"Cuando ya no puedes más, necesitas desahogarte, llorar y seguir adelante."
Capítulo tres
Estoy en el asiento trasero del auto de Trina, ella es el piloto y Ricardo el copiloto. Han decidido por cuenta propia que ellos me traerían al cementerio.
Después de todo dejaran que vuelva a casa sola, por mucho que me haya costado convencerlos, les he dicho que no pretendo realizar ninguna locura.
Desde hace más de veinte minutos que hemos salido del departamento, todo está en silencio, como si temieran decirme algo, pero los entiendo, a pesar de todo ellos querían protegerme de esa cruel verdad que me esperaba y no los puedo culpar.
El auto va perdiendo velocidad, eso solo indica una cosa. Hemos llegado. Miro por la ventana y así es, todo se ve oscuro y siniestro allá fuera y aun así no me pienso detener.
Bajo del auto ahora con mi ropa seca y mi cabello recogido en una coleta alta.
Las gotas de lluvia me golpean en la cara mientras camino recto hasta la entrada del cementerio, puedo visualizar las lápidas desde aquí y siento esa picazón en las esquinas de mis ojos de nuevo.
Abro la reja de metal con la que esta bordeada el cementerio, decido entrar. Me he grabado muy bien lo que me han dicho.
Cementerio E.S. Fila 4, Lugar 5.
Paso cerca de las primeras filas, hay flores marchitadas, lodo y se ve como si no las hubieran limpiado por un largo, largo tiempo.
Cuando menos lo espero me encuentro en la cima de una pequeña colina, donde se puede ver que hay más lápidas.
Estoy en la fila 4, veo el lugar número 5, efectivamente una lápida está en ese lugar, pero no me muevo de donde estoy tengo miedo de mirar.
Sé que tengo que enfrentar la realidad y acercarme para poder comprobar por mí, que lo que me han dicho hasta el momento es cierto. Sigo siendo cobarde, sigo siendo aquella niña de dieciocho años que apenas comenzaba su vida, que quería a su hermana mayor.
La venda que se encuentra en mi mejilla esta empapada ahora, se supone me cubriría de alguna infección y lograr que ya no sangre, pero no funciono. Siento el líquido caliente correr por mi mejilla hasta la barbilla cayendo gota a gota hasta el suelo.
Miro al frente, camino recto con ese vacío en pecho, con ese dolor que puede llegar a matar.
Doy una bocanada de aire cuando llego, ahí está, tres metros bajo tierra, un mundo que nos separa y a la vez nada.
En memoria de
Ellys Rojas, Cristina.
5 de marzo de 1987- 28 de junio de 2012.
"Por ser una buena madre y una excelente esposa."
¿Que...? ¿Esposa? ¿Cristina se casó? Y eso no es peor, lo peor es que ¿Fue madre?
Por un segundo dudo si lo que dice ahí es sobre mi hermana y pienso que me están haciendo una mala jugada.
No sabía que estaba llorando hasta que un sollozo es revelado, mis lágrimas y las gotas de agua se mezclan. Mis ojos están clavados en esa piedra que tengo enfrente, ella era más de lo que dice ahí, ella era más que una simple oración.
Pese al tiempo, mi visión ya no es nada clara, sigo empapada, estoy llorando, mi mejilla ensangrentada y, aun así, creo que aún tengo fuerzas para averiguar qué fue lo que paso realmente.

ESTÁS LEYENDO
Fugitiva
AcciónTodo lo que necesitas saber es que los buenos se mantienen como buenos. Copyright - Todos los Derechos Reservados.