Un nueve…
¡Un nueve!
Me había sacado un nueve en mi examen de matemáticas. Un nueve, no podía creerlo.
Corrí con una sonrisa tatuada en mi rostro por los pasillos de la escuela, sosteniendo el papel que tenía mi increíble nueve.
—¡Adam! —lo llamé entre la gente, lo que hizo que varias personas miraran hasta donde yo estaba.
Claro, ¿desde cuándo Delilah Schneider hablaba con Adam Sloan?
Adam se encontraba con su grupo de amigos, todos de su equipo. Se volteó y me saludó con una sonrisa.
—Hey Delilah —saludó alejándose de sus amigos para ir hasta donde yo me encontraba.
—¡Un nueve! —exclamé mostrándole la hoja con aquella sonrisa que no se podía borrar.
—¡Delilah! —exclamó él también esbozando una sonrisa y se acercó abrazándome. —¡Felicidades! Te dije que lo harías, te dije que tenías que creer en ti.
Asentí y guardé el papel en mi mochila.
—Gracias, de verdad… —murmuré y volví a abrazarlo. Era ese abrazo que quería darle la noche anterior, el abrazo que decía que sentía lo mismo que él, que conocía su historia como él conocía la mía. —Por todo, en serio.
—No tienes que agradecerme, para eso estoy, me alegra haberte sido de ayuda —se alejó sonriendo y me hizo un gesto de que volvería con sus amigos, gesto al que yo asentí. —Nos vemos.
—Te debo una, una grande —dije sonriendo y me alejé en busca de Logan y los demás.
Caminé por los pasillos, la sonrisa no me la borraba nadie, ni siquiera las miradas o palabras de las personas. Llegué hasta la mesa donde solía sentarme a almorzar con los chicos y Neil se encontraba solo ahí.
—¡Neil! ¿Y los demás? —pregunté sentándome a su lado.
—Ellen se fue a casa, Logan tenía que llevar a Frankie a no sé dónde y Jared está haciendo la fila para el almuerzo, si te apuras alcanzas a ir con él.
—¿Logan se fue? —pregunté confundida. —No me avisó.
—Sí, fue como algo de último minuto —comentó sin importancia, dándole un mordisco a su sándwich de ave pimentón. —Por cierto, ¿cómo te fue?
—¡Un nueve! —exclamé nuevamente.
—¡Felicidades! —Neil se levantó y me dio un abrazo. —Justo lo que necesitabas, estás del otro lado ya, Delilah.
Como no lo hacía hace meses, caminé a casa, la ciudad ya estaba llena de luces, aunque así era todo el año, pero ahora se encontraba adornada con luces navideñas por todas partes. Aún quedaban unos días para navidad y las personas ya andaban vueltas locas por las compras.
¿Mi casa? Cero decoración navideña, ni siquiera me había tomado el tiempo de armar el árbol como todas las personas lo hacían. No, eso era algo que hacíamos en familia, no podría hacerlo yo sola.
Me ponía de mal humor el pensar que tenía que entrar a esa casa, esa casa tan solitaria y oscura.
Pero me encontré con una gran sorpresa al entrar. Luces por todas partes en la sala, eran las luces navideñas que usábamos para decorar la chimenea y el resto de la sala. Botas y dulces colgaban entre la decoración, era como ver mi casa años atrás, me refregué los ojos para asegurarme que no estaba soñando, que todo era cierto. Me adentré sin entender y me encontré con el árbol navideño armado y brillando con sus diferentes luces y una tonada de villancicos que una de las luces tocaba.
¿Qué rayos?
—Felices fiestas —Logan apareció detrás del árbol y me ofreció la estrella, la que faltaba en la punta del árbol.
Me quedé sin palabras, todo estaba demasiado hermoso. Era ver mi casa en cada navidad, cada rincón decorado de la misma forma, ¿cómo era posible que Logan supiera exactamente todo?
—Logan… —murmuré boquiabierta.
—Felices fiestas, Delilah.
Esa voz…
Esa voz era de mi madre.
Mi madre.
Me giré y la vi frente a mí. No podía creerlo. Mi madre estaba a centímetros de mí, después de ocho meses mi madre estaba junto a mí. No era la misma mujer que conocía, había perdido por lo menos unos diez kilos, su cara era más fina de lo normal y las ojeras eran iguales o peor que las de mi padre. Pero era mi madre. Mi madre estaba de vuelta.
—Mamá… —murmuré y mis lágrimas cayeron descontroladamente por mis mejillas.
Su abrazo me tomó por sorpresa, pero me dio mucha fuerza. Todo era demasiado para mí, pero estaba ahí, estaba en casa y estaba con mi madre y era ella quien me abrazaba. No había nada igual que el abrazo de una madre.
—Delilah —murmuró mi madre pasando sus suaves manos por mi cabello, pasando sus dedos como si fuera un cepillo. —Te extrañé tanto mi amor…
—Te extrañé mami —dije entre llantos y ella besó mi mejilla. —No puedo creer que estés acá —la volví a abrazar, escondiendo mi rostro en su cuello.
—Quería esperar a Navidad, pero… se me hizo imposible —mi padre estaba junto a Logan. Ambos mirándonos con una sonrisa.
—Gracias, es el mejor regalo —dije, esbozando una sonrisa aún con lágrimas en mis ojos.
Me acerqué hasta ellos y los abracé.
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En la Oscuridad y la Luz
Teen FictionLa vida de una adolescente puede cambiar de la noche a la mañana, y ese es el caso de Delilah Schneider, quien después de la muerte de su hermano vuelve a vivir en la oscuridad: un infierno viviente. Todo en su vida cambia y termina por sí sola, vol...