Una semana más. Kit y yo hablábamos poco y sobre nada importante, con los otros dos chicos había cortado la comunicación casi por completo, parecía incomodarles mi presencia ahí, sin embargo lo soportaban por su amigo. Igual yo comenzaba a sentirme incómoda, no me sentía bienvenida ya. Lo bueno era que solo nos veíamos en las noches, ya que cada día en la mañanas Lucas se iba a su trabajo mientras Kit y Tadeo seguían en su exhaustiva búsqueda de empleo, yo me iba un poco más tarde lo días que trabajaba, y los que no, me quedaba sola en casa sin nada muy interesante que hacer. Ninguno de los tres regresaba hasta la noche.
Aquél día no tenía que trabajar, ya que era el turno de Bob de encargarse de la tienda. Estaba aburrida, así que salí y caminé hasta encontrar un pequeño mercado, al cual entré por pura curiosidad y ocio. Pasé por el área de comida sin ponerle mucha atención, llegué a los locales dónde vendían películas y CD's pirata. Caminé un poco más hasta que decidí que debía regresarme, sin embargo algo me deslumbró, un brillante alumbrado por el sol tirado en uno de los puestos más adelante.
Era un puesto de cosas que parecían ser robadas, por un momento me pregunté si era así como Kit y sus amigos vendían todo lo que robaban. Levanté el collar, era una cadena plateada con una estrella de cristal colgando de ella. Algo en mí cedió e instintivamente toqué mi propio collar, el que tenía un colgante de corazón. Eran muy parecidos y entonces recordé y me dolió el pecho. Compré el collar y volví a casa.
¿Podría perdonarme? Tenía que ir a verla, tal vez dejaría que le explicara. La culpa me aplastaba al pensar que tal vez había perdido a mi única y mejor amiga para siempre. El collar me había despertado, al verlo no pude evitar pensar en ella, en lo egoísta que fui. Había enterrado mis sentimientos acerca de eso, sin embargo, había llegado el momento de enfrentarlos.
Emma había sido quién convirtió mi corazón de cristal en un collar, fue ella la que me dio el único amuleto que me hacía saber que nunca estaría sola. Y yo la había dejado atrás por mi propio dolor, ignorado el que le podía causar a ella. Pero aquello era una señal, una señal de reparar lo que había roto. Tomé el collar y lo guardé en la bolsita que siempre cargaba conmigo, con la intención de regresar al lugar que me había destruido en mil pedazos, y deseando con todas mis ganas no encontrarme a la persona responsable de ello.
Cada paso en el camino me causaba una extraña sensación de nostalgia, hacía unos meses caminaba por aquella misma ruta sin tener ni idea de que la volvería a caminar algún día con tal resentimiento. Cuando la casa apareció en mi campo de visión sentí una fuerte opresión en el pecho.
—Vengo a ver a Emma, ella forma parte de la servidumbre.—comenté al guardia de la entrada, quien al parecer me reconoció.
—El señor Dave aún no aparece.—dijo sin más.
Escuchar su nombre me dolió como mil dagas clavándose en mi corazón. Era cierto que lo había repetido un millón de veces en mi cabeza, pero escucharlo en voz alta era mucho peor.
—Yo... no vengo a verlo a él. Vine a ver a Emma...—contesté al recuperar el aliento.
—Tú eres la chica que salía con él ¿no es así?
No dije nada, incluso sentí el nudo en la garganta, pero lo reprimí.
—Vamos, no me dirás que no. Los vi salir juntos por estas puertas un millón de veces.
—¿Está Emma?—seguí, no me permitiría llorar.
—Por un momento creí que se habían escapado juntos, ya que los dos desaparecieron al mismo tiempo.—no respondí—Emma sigue trabajando aquí, puedes pasar.—se hizo a un lado y entré a la casa.
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•Desire• (TERMINADA)
Storie d'amore"Nunca creí enamorarme de él y él nunca creyó enamorarse de mí" Tres reglas, la tercera de ellas, la más importante: Regla #3: Nunca, bajo ninguna circunstancia, te acerques a él. Pero, ¿que no las reglas están para romperse?