Salí al pequeño balcón. Comencé a observar la carretera, me senté en el pasto y cerré mis ojos. Permitiéndome un momento de tranquilidad. El sonido de los coches al pasar, me reconfortaba hasta cierto punto. Sentía el aire frío y delicado correr por la piel desnuda de mis brazos y mi cara.
Estuve tanto rato así que creí que me quedaría dormida, pero cuando enserio comenzó a hacer frío decidí que era hora de entrar.
Me metí a la habitación y cerré la puerta de cristal. Me aventé a la cama a mirar al techo y me aburrí temendamente. Mis pensamientos volaron hacia Dave. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo ahí con él, ni a que se refería con eso de que me había salvado la vida.
Sin embargo, ahora él se había marchado, dejándome sola en aquel remoto lugar, y no tenía idea de si pensaba regresar, o dejarme ahí y deshacerse de mí de una vez por todas.
Cuando comencé a preocuparme de verdad por aquella posibilidad, salí.
El coche seguía estacionado ahí, lo que afirmaba que él tendría que regresar. Me sentí un poco aliviada, pero no menos aburrida.
Estuve haciendo nada hasta que el sueño pudo conmigo y caí profundamente dormida.El ruido de la puerta al abrirse bruscamente me hizo despertar sobresaltada. Miré el reloj. Eran las 3:00 de la mañana. Me espabilé un poco y vi una sombra en el umbral. Dave prendió la luz y entonces lo vi bien. El corazón se me detuvo por unos segundos y luego comenzó a latir a extrema velocidad.
Dave estaba muy herido. Su camisa estaba rasgada, sucia y llena de sangre, tenía cortes profundos en el labio, las sienes y los ojos.
Me levanté, rápidamente con la intención de ayudarlo, pero él se dirigió al baño y cerró de un portazo. Escuché algo romperse y un grito ahogado.
Caminé hacia la puerta y la abrí lentamente, me sorprendió el hecho de que no hubiera puesto el seguro.—¿Dave? ¿Te encuentras bien?—pregunté realmente preocupada.
—¿Te parece que estoy bien?—me miró furioso.
Estaba recargado en el lavabo, apretaba con tanta fuerza la estructura de piedra que sus nudillos estaban blancos, excepto los de la mano izquierda, los cuales sangraban. La sangre que resbalaba por su mano era fresca y me di cuenta que lo que se había roto era el espejo.
Dave acababa de propiciarle un puñetazo al espejo.—¡Dios mio! Déjame ayudarte— me acerqué con intención de tomar su mano, pero antes de que pudiera hacerlo, la retiró y me gritó.
—¡Largate! ¡No necesito tu ayuda!
—Pero, tus heridas...—respondí dolida—Se pueden infectar.
—¿ Y eso como te afecta a ti?—contestó con tono grosero.
—A mi no. Pero debe doler...
—¡Por supuesto que duele! Pero he sufrido peores heridas— bajó su tono de voz en la última frase y noté cómo su rostro se contorsionaba al tratar de evitar las lágrimas.
—Déjame ayudarte— repetí. Esta vez me acerqué más lentamente a él y no retiró la mano cuando posé las yemas de mis dedos en ella.
Al principio, la sensación de su piel bajo la mía me causó un escalofrío, después sentí una picazón en la piel, no del todo molesta.
Él, detuvo su mirada en mi mano, que aún tocaba la suya, y al percatarse de aquello, la retiró suavemente.—De acuerdo—desvió la mirada.
—Siéntate en la cama, enseguida voy—pedí. Él lo hizo sin decir nada más.
Caminé cuidadosamente entre los vidrios rotos que estaban esparcidos por todo el suelo, y me agaché para buscar el botiquín de primeros auxilios debajo del lavabo.
Me dirgí con Dave en cuánto lo hube encontrado. Mojé una toalla y comencé a limpiar las heridas de su mano, luego las de su rostro y noté su camisa manchada de sangre.
ESTÁS LEYENDO
•Desire• (TERMINADA)
Romansa"Nunca creí enamorarme de él y él nunca creyó enamorarse de mí" Tres reglas, la tercera de ellas, la más importante: Regla #3: Nunca, bajo ninguna circunstancia, te acerques a él. Pero, ¿que no las reglas están para romperse?