Capítulo Quince

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No sabía hacia dónde nos dirigíamos, y aunque la música era una de mis favoritas, hasta la voz de John Mayer me daban ganas de golpear. No podía ver por los vidrios y Logan  no quería hablar de nada. Cuando le preguntaba él simplemente reía y cambiaba el tema.

       —Vamos llegando —murmuró cuando la última canción del álbum sonaba.

       —Gracias a Dios, nunca creí que diría esto pero… la voz de John Mayer ya me estaba aburriendo —comenté divertida.

       Logan aparcó el auto y una vez que el freno de mano estuvo puesto yo me quité impacientemente el cinturón de seguridad para salir.

       —Eh, eh, calma, mujer…

       Miré a Logan y enarqué una ceja, ¿qué pasaba ahora?

       ­—No me vas a hacer esa estupidez de vendarme los ojos y llevarme a un lugar que tiene una cascada y donde es casi posible ver unicornios?

       Logan me miró confundido y dejó salir una carcajada negando débilmente con su cabeza.

       —No, definitivamente no. Lo siento —hizo un puchero y luego sonrió.

       —Por suerte —puse los ojos en blanco y bajé.

       Lo primero que pude sentir al bajar era la nieve. Maldición, ¿por qué nunca me sacaba las malditas vans? Mis dedos ya estaban fríos, y ni cinco segundos llevaba pisando.

       —Solo tú usas ese tipo de zapatillas en invierno… —murmuró Logan divertido. Tomó mi mano y me tiró suavemente, para así ponerme a su lado y empezar a caminar.

       Miré a mi alrededor, casi no se podía ver con la neblina que había, pero era un lugar que sin duda alguna yo desconocía. Intenté descifrar en dónde nos encontrábamos y por qué estábamos ahí, pero era algo que solo Logan sabía, así que preferí quedarme en silencio y dejarme guiar por él. Sus fríos dedos estaban entrelazados con los míos mientras subíamos lo que parecía ser una mini colina, la que ahora estaba llena de nieve. Me encantaba la nieve, pero sí, estas zapatillas no habían sido una buena idea.

       —¿Dónde estamos? —me atreví a preguntar.

       —Eres peor de lo que imaginaba —se burló él mirándome de reojo.

       Se detuvo y sonrió. Yo miré en dirección hacia donde él miraba y me encontré con otra gran sorpresa.

       —Feliz noche buena —murmuró, posando sus manos sobre mis hombros.

       Un camino de velas se encontraba frente a mis ojos, cada una de ellas enterradas en la nieve, dejando ver el detalle de la llama; el camino llevaba hacia una mesa, una mesa de madera que tenía más velas y unos detalles decorados con rosas.

       Wow.

       Logan me llevó lentamente por el camino, pasando entre las velas. Las llamas se movían lentamente por el viento y yo no podía creer que siguieran prendidas.

       —¿Qué significa esto? —murmuré al llegar a la mesa.

       —No podremos pasar la Nochebuena juntos, así que quise hacer una especie de pre-cena de noche buena. Llámalo una previa, quizás.

       Agh, ¿es que acaso no podía ser más perfecto? Era insoportablemente adorable.

       —No… no sé qué decir… —balbuceé con la mirada perdida en la mesa. No era una cena, claramente, pero tenía lo que más me gustaba en todo el mundo: Frutillas.

       Frutillas, crema, chocolate derretido, Nutella, había de todo para ponerle a mi fruta favorita.

       —A ti no se te pasa ningún detalle.

       —Es que creo conocerte lo suficiente —respondió él, mordiéndose el labio inferior mientras me miraba.

       —Parece que sí —lo miré por sobre mi hombro y tomé su rostro para depositar un corto beso en sus labios.

       —Una pre-cena de frutillas, es lo mejor del mundo —comenté con una amplia sonrisa.

       Hmmm... realmente había olvidado lo delicioso que eran las frutillas con crema, con nutella y con chocolate. Creo que Logan pretendía matarme con una sobredosis de azúcar, si quería que terminara con diabetes, quizás lo iba a lograr, pero no podía reclamar, estaba en el paraíso.

       —Oh, es el mejor regalo. Bueno, este y el otro que me diste.

       —¿Qué otro?

       —El hecho de que hayas juntado a mis padres… —murmuré dándole un mordisco a una frutilla con chocolate.

       —Mereces eso y mucho más.

       —No sé cuantas veces he escuchado eso, y no sé si realmente lo merezco tanto como lo dices —dije llevando mi mirada hacia sus azules ojos.

       —Es que no sabes como yo te veo a ti —aclaró su garganta. —Si supieras, sabrías lo increíble que eres.

       Más encima me dejaba sin saber qué decir.

       Lo detestaba tanto.

       Logan simplemente rió y se llevó una frutilla a su boca. Dios, era tan sexy.

       —Despierta —habló él mirándome de manera divertida.

       Sacudí mi cabeza y reí también. Delilah y sus pensamientos pervertidos, ¿desde cuándo pensaba así? Culpaba a las frutillas.

       —Bueno, no te traje solo para comer, Delilah —dijo de pronto, volviendo a despertarme de mis pensamientos. Logan volvió a reír. —Andas demasiado despistada.

       —Lo siento —me disculpé sin saber por qué lo hacía. —Entonces, ¿qué estabas diciendo?

       —Que no te traje hasta aquí solo para comer —dijo y miró su reloj. —Y viendo que ya se me está pasando la hora, no me tomaré mucho tiempo, tu padre dijo que tenías que estar de vuelta en casa a las siete, máximo siete y treinta.

       Puse mis ojos en blanco.

       —Escúpelo, Johnson.

       Esta vez fue él quien puso los ojos en blanco y dejó salir una risa entre dientes.

       —Quiero que esto sea formal, digo… que seamos novios, oficiales —dijo mientras jugaba con sus dedos. Oh, Logan Johnson estaba nervioso y tenía que admitir que me agradaba verlo de esa manera.

       Que hombre más adorable.

       ¿Qué había hecho yo para merecer a alguien así? ¿Qué había hecho para que me llegara una persona tan increíble como él? Beau, seguramente era Beau, me había enviado un ángel, de eso estaba cada día más segura.

       “Quiero que esto sea oficial. Que seamos novios”.

       “Quiero que esto sea oficial. Que seamos novios”.

       Oficial. Novios.

       No dejaban de repetirse una y otra vez en mi cabeza.

       ¿Yo, Delilah Schneider, tenía novio? Era algo que jamás en la vida se me había pasado por la cabeza.

       —Sí

       Comenzaba a pensar que estas fiestas no iban a ser tan malas después de todo.

En la Oscuridad y la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora