Capítulo 28

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"El destino puede llegar a ser un hijo de puta cuando se lo propone "

Sus ojos no perdían de vista el andar de la cazadora mientras sacaba filo a su inseparable espada. Siempre con esa mirada fría y de seño fruncido, siendo como un guardián a su sombra.

La veía practicar todos esos movimientos certeros y letales con el arco y la espada. La forma en que sus gráciles manos y brazos lo sujetaban, la forma en que su cuerpo contenía la respiración cada vez que tensaba el mismo. Las hebras negras de sus cabellos se ondeaban con el ir del frío viento invernal. Y si fuera poco, sus mejillas se tenían del rojo mas vívido que hubiese visto.

No le importaba saber que un asqueroso animal como un lobo, estaba prendado de ella, porque para él esa mujer. Ya era suya. Sin importar nada. Sin importarle que el destino de ambos eran caminos diferentes.

Sabía que su carácter temerario lo habían metido en un par de líos. Y esta no sería la excepción. Mijaíl, que estaba practicando con algunos o mejor dicho les enseñaba formas de luchar cuerpo a cuerpo, miro a la dirección donde el testarudo cazador no despegaba la vista.

—Tomaremos un pequeño descanso. Tienen que perfeccionar algunos movimiento— todos se despidieron con un movimiento de cabeza.

Dirigió sus pasos hacia el entretenido hombre.

—¿Algo interesante para ver Bogdan? Se te ve muy concentrado en ello—fue cuando prestó atención.

—Creo que es más que claro qué ocupa mis pensamientos, maestro Vasiliev. Si no me equívoco ya toda la maldita granja lo sabe. ¿No es así? —su voz no podía dejar de tener ese atisbo de molestia.

—Bueno, las mujeres, son el misterio más extraordinario que existe y no olvides que muchos imperios y reinos han caído debido a ellas. A lo que quiero llegar mi buen Bogdan. No quiero problemas con los lobos, ya bastantes hay con los roges como para distraerse, no es el momento para eso. Debemos estar listos para lo que pase. ¿Entiendes Bogdan?

—¡Hump! Claro, trataré no hacer rabiar al los "pulgosos". Siempre y cuando, ése imbécil se mantenga a treinta metros de Anka —sus ojos como dagas se clavaron en Mijail.

—Ese será un problema. Ya que el chico esta "imprimado" de ella. No puedes evitar eso. Esto va mas allá de tus deseos. Entiéndelo.

—Tendrá que aprender que no siempre es así. No siempre será como ellos quieren —sé levanto y camino hacía el bosque. No importaba si quedaba sólo de por vida, siempre cuidaría de Anka con el único objetivo de no dejarla correr a brazos de ese monstruo.

Cruzó varios pinos cubiertos de nieve, el lugar a pesar detener un clima terrible había algo hermoso en el. Era silencioso y parecía sacado de una fábula. No temió andar sólo, llevaba su espada. Era mas que obvio que los osos dormían. Invernaban.

Se sentía dueño del lugar. Era perfecto.

De pronto, algo a sus espaldas le hizo detenerse. Se giró en su propio eje. La mujer que tenía frente suyo, no era cazadora, ni mucho menos una de esos lobos del campamento.

Olía diferente. Desenfundó la espada. Y sostuvo su mirada cristalina.

La mujer parecía congelada. Sus ojos azules se habían abierto como dos platos y su cuerpo se miraba rígido.

Comenzó a parpadear, como si no creyera que tuviera a Bogdan en frente.

—¡Quien eres tu! ¡Eres una roge no es así! ¡Habla ahora o enterrare mi espada en tu cuerpo!

Ella no dijo palabra alguna, al contrario y confiadamente, comenzó a andar hacía el cazador. Él la miró como si estuviera loca o hipnotizada.

Era joven, y sus cabellos estaban enmarañados y de un rubio dorado. Sus ojos como dos diamantes azules brillaban entre el lugar. Se miraba un tanto tosca y ruda. Sus ropas no eran del todo femeninas, parecía mas bien un hombre con largas mechas rubias.

Aun así se dio el lujo de dudar si era una loba o un lobo. Hasta que intencionalmente, fijo su vista en los dos montículos como montañas entre su pecho, daban clara prueba de lo que era. Por un momento, se avergonzado de su descarado escrutinio.

Aun así, no dejo de apuntarle.

La chica comenzó a descender al nevado piso. Sin despegar su vista del hombre frente a ella. En un pestañeo, ya no era esa mujer sino una loba casi blanca. Con motes grises. Sus ojos eran de un azul intenso y profundos.

No supo que, pero se quedo contemplando a esa magnífica  criatura con una extraña y desconocida admiración.

—¡No quiero matarte! ¡Pero si me obligas lo haré! ¡Vuelve a tu forma humana y pelea!  —pero esta en lugar de eso se desplomó por completo en el suelo. Como un sacó de patatas. Su respiración era dificultosa y errática.

"¡Pero que diablos...!" pensó.

Se acerco un poco desconfiado. Llego a su lado y mirando a los alrededores, asegurando que nadie la acompañaba, fijo la vista de nuevo en el animal.

Lucía tan débil y cansada.

"Hace cuantos días que no bebe agua o come algo".

—Supongo que en este estado no podrás hacer daño. No creas que esto cambia algo roge —estaba por levantar al peludo animal, cuando esta volvió a su estado humano. Completamente desnuda.

Su piel era blanca y suave. No había imperfecciones. Ni siquiera alguna cicatriz. Nada. Sus labios eran de un rosa pálido muy bello y sus pestañas eran largas y tupidas.

Sus ojos hicieron el intento por abrirse pero se sentía muy débil .

Levanto su mano y toco suavemente el rostro del hombre inclinado a su lado. Y con las pocas fuerzas que tenía le sujeto el cuello para estampar sus labios contra los del cazador. Los alientos chocaron, cálidos.

Bogdan no pudo siquiera separarse o alejarla de un empujón. Sus ojos grises se abrieron a más no poder. Lentamente, sus manos cobraron vida y no supo si fue por voluntad propia o era el hecho de los constantes pensamiento a su compañera cazadora, pero estas sujetaron con fuerza el delgado cuerpo de la chica.

Se asombro al ver como su cuerpo desnudo se acoplaba perfectamente entre sus fuertes brazos. Aquella cintura, tan estrecha y suave.

Algo dentro de el se removió y un escalofrío recorrió su cuerpo.

Cuando hubo separado su boca de la ajena. Esta ya estaba completamente inconsciente.

Se quito la capa y cubrió su cuerpo. Y la tomó en brazos. Se dirigió al campamento con ella.

Si, era una locura, pero definitivamente no se sentía muy cuerdo en esos momentos.

Sólo había un pensamiento en su cabeza.

"Cuidar de ella"

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora