Capítulo Trece

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          —¿Así que tuviste que ir a dejar a Frankie? —pregunté divertida mirando de reojo a Logan, negando suavemente con mi cabeza.

       —No se me ocurrió nada bueno que decir —se encogió de hombros riendo.

       —Gracias —murmuré, llevando mi mirada a esos hermosos y enormes ojos azules.

       —Fue idea de tu padre de hecho.

       —Aún así, gracias… no solo por esto, por todo —le dediqué una de mis mejores sonrisas —Eres un ángel.

       Logan dejó salir una carcajada y sonrió avergonzado.

       —Haría esto y mucho más, Delilah.

       Sonreí y miré hacia la mesa, en donde mis padres se encontraban juntos hablando. Nunca creí que después de tanto tiempo podría verlos así, juntos y sin discutir.

       Tomé la mano de Logan y caminé hasta la mesa.

       —¿Molestamos? —pregunté con una sonrisa.

       Mis dos padres negaron enseguida con su cabeza. Me senté al lado de mi madre y la volví a abrazar.

       Todo era como un sueño, y si es que era así, tenía que aprovechar a mi madre.

       Logan y mi padre nos miraron sonriendo. Me gustaba esto, era agradable, volvía a sentir este lugar como mi hogar.

       El timbre sonó, interrumpiendo aquella escena tan pacífica. Mi padre se levantó y murmuró entusiasmado “Es la pizza”, frotándose las manos como si estuviese muerto de hambre.

       —Me alegra que estés acá —dije de repente mirando a mi madre.

       —Me alegra estar acá —pasó sus suaves manos por mis mejillas y acarició mi cabello, llevando un rebelde mechón atrás de mi oreja. —Y me alegra estar frente a este chico tan guapo.

       —Logan, mamá —le di un codazo y Logan simplemente rió.

       —Bueno —mi madre puso sus ojos en blanco —Me alegra estar frente a este chico tan guapo llamado Logan —dejó salir una carcajada y le guiñó el ojo a Logan, quien volvió a reír negando suavemente con su cabeza.

       —Y la pizza ha llegado —esta vez fue mi padre quien habló, llevando en sus manos dos cajas familiares de pizza.

       El olor se pudo sentir enseguida, lo que hizo que mi cuerpo reaccionara y mi estómago sonara. Sí, al parecer yo también tenía hambre.

       —Cuéntame Logan, ¿cómo se porta de Delilah contigo? —mi madre preguntó mientras todos comíamos.

       —De maravillas —respondió después de tragar lo que tenía en su boca. —Es un ángel —murmuró con su mirada puesta en mí.

       Puse mis ojos en blanco y le guiñé el ojo al entender el comentario.

       —Pienso exactamente lo mismo.

       —Realmente se ha portado muy bien, no solo conmigo. En la escuela tiene unas excelentes calificaciones.

       Ahí estaba Logan, hablando maravillas sobre mí.

       —Oh, oh, ¡Logan, que bueno que lo mencionaste! —dije de repente y saqué un papel de mi bolso. —¡Un nueve! —le mostré el examen.

       —¡Sabía que te iría bien! —dijo Logan entusiasmado. —Felicidades —me miró y luego llevó su mirada a mis padres. —A eso me refería.

       Mis padres miraron maravillados el examen, casi sin poder creerlo. Claro, la Delilah de hace un año nunca se sacaba excelentes calificaciones y mucho menos en algún ramo relacionado a las matemáticas. Así que las felicitaciones volaban en esa mesa.

       Yo solo podía pensar en lo feliz que me hacía la situación y lo increíblemente deliciosa que estaba esta pizza de tres quesos.

En la Oscuridad y la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora