Ary's POV:
Cuando se acercó lo suficiente y bajó la ventanilla, me quedé pasmada, quise huir, salir corriendo de su intimidante mirada. Pero él gritó, y cuando me pidió que subiera al coche, en su mirada había mucho miedo y un toque de amenaza.
No tardé mucho en darme cuenta que probablemente estaría en peligro si no abordaba. Así que subí al coche y cerré la puerta, indecisa.
Los primeros cinco segundos mi mente daba muchas vueltas. ¿Por qué subi? ¿Por qué me pidió que subiera? ¿Ahora que hago? ¿Que digo? ¿A dónde vamos?
Después cayó en un bloqueo. Mis preocupaciones me hundieron y comencé a hiperventilar un poco. Dave no pareció darse cuenta de nada. Ni siquiera de mi prescencia.
Aunque sí que estaba tenso. Sus músculos se marcaban por debajo de la camisa, haciendo que pareciera demasiado pegada a su cuerpo. Sólo nos alumbraba la luz de la luna y los faros del carro. La noche caía sobre la ciudad, oscura, peligrosa.
No dije nada, el camino transcurrió en completo silencio y tensión. Me concentré en la carretera que se extendía frente a nosotros.
Metí mis dedos en el bolsillo y sentí el zafiro resbalarse de ellos por el sudor que mojaba mis manos. Evité que una lágrima saliera, y justo en ese momento, él habló.—Te recomiedo que te duermas—su voz rompió el silencio como si una roca hubiera caido sobre un cristal, seco, frío—Nos queda un largo camino por delante.
Noté como sus mandíbulas se tensaban al hablar conmigo, como si le costara mucho trabajo.
—Gracias—susurré pero estoy casi segura de que no lo escuchó.
Cerré mis ojos y recargué mi cabeza en el asiento, intentando concentrarme en el olor a tabaco y loción que perfumaba el auto.
Pronto empezó la música. Abrí los ojos y vi que Dave había prendido el radio, al principio era música pesada, la batería dominaba y las voces casi gritaban en lugar de cantar. Dave no tardó ni cinco segundos en cambiarle a una estación de música clásica. Con aquella dulce melodía colándose a mis oídos me quedé dormida, más rápido de lo que pretendía.Cuando desperté un faro me iluminaba. Estaba sola en el carro, estacionada bajo la luz artificial. Me espabilé y miré a mi alrededor, frente a mí había un pequeño edificio, Dave estaba de espaldas a un escritorio, parecía molesto. Pero claro, ¿cuando no está molesto? pensé.
Me bajé del carro y entré a la pequeña oficina.—¿Pero por qué no?—reclamó Dave.
—Entiendalo señor, es una habitación por carro, no puedo darle dos—dijo la voz de la muchacha que estaba sentada tras el escritorio.
—Pero le pagaré las dos.
—Sólo una, lo siento—repitió ella, negando con la cabeza.
—Tiene suerte de que no haya ningún otro motel cerca y esté tan malditamente cansado que no puedo conducir ni un segundo más—Dave azotó un fajo de billetes en el escritorio.
Se dio media vuelta y me encontró a mí. Al principio pensé en disculparme y regresar al coche. Pero me quedé ahí. Dave pareció sorprendido por un segundo, pero su expresión cambió tan rápido que creí que lo habría imaginado.
Me miró de arriba a abajo y salió, se subió al coche nuevamente y lo movió unos metros, estacionándolo frente a una puerta amarilla con un número en ella.
—Digame señorita, ¿en que la puedo ayudar?—me dijo una voz a mis espaldas.
—Oh no, vengo con él—le contesté a la señorita del la oficina.
—En ese caso, buena suerte— me lanzó una mirada compasiva.
Asentí y salí. Me detuve frente a la puerta en la que había visto entrar a Dave segundos antes y toqué con los nudillos.
Él abrió y se hizo a un lado para que pasara. Yo tuve que cerrar la puerta cuando él se alejó.Entré sin saber muy bien hacia donde caminar o qué hacer, para mi suerte él me lo dijo primero.
—La gente por aquí es muy estúpida. Sólo pude rentar una habitación para los dos—hizo una pausa y siguió—Tú dormiras en el sofá.
Abrió la boca para decir algo más, pero al no saber qué, la volvió a cerrar y se metió a lo que yo creía que era el baño.
Miré el cuarto. Era pequeño, pero limpio y acogedor. Una cama matrimonial ocupaba el centro de la habiatción, una puerta contigua—el baño— y el pequeño sofá, acompañado por una mesita de cristal. Agradecí que yo fuera también pequeña.
Me acosté. Mi cuerpo cabía perfectamente en el sillón y era cómodo. Cerré mi ojos, pero no me
dormí , aún estaba consciente. Mi mente comenzó a procesar todo lo que estaba pasando.
El chasquido de la puerta al abrirse unos momentos después acalló mis pensamientos. Oí los pasos de Dave acercarse hasta detenerse a mi lado. Y luego, silencio. Podía sentir su mirada clavada en mí. Me mantuve fuerte para no abrir mis ojos, comencé a sentirme incómoda y muy nerviosa, pero no me movi.
Después de lo que me pareció una eternidad, escuché un suspiro, tan cerca que confirmó mis sospechas de que Dave no se había alejado ni un milímetro. Luego unos músculosos brazos pasaron por debajo de mi cuerpo y me levantaron cómo si fuera más ligera que una pluma.
Mi corazón comenzó a latir muy rápido. Sentía como me golpeaba en las costillas con tanta fuerza que sentí que en cualquier momento se detendría por completo por el esfuerzo.
La sangre palpitaba en mis venas y en mis oídos y me avergoncé al imaginar que él también podría escucharlo.
Caminó unos pasos conmigo en brazos, intenté no tensarme mucho para que no se diera cuenta de que estaba aún despierta, y me depositó, con suavidad, en la cama.
Sentí un leve pataleo en la boca del estómago y se me puso la piel de gallina.
Escuché cómo Dave caminaba de regreso al sillón. Y como éste se quejaba al recibir un peso mucho mayor al mio.
Me quedé sin moverme durante un buen rato. Cuando empecé a escuchar su respiración acompasada, abrí los ojos por fin. Y sí, ahí estaba él, dormido en el pequeño sofá.
Dónde yo había cabido perfectamente, él tenía ambas piernas fuera, parecía incómodo pero dormía profundamente. Seguí observándolo hasta quedarme dormida.
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•Desire• (TERMINADA)
Dragoste"Nunca creí enamorarme de él y él nunca creyó enamorarse de mí" Tres reglas, la tercera de ellas, la más importante: Regla #3: Nunca, bajo ninguna circunstancia, te acerques a él. Pero, ¿que no las reglas están para romperse?