Capítulo 38. "No se vayan, no me dejen"

5.5K 432 38
                                    

♦ "No se vayan, no me dejen"

Era el colmo.

¿Por qué todos creían lo que se les daba la regalada gana? ¿Por qué ellos ni siquiera me escucharon? ¿Por qué?

Me siento en una esquina del sofá restregándome las manos en la cara con frustración.

Estaba demasiado ida para pensar con claridad, Trina y Rodrigo estaban encerrados en sus respectivos cuartos y yo no sabía en qué punto estaba.

Un problema se encuentra en mí. Algo tenía que hacía que las personas se alejaran de mi sin hacer absolutamente nada, todavía nada. Podía vivir toda una vida sola o podía vivir pensando que no tenía a nadie aunque yo sabía que lo merecía pese a quien le pese.

Trina sale de su habitación con un par de maletas. Oh no. Me levanto de un salto del sofá y corro hacia ella que esta por abrir la puerta principal.

— ¿Qué haces?—digo viendo las maletas.

—Me voy. —sigo sin poder creer lo que estoy viviendo.

Nos vamos — levanto la mirada por encima del hombro de Trina y veo a Rodrigo que trae con él unas bolsas de lona. 

— ¿Qué? ¿Por qué? —frunzo el ceño, mis nervios aumentan.

— ¿Por qué? —dice una indignada Trina. —Tú sabes muy bien por qué.

—No sé de qué me estás hablando —aprieto los dientes.

— ¿No? ¿No, Elizabeth? —Rodrigo recalca mi nombre.

—No, no lo sé. Explíquense.

Quedamos en un silencio tenso ellos mirándome a mí y yo a ellos. 

—Qué me dices de... Daniela. —arquea una ceja Rodrigo. 

— ¿Daniela? —miro al suelo y meneo la cabeza de un lado a otro.

— ¿Por qué murió, Elizabeth? —cierro los ojos brevemente y dejo que un cubo de agua invisible caiga por encima de mí. Con que eso era.

—Yo no hice nada —levanto la mirada. —No le hice nada, lo juro.

—Estas mintiendo de nuevo —Trina me asesina con la mirada. —No sabes otra cosa más que mentir.

—Iban a matarte a ti. Lo único que hice fue que no lo hicieran. Deberías estar agradecida.

—Pues no lo estoy. Eres una asesina.

— ¡No soy una asesina! ¡No soy eso! —grito.

— ¡Mataste a Ricardo, Elizabeth! ¡Lo mataste también! ¡¿Que nos espera si nos quedamos contigo?! ¡¿Qué?! —retrocedo un paso como si me hubiera dado una bofetada.

—Yo no mate a Ricardo —digo bajo.

— ¡Es verdad! ¡Lo sabemos! —tapo mis oídos con ambas manos.

— ¡Cállate! ¡Cállate, ya! ¡No hice nada de eso!  —cierro los ojos con fuerza ocultando su voz con tono de reproche. No quería que esto pasara por eso mismo no hice nada. —No lo mate —me rehusó a creer que tienen razón porque no la tienen y es más que obvio. Dejo caer los brazos a mis costados y abro los ojos.

—No puedo creerlo. —niega con la cabeza Rodrigo.

—Pero no hice nada. Estaba ahí con ustedes. ¡Estaba ahí! —comienzo a gritar de nuevo por la gran desesperación de que me crean. — ¡Estaba ahí, yo fui la que corrió hacia él, no ustedes! —niego. —Estaba ahí. Estaba ahí. Estaba ahí — repito una y otra vez.

FugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora