Capítulo 25

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Narra Anka



¡Esto tenía que ser una maldita broma de mal gusto!

Mis pies dolían como dos enormes ampollas. Había salido corriendo sin detenerme a pensar.

¡A que otro lado podría irme!

Cada paso era una tortura. ¡Pero primero me clavo la lengua a un árbol antes de encarar a ese maldito perro!

Me detuve, no escuchaba nada a mi alrededor. El aire estaba helado.

Mire a los lados. Podría ser humana, pero no era ninguna estúpida. Mis sentidos entrenados durante toda mi vida, me decían que ese lobo estaba muy cerca.

Jamás me perdió el rastro.

Desenvaine la espada, el arco no le intimidara. Lo había visto en acción. Como hizo pedazos a esos Rogues.

No sería fácil escapar si decidiera salir huyendo.

Sus palabras hacían eco en mi cabeza.

"Eres mi mate"

Cerré los ojos con fuerza, lágrimas de mucha frustración y aberración bajaron por mi mentón.

¡¿Por que de tantos, de compañeros, de chicos en al ciudad, o el sujeto de los tickes en el metro?! ¡Tenía que ser un hombre de esa especie que tanto había aprendido a aborrecer!

¡No! ¡No lo acepto! ¡No acepto esta mierda!

Levante la espada y grité tan fuerte como un rugido.

—¡Se que estás ahí! ¡ Ya sal de una maldita vez, bestia!

Si debía pelear por mi misma... lo haría sin pensar. Y hablaba literal.

Espere y nada. Ni una rama romperse.

Mi respiración era agitada. Mis manos sudaban y mi garganta estaba seca.

¡Un ruido! Y giré como rayó. Nada.

No bajaría la guardia.

De la nada, salió. El mismo lobo de esa noche. Aún recordaba el color de su pelaje, el color de sus enormes ojos. He incluso sus enormes colmillos.

Gruñía amenazante, tan terrible. Lo mire, con odio visceral.

—¡No va ha ser tan fácil! ¡Yo no le pertenezco a nadie! Y menos, a un asqueroso lobo.

Creó lo enfade más, pues su pelo se erizó como un gato. Comenzó a ladrar. Y a avanzar con cada ladrido.

Era enorme, y obviamente más pesado.

"Sería mas fácil si te mostraras cual eres" pensé.

Retrocedí al verlo más cerca.

Mi labio temblaba, mis manos y cuerpo también. Apreté mis dientes. Cerré los ojos. Y me dejé caer apuntándole.

El llanto llegó.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora