Capítulo 26

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—¡Maldita perra! Mira que dejarnos aquí a mitad de la nada ¡¿Y todo para que?! ¡Vigilar a un desgastado y apestoso vejete! Debería estar en mi tienda, haciendo el amor como conejo con mi mujer... —El molesto rogue acercaba sus manos a la pequeña fogata a orillas del congelado río.

Sentía que sus manos se partiría en cualquier momento.

—¡Ya se qué tu siempre has tenido más pelotas que cerebro! ¡Deja de divagar como idiota y ve a vigilar!— escupió el segundo, arrancando parte del lomo del desafortunado venado que se convirtió en la cena de ambos.

Malhumorado, el quejumbroso  caminó y subió un poco la escabrosa colina, justo a abajo  la casucha del alquimista, se miraba desierta.

Arrugó el entrecejo, alzó los hombros y asegurándose que todo estuviera en orden, regreso a su cómoda piedra junto a la calentita fogata.

Sin darse cuenta que nuestro curioso anciano, ya había advertido la presencia de ambos. Y este, viendo lo cansados y irritadas que estaban, era la oportunidad para salir a paso veloz sobre su vieja carreta.

Hasta las parte más alta de las montañas Alhelíee. Hogar de las criaturas más perversas y diabólicas.

Los nigromantes.

Miró a tras, la vieja carpa de la carreta aún servía, pero en las lluvias goteaba. Miró el cuerpo del antiguo alfa, enredado de sábanas y oculto entre ellas.

—Descuida viejo amigo él te ayudará. Sólo espero el precio no sea demasiado alto. No me gustaría perder una extremidad.

Y así partió, en busca de la ayuda de los inframundos.


...



—Déjame ver si entendí. Estas diciéndome, ¿que esa cazadora es tu mate? Bueno, eso si es algo increíble— Sergei pateaba el suelo con desesperó. ¡Estaba que echaba espuma por la boca!

Miraba con irritabilidad a su Alfa. Y como no, si su preciosa peli negra, se había mantenido a raya en cuanto a estar juntos y a solas por varios días.

¡Ya estaba hartó!

"¡Juro que mataré a ese hijo de puta cazador despreciable!"

Desde que había regresado. Anka había decidido mantener su distancia, hasta "digeir" todo con respecto a su desafortunado destino.

Y para colmo ese desgraciado del encapuchado, Bogdan, no se le había despegado. Alegando que tenía que cuidarla.

¡¿Que mejor lugar para cuidarla que entre sus sábanas y sus brazos?!

Frustrado, pateó la mesa hasta lanzarla unos metros mas allá. Alekséi, lo miró con algo de lástima. El sabía lo que era estar lejos de la mujer amada.

¡Una maldita condena!

—¡Oye! Entiendo que estés cabreado ¡Pero no te desquites con nosotros!— Dmitry se cruzó de brazos, mirándolo mal.

—Dudó que sepas como me siento ¡Siento que me volveré loco! ¡Quiero salir y despellejar a ese tal Bugdan o como se llamé! ¡Mierda!

—No es cosa del cazador. Ella, es humana y encima cazadora. Esto debe ser difícil para ella. Toda su vida, lo único que sabía era que debía vengar a su familia. No deberías presionarla demasiado. Dale su tiempo - Kennya miraba a los tres lobos, tan consternados.

Alekséi no pudo evitar ir de inmediato a ella y sujetarla de la cintura. Vaya macho. Y bueno, es que semejante mujer, no pasaba desapercibida. Era una belleza.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora