Capítulo 32

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El primer día fue una flor, una simple flor amarilla arrancada sin cuidado de cualquier jardín. Después una roca con un corazón dibujado en ella. El tercer día una carta. Con tan sólo tres palabras escritas en ella: "Regresa a mí".
Cada día después del trabajo iba a mi habitación para encontrarme con un "regalo" por parte de Kit encima de mi cama, sin tener idea de cómo había llegado hasta ahí. Supuse que a eso se refería cuando prometió que ganaría mi amor día con día. Sin embargo, sólo tomaba sus pequeños obsequios y los guardaba en mi cajón. Mi mente se encontraba al cien por ciento en Dave. En el Dave cariñoso que me tomaba la mano, me daba tiernos besos en la frente y me abrazaba con fuerza cada noche antes de dormir. El chico del que estaba enamorada.
Habíamos salido ya muchas veces en esas dos semanas que pasaron desde nuestra cita en el restaurante, siempre íbamos a diferentes lugares, cada día era una nueva aventura y cada día le quería más. Emma sólo suspiraba con mirada soñadora cuando le contaba todo lo que había pasado en mis momentos con él.
Ese día me levanté temprano a trabajar, llevaba casi dos semanas sin ver a Sam desde el día que me cachó besando a Dave en el pasillo, había desaparecido. Decidí que preguntaría por ella más tarde. La noche anterior después de trabajar el regalo de Kit fue un brazalete color verde. Me lo puse en la mañana y salí con una canasta de ropa para encontrarme a Emma en el cuarto de lavado.

—Ary—dijo Emma, a la mitad de la tarde— ¿Podrías subir por la ropa del señor Anderson?

—Si, claro.

Subí las escaleras con la canasta vacía en manos. Al pasar junto al cuarto de Dave la puerta se abrió, una mano me tomó brucamente por el brazo y me jaló al interior. Cerrando la puerta y dejando la canasta tirada afuera. En menos de un segundo, mis labios estaban conectados a los de él. Mi espalda estaba pegada a la pared y el chico de ojos azules me arrinconaba con su cuerpo.

—Te ves muy hermosa hoy—sonrió al separarse de mí.

—¿Cómo supiste que pasaba por aquí?—pregunté, recuperando el aliento.

—¿Quién crees que le pidió a Emma que te ordenara subir a esta hora?—miró su reloj.

—Wow—suspiré impresionada—¿Y para que me necesitabas a esta hora?

—Nada en especial, simplemente te necesitaba—pasó ambas manos por mi espalda baja y volvió a apretar sus labios en los mios.

Esta vez con fuerza y ferocidad, después de unos minutos, él intentó separarse. Pero mi corazón estaba frenético, mis venas transportaban la sangre a una velocidad peligrosa, y no dejé que se alejara. Entrelacé mis dedos en su sedoso cabello. Acercándolo más a mí.
En ese momento no podía pensar con claridad. Sólo quería más, no sólo quería a Dave lo más cerca posible, si no que lo quería en mí, debajo de mi piel, en mi interior, hasta que nuestras almas se fundieran. Lo empujé hasta la cama y él se tumbó de espaldas. ¿Qué estaba haciendo? Mi mente seguía nublada por el deseo. Desabroché su camisa y me acosté encima de él para seguirlo besando. Dave no me tocaba, sólo sus labios. Se apoyó en los codos sin dejar de besarme. Mi manos se dirigieron a su cinturón y ahí fue cuando todo se derrumbó.
Dave agarró mi muñeca, impidiendo que siguiera con lo que inevitablemente había comenzado. ¿Qué me pasaba? Yo no era así.

—Ary—me miró a los ojos, triste.

—Lo...lo siento mucho, no sé que me ha pasado...

—Hey—él se enderezó por completo hasta quedar sentado en la orilla de la cama con la espalda recta, yo me puse de pie frente a él—No necesitas decir nada.

•Desire• (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora