Capítulo 35

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"No te metas con un lobo en luna llena, o terminaras muerto. Pues protegen lo que es suyo"

"No te metas con un lobo en luna llena, o terminaras preñada"


...

Enfadada, apuntó de nuevo al enorme árbol que en ocasiones pasadas le habia servido muy bien como blanco. Su cabello, que siempre mantenía suelto ondeando al aire, esta vez lo llevaba perfectamente trenzado detrás de sí. Eso servía para no tener obstáculos a la hora de luchar.

Sus ojos negros, brillaron temerarios y sin pensárselo mucho, disparo la flecha de forma certera. Dio donde quería, no se tentaría el corazón a la hora de matar unos cuentos roges.

Sonrió ante la imagen en su cabeza, imaginar como saldría triunfante de aquélla guerra.

Su mirada, de un segundo a otro se volvió obscura. A lo lejos vio acercarse a una mujer. Quien menos esperó tener de espectadora.

Mérida caminaba como si nada entre tanto cazador y todos si no la mayoría la miraban de mala gana, rencorosos.

Lo sorprendente de aquella escena era que a pesar de todo ese trato hostil a su persona, ella levantaba su mentón con orgullo, sin intimidarse.

Su mirada era más  arrogante que de costumbre.

¿Es que todos los lobos eran iguales?

Eso le trajo a la mente la imagen de Sergei. Incomoda desvío la mirada. Pues cada vez que eso pasaba, recordaba todas y cada unas de la vivencias con el licano desde que lo vio por primera vez. Desde ese día, en el que casi muere ahogada, el no se había despegado de su lado y bueno ella tampoco había hecho algo para impedírselo. No podía evitar sentirse tan triste al pensar que con eso traicionaba a sus difuntos padres. ¿Era tan malo sentirse cómoda a lado de Sergei? ¿Era tan malo sentirse menos sola y protegida con él? ¡Es que no podía evitarlo!
Sergei era del tipo de chico que entre mas lo conoces es imposible odiarlo. Siempre que aparecía frente a ella era para dibujar una sonrisa en su rostro.

¿Seria tan malo enamorarse de un lobo? Sus pensamientos fueron interrumpidos.

—Tremenda puntería. Al parecer tendré que cuidarme las espaldas de ahora en adelante— Mérida sacaba la flecha del blanco.

—Tal parece que han dejado que te quedes. Es bueno tener al enemigo tan cerca, pero creo que esto era innecesario. ¿Que no era el deber de Bogdan sacarte información? No lo esta haciendo muy bien que digamos— esperaba que se amedrentará pero no lo hizo. Mérida sonrió de lado de forma ladina.

—Se lo han pensado mejor. No les conviene dejar pasar una oportunidad así, y bueno, lo del cazador y yo... Es algo que no te incumbe para nada— su mirada se hizo como el hielo. Ambas se miraban con rabia contenida.

Mérida, confiada le quito el arco de las manos. La chica reaccionó tarde. No pudo mas que observar como lo cargaba con una flecha y la disparaba justo al lugar donde la pelinegra practicaba.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora