tomando antidepresivos, volviéndose luego adicta a éstos, al igual que al alcohol. Nunca lo habría notado si no hubiese sido por el psiquiatra de mi madre, quien le sugirió a mi padre llevarla a un centro de rehabilitación, un internado, donde lleva encerrada por un largo tiempo.

        Mi padre después de la muerte de Beau se cerró con las personas, incluyéndome a mí, no podía imaginarme el dolor de un padre al perder a su hijo, pero me imaginaba que podría ser igual o incluso peor que el sentimiento de perder a tu hermano, a tu mejor amigo. Después de la separación con mi madre, se fue a un hotel donde encontró su escapatoria de la realidad en diferentes bares o streap clubs. De mi padre no se ha sabido demasiado, lo veía máximo dos o tres veces al mes, y para lo único que realmente aparecía era para pasarme dinero o pagar las cuentas de mi casa.

        ¿Qué pasó conmigo? No sólo había perdido a mi hermano, mi protector, mi mejor amigo sino también había perdido a toda mi familia, me encontraba completamente sola en un mundo donde sentía que no pertenecía.

            No podía mentir, si había intentado suicidarme, como lo había hecho mi hermano, en más de una ocasión pero en el minuto en que tenía la intención de hacerlo me acobardaba, supuse que no tenía las agallas para hacerlo, así que nuevamente había encontrado la escapatoria en los cortes, y esta vez era peor que las anteriores, lo hacía con tanta rabia que a veces realmente llegaba a creer que moriría haciéndolo, y aunque lo quisiera había una fuerza mayor que me decía que no, una fuerza que no me dejaba hacerlo, a veces llegaba a creer que era Beau cuidándome de que no haga lo que él hizo.

        Me encontraba sola en mi vida, mi casa se había vuelto mi propio infierno, cada rincón de ella era un recuerdo con Beau, un paso de vuelta al pasado.

Había pasado medio año sin pisar mi escuela, no me sentía cien por ciento preparada como para entrar en ese monstruoso lugar, pero días antes había recibido una carta de advertencia de la escuela donde decía que si no volvía para el segundo semestre no pasaría el año, y no decidí volver por mí, no, volví por Beau, porque sabía que él hubiese querido que siguiera, o que al menos intentara, seguir con mi vida normal, la que para mi mala suerte incluía la escuela.

Antes de entrar a la escuela tomé un bocado de aire, estaba preparada para recibir un montón de burlas, carcajadas y hasta bromas sobre mi hermano, estaba preparada para eso y mucho más.

En cuanto entré por la puerta principal de la escuela y vi esos horribles rostros conocidos quise salir corriendo, pero pensé por un momento en Beau y eso hizo que me quedara, que me mantuviera fuerte. Todos los que se encontraban en el pasillo llevaron sus miradas a mí, podía sentir los murmullos a mis espaldas mientras me adentraba en el lugar. Si antes me sentía como un parásito en este lugar ahora me sentía mucho menos.

Era la chica extraña con un hermano que se suicidó.

¿Cómo era posible que toda la historia llegara a parar a un lugar del  que estuve alejada por tanto tiempo?

—     Delilah —escuché a mis espaldas la voz de uno de mis profesores de francés.

Miré por sobre mi hombro para comprobar si estaba en lo correcto y fue así, me di una vuelta para así quedar frente a él.

—     Profesor Scott.

—     Es un gusto tenerla de vuelta —debía ser el único que en realidad lo pensaba. —Siento mucho lo de Beau, él era uno de mis mejores alumnos.

—     También lo siento —ladeé una sonrisa, dándole a entender que la conversación no era de mi agrado. —Con permiso, tengo clases de álgebra —me excusé y comencé a caminar, pero el profesor Scott tomó mi brazo haciendo que me detuviera.

—     Delilah, para lo que necesites puedo ayudarte, sé que te atrasaste mucho, así que si necesitas ayuda, ya sabes.

Le sonreí, pero esta vez era una sonrisa de verdad y no una de mis sonrisas fingidas que últimamente dejaba ver.

—     Gracias profesor.

Y comencé mi camino a mi primera clase luego de seis meses, la clase de álgebra, una de las clases que siempre he odiado y siempre odiaré. Las matemáticas simplemente no iban conmigo, de hecho…ninguna asignatura iba conmigo.

Todo se sentía muy incómodo, donde iba todos me miraban, ya no habían burlas, pero si miradas, y las miradas eran mil veces peor, porque sabía que tras cada mirada venían las palabras a mis espaldas. Siempre me enseñaron a no ponerle atención sobre lo que las demás personas hablaran, pero en esos momentos si me importaba y mucho.

En la Oscuridad y la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora