Capítulo 35

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Llegamos a casa aproximadamente a la una de la mañana. Bajamos del carro y cuando quise dirigirme al pasillo que llevaba a mi habitación, la mano de Dave atrapó mi muñeca, volteé y noté que estaba haciendo un puchero y mirándome con ojos casi suplicantes.

—¿Tan pronto te vas?—preguntó.

—Es tarde.

—Acompañame, aunque sea solo unos minutos—pidió.

No pude negarme, por supuesto, seguí a Dave a través de las escaleras hasta llegar a su habitación, estaba oscura, olía a colonia, a él. Inspiré profundamente y observé la ventana, la luz de la luna entraba a raudales por ella, derramando su esplendor plateado. Dave prendió la luz tras de mí. Pero yo seguía ensimismada con el brillo de la luna, de pronto, algo en ella me hizo sentir un vuelco en el corazón, él me abrazó por detrás y desató mi corazón y las mariposas en mi estómago. La luna me lo pedía, mi cuerpo me lo pedía, pero sobre todo, mi corazón me lo pedía. Lo necesitaba tan cerca de mí como fuera posible.

Me giré hasta que quedamos cara a cara, y lo besé profundamente. Esta vez, no lo dejaría alejarse. Lo enredé con mi beso, y se separó después de unos segundos, sin embargo, algo en su mirada era diferente a la última vez que estuvimos en aquella posición.

—Ary, te amo—susurró contra mis labios—No me importa lo mucho que tuve que esperar para decírlo, sé que es real, te amo, eres la primera persona que en realidad he amado.

Mi corazón se detuvo por un momento, mis pulmos se drenaron de aire y mis rodillas se doblaron. Antes de caer, me detuvo por la cintura y llevé mis brazos a su cuello para sostenerme mejor.

—Te amo Dave—contesté con apenas una exhalación—Eres lo más real de mí.

Ahora fue él quién me besó. Me atrajo hacia su cuerpo, encajando todas las partes del mismo, como un rompecabezas, como si ahora fueramos uno mismo. Dos corazones, dos almas, una misma persona.

Cada segundo mi pulso se aceleraba más. Él me tomó por los muslos y me cargó. Enredé mis piernas en su torso y hundí los dedos en su cabello. Juntó mi espalda con la pared, suavemente, y noté el interruptor de luz encajarse en mí. La luz se apagó.
Me separé un poco de él, llena de fuego, y con dedos temblorosos comencé a desabrochar su camisa. Botón a botón fue apareciendo su abdomen perfectamente marcado.
Me llevó a la cama, se acostó sobre mí sin aplastarme, y me despojó igualmente de mi ropa.

Todos los nervios fueron consumidos por el fuego, la pasión y el placer. Caricias, sábanas, piel con piel, sudor, aliento, calor  y labio con labio.
Todo en él era mío, y todo en mí era de él.
Músculos y huesos, sangre y oxígeno, éramos uno.
Y así, poco a poco, nos fusionamos y su alma se fundió con la mía.

En la mañana me dolía un poco el cuerpo. Aquella fue mi primera vez. Era obvio que la de él no. Dave había estado con un millón de chicas más, pero algo me hizo creer que nunca lo había hecho con tanto amor y cuidado.
Estaba enredada en sábanas de seda. Él me rodeaba con sus brazos, aún dormido, me removí lentamente para no despertarlo, sin embargo, abrió los ojos lentamente.

—Buenos días—dijo sonriente y me atrajo hacia él.

—Hola—sonreí con la cabeza en las nubes.

Me besó lentamente.

—Te amo—siguió, sin dejar de mirarme a los ojos.

•Desire• (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora