Capítulo 43. "Una necesidad"

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♦ "Una necesidad"

Meneo la cabeza de izquierda a derecha al ritmo de una canción sin sonido, de un lado a otro viendo fijamente el techo negro de la habitación.

Me negué rotundamente a que Daniel volviera a darme un collarín y el dolor estaba siendo... aceptable conforme pasaba el tiempo. En menos de dos días volvía estar en una de las casas de él ya que la otra fue incendiada. La herida del pecho estaba sanando con rapidez, pero la del estomago no, dejando una cicatriz grande y nada delgada aunque todavía seguía a carne viva.

Cierro los ojos todavía meneando la cabeza y conforme la pesadilla se va borrando de mi mente hasta que se hace una nuble polvosa de recuerdos sucios. No tengo este tipo de sueños seguido, pero ya me ha ocurrido dos veces lo que no es bueno.

Debía de tranquilizarme, debía de dejar toda la tensión atrás, pero ¿cómo podía yo hacer eso? Cada vez que todo estaba bien se iba a la deriva, entonces no podía hacer absolutamente algo bueno ya que lo perdería.

La puerta principal es cerrada con un portazo que me afirma que me he quedado sola en la gigantesca casa.

Podría quedarme aquí acostada por todo el día o podría ir a iniciar mi búsqueda de los mentirosos, como yo los llamaba. Aun necesitaba respuestas y el estar herida y magullada y toda fea sangrienta no me iba a impedir que fuera a buscar a ese par de chicos inmaduros que huyeron de mi lado. Los encontraría y les pediría, no, les exigiría respuestas y los por qué a todas mis preguntas.

Mientras consigo un poco de ropa y, no me interesa de donde la haya sacado ese chico, hago un esfuerzo por colocarme bien la blusa sin estirarme tanto, tantas veces curar la misma herida se estaba haciendo algo habitual sobre todo la de mi estomago.

No le había dicho a Daniel que, por supuesto, yo ya sabía quién era su "Jefa", no iba a arriesgarme con eso y mucho menos con ella que todo investiga y aunque yo confiara un poco en él iba a darle el beneficio de la duda, no era del todo seguro que Zers estuviera de mi lado o que estuviera del lado de ellos porque sus palabras decían algo, pero sus acciones decían otra cosa nada comparada. Podía reunir el valor de dejar todo esto atrás e iniciar de nuevo, pero primero tenía que arreglar unos asuntos importantes que todavía no habían sido sellados.

Cierro despacio la puerta, saliendo del cuarto y bajando las escaleras. Salgo al frio aire de la tarde exponiendo a mi piel ahora sensible, ni siquiera sabía a dónde ir, no sabía por dónde ni a que dirección, pero estaba dispuesta a no regresar si no hablaba con ellos.

Camino, tomándome mi tiempo en cada paso, hacia el norte de la autopista siguiendo a los autos que van en esa dirección. Menos de diez minutos después entro al centro de Bridgetown cautiva porque se ha hecho de noche tan rápido.

Miro por encima de mi hombro notando que me siguen. Claro, como no iban a hacerlo, no se les escapa ninguna.

Doy pequeñas zancadas ya que no me encuentro en una posición de lucha y no me encuentro bien.

Una mano grande y fuerte toma mi codo, me resisto todo lo que puedo jalando mi brazo a un lado fuera de su alcance. Soy jalada bruscamente hacia atrás cayendo de culo al suelo, una patada en mi frente me hace caer de espaldas quedando completamente en el pavimento. Gimo de dolor, ellos comienzan a darme patadas por todo el cuerpo una de ellas impacta contra mi boca haciéndome sangrar mi labio. Suficiente.

Ignorando el dolor de estomago me levanto como puedo, le doy a uno un puñetazo en la cara haciéndolo retroceder y me dirijo al otro, me abalanzo sobre él y le doy un golpe en las costillas y otro en el rostro hasta que se vuelve algo constante. Me agacho cuando la sombra proyectada del otro tipo por las linternas de la calle se ve en el suelo causando que éste le dé un golpe a su compañero. En lo que tarda en recomponerse me subo en su espalda de un salto jalando su corto cabello hacia atrás, él grita y yo no me detengo. Me bajan de su espalda con un empujón, caigo sobre mis pies tambaleándome por la sacudida repentina. 

Dos brazos se entrelazan en mis antebrazos por lo que mi pecho queda expuesto hacia mi contrincante. Unos de ellos aprovecha que estoy sujeta por su compañero y lanza su puño directo a mi panza, pero antes de que llegue a impactar contra mi cuerpo tomo impulso y con los tobillos de mis pies le doy vuelta a sus brazos y cae. Me zafo del agarre que me tenía presa y pongo mi guardia saltando a la defensiva, empiezo a golpear al único que queda como estuviera en el ring o algo por el estilo. Mi asalto se ve interrumpido cuando jalan de mi cabello hacia atrás, subo ambas manos donde se ejerce la presión para disminuir el dolor, pero sigue arrastrándome hacia atrás. Cuando pienso que mi cuero cabello va a caer por completo la presión disminuye y la mano se aleja. 

Doy una patada en la espinilla del tipo que tengo enfrente, él se dobla y con un empujón lo tiro al suelo y como anteriormente hizo conmigo doy patadas por su asqueroso cuerpo. 

No es hasta que me he cansado cuando escucho golpes chocando contra algo. Mi respiración es agitada y superficial, doy la espalda al hombre tirado en el suelo cuando soy consciente de que ya no puede hacerme daño. Daniel esta a horcadas encima del hombre golpeándolo con una fuerza exasperante.

Dejo todo a mis espaldas y hecho a correr hacia alguna dirección lejos de ahí. Paro en la esquina de una calle, recargando mi espalda y dejándome caer despacio. En la parte baja de mi vientre una línea de dolor muscular se forma haciéndome soltar un grito desgarrador.

Segundos después de estar sentada, Daniel llega tirándose a mi lado.

—Qué es lo que no entiendes de no salir.

—Que debo salir —jadeo. Niega con la cabeza, sube ambas rodillas y coloca en ellas sus codos.

—No se te dan del todo bien las advertencias. —una sonrisa ladeada aparece en su rostro. — ¿o sí?

—No —él ríe y el sonido se escucha verdadero así que rio con él.

Poco a poco vamos calmándonos hasta que quedamos serios de la nada.

— ¿Cómo apareciste de la nada? 

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —esquiva mi cuestionamiento.

Entre cierro los ojos en su dirección. —Sí, creo...


— ¿De qué iba tu sueño? —pregunta. Frunzo el ceño totalmente desconcertada, pero recuerdo que él había dormido del otro lado de la habitación por lo que debió haber escuchado mi grito poco sonoro.

Me mantengo en silencio durante un rato debatiéndome entre decirle o no, hasta que respondo:

—Fui violada —suelto. —Pero aprendí a luchar contra ello. Aprendí a luchar con el paso del tiempo de esas pesadillas que se hacían seguidas y ahora son escasas.

Quería que entendiera mi necesidad, una necesidad de confiar en alguien sea quien sea, yo estaba dispuesta a confiarle todo, porque esa necesidad se hacía cada vez mas grande.

Continuará...
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SIETE capítulos y contando.

Hola, solo quería decirles que hoy empiezo mi nueva historia Impossible, pásense y denme el visto malo o bueno.

Gracias por leer c:

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