Capítulo 4

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Ary's POV:

Esa noche llegué más temprano a casa. Hice la cena y la dejé en la mesa del comedor para cuando llegara mi padre, seguramente ebrio.

Las semanas pasaron rápido, por fin recibí mi primera paga y no pudo ser mejor. Era el doble de lo que ganaba en el restaurante, justo como habían prometido.
No vi al hijo del señor Anderson otra vez.

Hasta esa noche, siete semanas después de verlo la primera vez.Era un día cansado, hubo mucho trabajo y Emma tuvo que irse temprano, así que me quedé sola con el trabajo que restaba a la mitad del día. Estaba exahusta y salí más tarde de lo normal.
Iba caminando por la acera que conducía al exterior de la casa. Llevaba la mirada abajo y los hombros gachos hasta que una luz me deslumbró, y los faros de un coche hubieran pasado sobre mí si no me hubiera quitado antes. 

Caí a los arbustos contiguos al moverme para evitar ser atropellada y me hundí en las plantas mientras veía como una chica salía del asiento del conductor. No me había visto. Decidí quedarme ahí y observarla con atención.
Era alta, esbelta y hermosa. Llevaba el lacio cabello negro hasta la cintura e iba extremadamente maquillada. Traía puesto un vestido negro en exceso corto que combinaba con su cabello.
Comenzó a tambalearse mientras gritaba palabras que no logré entender del todo. Llegó al asiento del copiloto y abrió, bruscamente, la puerta.Un cuerpo salió flácido, hubiera caído del coche si no hubiera sido porque la muchacha lo tomó en brazos y lo arrastró por el suelo.
Mi corazón comenzó a bombear a extrema velocidad, por un momento pensé que ese alguien estaba muerto. Luego noté como intentaba ponerse en pie mientras balbuceaba.
Había visto a mi padre en ese estado demasiadas veces. Supe de inmediato que el cuerpo que colgaba de los hombros de la muchacha era el mismíso Dave Anderson, y que estaba completamente borracho.
Cuando por fin él pudo medio sostenerse por sí mismo, ella comenzó a gritarle con lágrimas en los ojos.

—¡Nunca pensé que fueras a hacer algo así! ¡Eres un maldito! ¡Eres lo peor!

—Lo...oliv—balbuceó el muchacho.

—¡Cállate! Tienes suerte de que soy lo suficientemente responsable como para haberte traído hasta aquí. Te salvé la vida ¿¡me oyes?! ¡Te acabo de salvar la maldita vida y ni siquiera te lo mereces!—con esas últimas palabras subió de nuevo al coche y arrancó velozmente hasta desaparecer.

Me quedé petrificada en donde estaba, observando como el chico prohibido se tambaleaba, gritaba y lloraba. Pronto comenzó a caminar hacia la fuente que se encontraba en medio del lugar al tiempo que seguía gritando.
Quise correr, ayudarlo. Había hecho eso tantas veces en casa que era ya como una costumbre. Pasas su brazo sobre tus hombros, rodeas la cintura con tu brazo y lo llevas a una superficie cómoda y de preferencia cerca de un baño.
Pero no pude moverme. Sólo observar. Lo siguiente que vi, fue cuando tropezó con sus propios pasos y cayó de cara a la fuente. La mitad de su cuerpo quedó fuera de ésta.
El borde de piedra se clavaba en su abdomen. Y su cabeza se encontraba bajo el agua.

Un sudor frío comenzó a apoderarse de mi piel. Mi corazón se conviertió en hielo. 
Un pensamiento se apoderó de mi mente.

"Regla número tres: nunca, bajo ninguna circunstancia, tengas ningún tipo de contacto con Dave Anderson. Ni siquiera visual"

Pero él estaba inmóvil y no pude resistirme más. Corrí hacia la fuente y clavé mis uñas en sus omóplatos, tiré con fuerza y saqué su cabeza del agua. La cual había estado completamente sumergida.
Pero no respiraba. Entré en pánico y comencé a hacer lo que alguna vez me había enseñado Kit. Presioné su pecho varias veces hasta que escupió un charco de agua y comenzó a toser espasmódicamente.
Luego abrió los ojos, a pesar de estar inyectados en sangre y rodeados por círculos morados, no pude evitar pensar en que eran hermosos. Tenían el color del cielo y brillaban como dos perlas. Su rostro estaba demacrado, y por un momento todo el hielo de mi corazón se derritió. Me detuve a examinarlo un momento. Casi sin poder separar mi vista de él. Luego habló.

—Ol...Olivia.

Me miraba sin verme. Seguramente al día siguiente no recordaría nada. Pero yo sí: acababa de violar la regla más importante.
Me levanté y corrí hacia el lado contrario, dejándolo ahí sin más. Mi corazón se encogió cuando volteé y él seguía ahí tirado. Pero no tuve el valor de regresar.
Me fui hasta desaparecer en la oscuridad, deseando que olvidara por completo todo aquello. Aunque yo no podría olvidarlo, tal vez nunca.

Hola de nuevo, gracias por leer :)
Espero que les guste la historia.

•Desire• (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora