Capítulo 34. "Sed de venganza"

5.5K 436 71
                                    

 ♦ "Sed de venganza"

 ¿Estas embarazada? —me quedo mirándola fijamente. —Estas embarazada —afirmo. — ¿Qué?

—Solo pasó.

— ¿Como que "solo paso"?

—Ahs, Elizabeth —solloza. —Como esas cosas suelen pasar.

—Pero esas cosas no simplemente pasan. ¡Debiste de tener cuidado! ¿Qué vas a hacer con un niño? ¡Dios! —subo ambas manos a mi cabeza y restriego mi cabello con frustración. —Eso es estar realmente jodido. Esto es otro nivel, ¿sabes? De esto no nos podemos deshacer y ya, ¿entiendes?

—Yo no quiero deshacerme de él o ella.

—No estoy dando a entender eso —frunzo el ceño aun con las manos en mi cabeza. —Esto está mal. Esto está mal. Esto está mal. —repito una y otra vez.

—Elizabeth, no vas a hacerte cargo de nada....

— ¡Cállate, Rodrigo! —le grito y Trina llora fuertemente. —Aquí el asunto es que no se han dado cuenta de todo, ¿verdad? Ese niño se ha quedado sin padre y nosotros ni siquiera tenemos un trabajo decente. La policía nos busca y si ella no cuida ese embarazo pueden pasar muchas cosas. La maldita jefa va a querer verla y esa panza va a crecer. No podemos hacernos cargo de ese bebé. Y tú —señalo a una llorosa Trina. —debiste de tener cuidado. ¿En qué pensabas? Esto no se arregla con nada. Nada. ¿Acaso contaste con la idea de Ricardo muerto?

—No. —me mira y yo levanto los brazos exasperada.

—No, no, no. Aquí es el momento en que me dicen que esto es una jodida broma de mal gusto y Ricardo está vivo, ¿cierto?

—No, Elizabeth. Ricardo está muerto. —dice Rodrigo como si del clima se tratará.

Tomo asiento en el césped de ahí y oculto mi rostro tras mis manos.

Dolía saber que la situación se estaba saliendo de control y que no se podía hacer gran cosa. Dolía saber que una persona había muerto y que a nadie le importase. Dolía saber que de a poco las personas se estaban alejando de tu vida.

Estaba sintiéndome sola aunque realmente no lo estaba porque tenía a Rodrigo y a Trina, pero ese sentimiento no se iba sino que se intensificaba más y no podía detenerlo. Quería cerrar los ojos y pensar, solo imaginar que esto era un mal sueño y que esto no estaba pasando, pero sería estar viviendo en la ignorancia y estaría volviéndome loca.

Algunas cosas no encajaban, algunas cosas no tenían sentido y algunos espacios empezaban a ponerse en blanco.

La muerte de un amigo siempre va a ser dura y trágica porque has convivido con ellos un tiempo determinado y a pesar de que los cuatro tuvimos nuestras bajas y altas no podía evitar el hecho de sentirme triste.

Quisiera echar a correr y no regresar.

Cierro los ojos y pienso que esto está mal, estábamos solos. 



—No, nada de un reemplazo —digo.

— ¿Pedí tu opinión? No. Entonces no opines.

—Pero es nuestra palabra contra la suya —reclama Trina.

—No vamos a sustituir a Ricardo —argumenta con voz firme Rodrigo.

— ¿Quien es la jefa? Yo. Se hace lo que yo diga.

—Pfff. Deje de hacer preguntas y contestarse sola —me burlo.

Nos encontrábamos en el almacén frente a esa mujer que se creía superior a nosotros y que, como era obvio, sustituiría a Ricardo por otra persona si no lo evitábamos.

FugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora