Capítulo 17

350 24 0
                                    

Ary's POV:

Me desperté en una camilla de hospital, todo parecía ser blanco y elegante. Levanté la cabeza pero eso solo me ayudó a notar las punzadas de dolor que no paraban. Emití un gruñido de dolor y en ese momento apareció un hombre con bata blanca para revisarme.

—Buenos días señorita Anderson—dijo amablemente. ¿Me había llamado Anderson?—Enseguida llamaré a su hermano y luego regresaré para revisarla—continuó después de hacer algunas anotaciones en su libreta. ¿Hermano?

El doctor salió y mi mente comenzó a dar vueltas. ¿Qué estaba pasando? Minutos despues entró Dave. Llevaba puesta la misma ropa que cuando me había ido a dejar a mi casa. Iba despeinado y grandes ojeras anunciaban que no había dormido bien, o quizá no había dormido en lo absoluto.

—¿Ary?—casi pareció aliviado al pronunciar mi nombre, luego adoptó aquella posición seria suya—¿Cómo te encuentras?

—He estado mejor—respondí honestamente.

—Imagino que sí—fue lo único que dijo con un gesto incómodo.

—Supongo que no esperas que te pregunté que pasó—continué, rompiendo el silencio.

—¿Acaso no te acuerdas?

—Por supuesto que no—dije, como si fuera algo obvio.

—Pues...—suspiró y acercó una silla que había en la esquina para sentarse—Ayer fui a dejarte a tu casa, y tu padre, supongo que era tu padre, estaba ahí. Él te golpeó y...

Los acontecimientos de la noche anterior me golpearon e intesificaron mi dolor de cabeza.

—Ya recuerdo—dije aprentando los ojos y llevándome las manos a la cabeza.

—¿Te duele?—preguntó, algo cohibido. ¿Acaso Dave Anderson parecía cohibido?

—Sí, bastante—respondí.

—Los doctores dicen que fue un golpe fuerte al caer. Estuviste inconsciente muchas horas.

—Aguarda ¿Tú me trajiste hasta aqui?—eso si no lo recordaba, lo último que aparecía en mis recuerdos de la noche anterior era mi padre golpeándome, y luego todo era negro.

—Después de ver lo que te hizo ese hombre...—Dave parecía inquieto—No pude evitar entrar y enfrentarlo, luego te traje aquí.

—¿Y él te dejó traerme?

—Lo dejé inconsciente, aparte estaba borracho. No había mucho que pudiera hacer para impedírmelo.

—Ya veo—contesté algo sorprendida.

—Llamé a la policía. Ahora mismo lo están investigando.

Aquello me revolvió el estómago. ¿La policía? No podía ser. Mi padre siempre me había dejado muy claro cuáles serían las consecuencias si alguna vez llamaba a la policía.

—¿Qué pasa?—preguntó él, buscando mi mirada, al notar mi extraño gesto de preocupación.

—Nada, todo bien—respondí nerviosa—¿Por qué el doctor me llamó señorita Anderson?—pregunté, principalmente para cambiar de tema, pero también para obtener aquella respuesta.

—Tuve que decir que era tu hermano para que me dejaran entrar a verte.

—Genial—respondí con un poco de sarcasmo.

—Hey, Anderson no está tan mal—rió un poco—Aparte no sé cuál es tu apellido.

—Brown—contesté secamente. No sabía por qué, pero repentinamente me había enojado con él.

—Ary Brown—dijo por lo bajo, acariciando el nombre con su voz.

—Supongo que ya estamos a mano—dije irritada.

—¿A mano?—su expresión mostraba que enserio no tenía ni idea a qué me refería.

—Salvaste mi vida. Me devolviste el favor. Estamos a mano.

—¿Tu vida...?—de pronto su expresión alcanzó la comprensión—¡Oh no! Yo no lo hice por eso...

—Entonces, ¿por qué lo hiciste?—pregunté.

—Pues, porque...—se quedó pensando unos momentos—Me importas, supongo.

—¿Supones?—ahora si comenzaba a enojarme de verdad.

—Pues sí, supongo—subió la voz y frunció el ceño.

—Vaya—resoplé.

—¿Qué?—se levantó de la silla. Aún enojado.

—¿Qué?—repetí yo. El alzar la voz hacía que me doliera la mandíbula, la notaba hinchada y me punzaba—Que desde que te conocí has sido horrible conmigo, y cuando creí que por fin lograba ver algo bueno en ti me demostraste todo lo contrario, pero me salvaste la vida y ahora dices que supones que te importo. ¿Crees que puedes jugar así conmigo?

—¿Jugar? Tú fuiste la que rompió toda la confianza que te habías ganado al no decirme lo del diamante.

—¡Puf!—exclamé enojada.

—¿Sabes algo?—se acercó y me miró a los ojos, más tranquilo que antes—No te salvé la vida para estar a mano—hizo comillas con los dedos en las últimas dos palabras—Pero si ese es el hombre que crees que soy, esta bien, estamos a mano Ary, ya no te debo nada.

Noté decepción en su tono de voz y también en la manera en la que salía de la habitación con paso frustrado. Me llevé ambas manos a la cara con dificultad. ¿Que acababa de hacer? Acaba de arruinarlo todo.

•Desire• (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora