Capítulo 7

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Kennya

¡Estaba harta! Y no era el sonido del segundero del estúpido reloj en la pared.

¡No!

Había estado casi dos semana aquí. Entré estos animales, aún que era lo que sé esperaba al infiltrarme.

Pero adaptarme a estar casi todo el tiempo dentro de esta mansión ¡No era posible! Yo soy un alma libre. No nací para estar en una jaula.

— ¿Señorita? Ya puede pasar.

Me levanté y entré al despacho.

— Me han dicho que desea hablar con alguien al mando de esta casa. Bien aquí me tiene. Es un gusto conocerla, mi nombre es Dmitriy Istachenko.

Bueno era apuesto, pero quería respuestas.

¿Que le había ocurrido a su Alfa?

— Sé que debes de estar muy confundida. Lo que pasó esa noche fue un ataque de animales salvajes. No tienes por que preocuparte. Tu pierna a sanado muy bien. Y mientras tanto has estado a salvo aquí. Puedes sentirte como en casa. Dime ¿tienes familia o alguna persona a la que podamos contactar para que no se preocupen?

Es cierto. Ellos no saben nada de mí. Me ven como una chica normal. No puedo dejar que sospechen de mi. Eso arriesgaría mi misión. Ya que estoy aquí, debo soportar y ser parte de su mundo. Sólo espero lograrlo. Mijail cuenta conmigo.

Y Kennya Lodwood... jamás falla.

Será mejor utilizar una máscara diferente ante ellos.

— No. No tengo a nadie. Vivo sola, y bueno... Realmente no se que hacer, no creo que pueda regresar. Esa noche me echaron de mi departamento. Creo que tendré que buscar otro lugar para alojarme. Ustedes han sido tan buenos y amables conmigo.  Siendo que soy una desconocida. ¡Muchas gracias! No sé que habría sido de mi sin ustedes y su amabilidad —. Casi muerdo mi lengua, pero debía tragarmela para no vomitar al decir toda esa fanfarria.

"Vamos ... ¡Tragate la mentira!"

—Eso es una pena. Pero no sufras. Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites. Al amo de la casa no le importará. Creó que estará muy feliz de que estés aquí.

Arqué una ceja. ¿Amo? Oh ya veo. Tratan de proteger su identidad. Bien. Ya que ambos mentimos será mas fácil para mi.

— Ustedes ¿Son sus empleados? ¡Debe ser una persona muy importante! ¿Y donde esta ahora?

Su rostro se descompuso en una nueva de desagrado con la palabra empleado. Debe ser uno de sus betas. Y ese comentario evidentemente lo ofendió.

"Vaya que voy a divertirme con estos sujetos."

Bueno, algo así. Y él esta indispuesto, esta muy apenado en no poder atenderte en persona.

Un punto menos a mi favor.

¿Cómo cumpliría mi misión si él lobito no está aquí? Deberé buscarlo.

Sólo de acordarme en la forma tan vergonzosa en que nos conocimos. Un calor subía por mi rostro y teñía mis mejillas.

Si hizo eso estando inconsciente. Que sería ya en sus cinco sentidos.

Sonreí para mis adentros. Sería interesante descubrirlo.

—¿Me has escuchado? —. Buscó mi mirada.

— ¡¿He?!

—Decía que Sergei se encargará de mostrarte todo. Cualquier cosa aquí estaré y él también ¿ok?

— Claro. ¡Gracias en verdad!

— No agradescas nada. Es un placer.

Extrañamente pude notar calidez en sus ojos. No eran fríos ni carentes de emociones. Eran más humanos que de los que decían serlo.

Eso me altero un poco, salí de inmediato. Caminé por los pasillos hasta llegar a la planta baja. El lugar estaba desierto.

De pronto escuche una voz. La de una mujer.

La seguí.

Una chica bastante linda cuidaba del jardín. Me acerqué un poco para verla mejor.

— Acercate. No muerdo.

Sus ojos eran de un bonito color marrón. Y su cabello era negro y muy lacio.

Debía admitir que era muy guapa.

— No quería interrumpirte. Estás muy concentrada en los rosales —

—Odiaria que murieran. Así que me encargo de ellos, ya que mi hermano nunca lo haría —. sé giró a mi. Y me abrazo con fuerza.

Me quede estática. Incomoda.

— Es una bendición que estés aquí. Rogué a los dioses por que llegarás aquí. Ahora las cosas serán diferentes.

Gruesas lágrimas caían de sus ojos. Y sentí pena por ella, y por inercia, le abracé de igual forma.

Sintiendo en mi hombro sus cálidas lágrimas.

¡¿Quien era ella?! ¡¿Por que sé tomaba esa libertad conmigo?!

No lo sabía. Pero sentía que algo estaba cambiando.

Ella era una de esas detestable criaturas, y ahora  viéndola así, no podía odiarla. Simplemente no podía.

Continuará...

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora