Capítulo Diecisiete

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            —¡Delilah, la cena está lista!

       —¡Bajo enseguida! —grité desde mi habitación, terminando de delinear mis ojos en una fina línea.

       Bajé las escaleras con toda la prisa del mundo. Tenía hambre, demasiada hambre.

       El olor a pavo estaba presente en el primer piso. Mi madre era una diosa en la cocina, y cada navidad era una cena diferente y exquisita.

       —Oh, madre mía, huele delicioso —dije antes de sentarme a un lado de Beau.

       —Lo mismo dije. No sé cómo es que nunca estudió gastronomía —mi hermano negó con la cabeza y se sirvió ensalada.

       Llené mi plato con diferentes ensaladas, además de un gran y sabroso pedazo de pavo. No solo olía y se veía increíble sino que tenía un sabor de los grandes dioses.

       —Creo que engordé seis kilos con esta cena —dije exagerada tirándome al sofá con mis manos sobre mi abdomen.

       Beau me miró y rió, dejándose caer a mi lado.

       —Tontita —murmuró y me abrazó, pasando su brazo izquierdo sobre mis hombros.

       —“No hermanita, tú estás perfecta así siendo una bola” Eso quizás hubiese sido una buena respuesta —le di un golpe suave en el hombro.

       —¿Volviste a pedir tu Barbie Malibu? —se burló Beau.

       Giré mis ojos y volví a darle un golpe.

       —Oh, Beau, eso fue hace tantos años —reí junto a él. —Esta vez le pedí a Santa un notebook.

       —Espero que Santa sea buena onda y te haya traído el notebook —dijo Beau de manera exagerada, mirando a mis padres mientras los dos reíamos.

       —Los dos nos hemos portado tan bien que merecemos los regalos ­—dije también con el mismo sentido del humor que Beau lo decía.

       Mis padres nos miraron y ambos rieron.

       —¿Por qué un notebook? Tienes un buen computador.

       —¿Buen computador? Beau, la chatarra apenas prende —me quejé riendo, lo que él imitó. —Necesito una buena nueva chatarra que me sirva para escribir, estoy aburrida de escribir en las hojas que encuentre y que al final se me terminen perdiendo todas —gruñí.

       —Que exagerada… solo espero que alguno de tus personajes en esas historias que haces tenga mi nombre, y que claramente sea el héroe —se burló Beau.

       —Oh, claro que sí. Beau, el héroe de la historia —hice una mueca negando suavemente la cabeza. —No, te pondré como el antagonista que nunca lleva a su hermana pequeña y tierna a comer cuando ella se lo pide.

       —Exagerada —hizo una falsa tos.

       —¿Y el increíble héroe de la historia qué pidió para Navidad? —pregunté mirándolo de costado.

       —Oh, yo sigo en las mismas… pedí que me trajeran un Playstation 3 con el GTA y la FIFA… Oh querido Santa, espero que me escuches —habló hacia el techo, casi gritando con la intención de que mis padres escucharan.

       Dos risas se escucharon como respuesta.

       —Vaya, ya vas por tus veinte y sigues siendo un estúpido enamorado de los juegos. Todo un gamer, ¿no te da vergüenza?

       —¿Vergüenza? No, todo lo contrario. Cuando tenga el GTA no me verás salir y tendré una relación con él.

       —Que ridículo… —negué y deseé que le regalaran eso, porque si no recibía ese regalo tendríamos un Gamer enojado en la casa. Beau enojado significa peligro, lo sabía.

 

 

       Sí, Beau inició una relación con su Playstation y sobre todo con su juego GTA, el que tenía que admitir era demasiado divertido, tan divertido que hizo que me obsesionara un poco.

       También recibí mi notebook, así que Santa se portó tan bien como nosotros nos habíamos portado ese año.

En la Oscuridad y la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora