Capítulo veintidós

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Capítulo veintidós.

—Bien, compañeros —junta sus manos en un aplauso y nos mira, a cada uno de nosotros. —Hagámoslo, esto es fácil.

—No. —me niego. —Ni, aunque me dieras un millón. No lo hare. En absoluto.

—Pero... ¿Por qué no? — pregunta Trina. Ellos están tan mal de la cabeza, más que yo, de hecho. Cuando llegue, ¿Que me encuentro? A mis amigos haciendo planes sin mí y ahora que sé de qué van los planes no quiero formar parte de esto.

—Eso es tan retorcido. ¿Posiblemente esos chicos no sepan lo que están haciendo y nosotros los vamos a matar, no tienen una idea mejor? —los miro a todos, pero se mantienen callados.

—Elizabeth —empieza Rodrigo. —, si ellos nos quitan la mercancía nosotros vamos a pagar las consecuencias, ellos se estarán riendo mientras tú y todos nosotros somos golpeados de nuevo y mira que sé que no quieres volver a pasar por eso. —se cruza de brazos. — A menos que quieras eso, no lo hagas, pero no salvaremos tu trasero. Esta vez no, Elizabeth. —separa un poco sus piernas y me mira fijamente. Odio la postura de macho. Eso significa que haría hasta lo imposible porque acepte.

— ¿Cuándo? — pregunto resignada. — Y díganlo antes de que me arrepienta.

Ellos sonríen como el gato que se comió al pájaro. Saben lo que hacen. No tengo otra opción, pero eso no quiere decir que yo pueda participar lo menos posible.

— Mañana cuando estén saliendo como a las nueve de la noche. — asegura El macho alfa.

— ¿Y si nos ven? — pregunto. Trina y Rodrigo se encogen de hombros, Ricardo pone los ojos en blanco.

— Eliza, te conozco y estás buscando una excusa para no hacerlo.

—Cállate, Ricardo. —gruño.

Me siento en el sofá de la sala, llevo las manos a mi cara y las restriego con frustración.

—Iremos por Daniela y Britany. ¿Vienes? — cierro los ojos e intento tranquilizar mi respiración.

—Trina, Britany es...

—No empieces, Elizabeth. — interrumpe Ricardo.

—No, no entiendes. Lo que quiero decir es que...

—Ya. —vuelvo a ser interrumpida, pero esta vez por Trina. —Déjalo pasar, Eli.

Aprieto los ojos cerrados con fuerza y digo con dientes apretados: —Lo que quiero decir es que Britany es mi hermana — lo digo lo más rápido que puedo y que se entienda.

Abro los ojos y ellos me miran sorprendidos y apuesto a que esa debió ser mi cara cuando me entere. —Yo no tenía ni idea. En realidad, todo lo que hizo fue decírmelo.

— ¿Así, sin más?

—Sí, Ricardo. Así, sin más.

—No lo creo. — susurra Trina, se deja caer en el sillón a mi lado y se desparrama.

Rodrigo se aproxima y antes de que me dé tiempo a pensar, me levanta en sus brazos y me enreda en ellos en un abrazo mientras acaricia mi pelo.

—Todo estará bien, ¿Sí? — asiento contra su pecho no muy convencida de lo que está diciendo porque ya he perdido la cuenta de cuantas veces lo he escuchado.

Estoy en el auto cuando mi teléfono celular suena. Lo tomo, es una llamada de un número desconocido, contesto

— ¿Quién habla? —contesto bruscamente.

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