•Desire• (TERMINADA)

Capítulo 22

Ary's POV:

Sam pareció extremadamente emocionada cuando me vio.

—¡Ary!—me abrazó—¡No pensé que regresarías, te hemos echado de menos!

Nunca, desde que la conocí, había visto a Sam tan feliz. Siempre había sido seria, pero ahora había una gran sonrisa en su rostro.

—Gracias Sam. También las extrañé.

—Emma se pondrá muy feliz de verte.

Y así fue. Emma se lanzó a mí y comenzó a llorar en cuánto me vio entrar a la habitación.

—¡No puedo creer que hayas vuelto!

Ambas reímos y nos abrazamos por un buen rato. Luego Sam me mostró mi habitación, y me dijo que la compartiría con Emma, lo cual me pareció genial.
La habitación era pequeña, las cuatro paredes estaban pintadas con un desabrido color crema y un sólo foco alumbraba el lugar. Había dos camas individuales, cubiertas sólo por una sábana y una almohada.
Un tocador de madera se encontraba en medio de ambas camas, y eso era todo.
Me pareció bastante sencillo y triste, pero sin dudas era mejor que mi antiguo hogar.
Me instalé rápido, ya que no llevaba mucho en mi pequeña maleta. Saqué las dos blusas que tenía, algunos pantalones y la ropa que Dave me había comprado. Aun tenía mi uniforme azul, así que lo saqué y al doblarlo algo cayó al suelo con un suave tintineo.
El pequeño corazón de cristal, lo había olvidado por completo.
Lo recogí y lo sostuve cerca de mi corazón, ansiando haber tomado la decisión correcta al ir a vivir ahí.

Dave's POV:

Me recosté en mi cama. Ya comenzaba a olvidar la sensación de mis almohadas y las suaves sábanas. Me puse mis audífonos y comencé a escuchar música por unas horas.
Me desperté a mitad de la noche. Hacía tiempo que no dormía tan bien.
Mi celular sonaba descontroladamente.

—¿Qué quieres Rike?—contesté fastidiado.

—Ven, calle Boulevard número nueve—dijo, al otro lado de la línea.

Acto seguido colgó, parecía nervioso. Así que sin pensarlo dos veces, me levanté, me puse mis botas y salí.

Llegué rápido a la dirección que me había dado Rike. Sabía que algo malo estaba sucediendo y que mi amigo necesitaba ayuda.

La calle Boulevard era más un callejón, angosto y oscuro. Vi a Rike pegado a una pared y a dos tipos frente a él.

—Rike—hablé con voz firme al bajarme del coche.

Los tres voltearon.

—Dave, que bueno que llegaste—su voz era firme y fuerte, pero supe que por dentro Rike estaba temblando de miedo.

—¿Qué está pasando?—pregunté.

—Así que tú eres Dave Anderson—el dueño de la voz se acercó lentamente a mí. Era alto y fuerte, pero flaco. Tenía ambos brazos tatuados y varios anillos de metal en las cejas.

—Sí, soy yo.

—Tenemos algunos asuntos pendientes con uno de tus amigos—siguió el otro con voz amenzadora.

Volteé a ver a Rike con una mirada interrogante.

—Matt, le debe algo—Rike contestó mi silenciosa pregunta.