Epílogo

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Ary's POV:

—Ya te lo prometí unas cien veces.—rodé los ojos y miré la expresión preocupada de mi amiga.

—Es que te juro que si no te vuelvo a ver nunca te mato.—contestó Emma.

—No me puedes matar si no me ves.—contesté con astucia y mi amiga me miró preocupada.

—Ay no, Ary no, prométeme que volverás.—volvió a decir.

Una suave carcajada sonó en la entrada de la casa.

—Yo te prometo que la traeré de vuelta Emma.—dijo Dave cerrando la puerta a sus espaldas.

—Más te vale.—le dijo ella entrecerrando los ojos.

—Mejor aprovecha que Jeff y tú se quedarán solos y deja de lloriquear.—la regañé en broma.

Emma se sonrojó y Jeff, su novio, emitió una risita traviesa. Rike estaba a lado de ellos, riendo también, había ido a despedirse de su mejor amigo.

Habían pasado semanas desde el funeral de Chris Anderson, en el testamento se expresaba que todas sus riquezas quedarían en manos de su único hijo: Dave. Él había decidido viajar por el mundo, y me sentí afortunada de que eligiera hacerlo conmigo. Ya que la casa era suya, Emma y su novio flacucho y de cabello lacio podían quedarse ahí el tiempo que quisieran. Como invitados, no como servidumbre.

Ya que no quedaba nadie a quién servir, Dave había liquidado a todos con una generosa cantidad de dinero. 

El viento sobre nuestras cabezas empezó a dar vueltas cada vez con más fuerza, un pequeño avión voló sobre nosotros y bajó hasta quedar casi a la altura del suelo.

—Es hora de irnos.—anunció Dave. 

Ahí estaba: el jet privado del señor Anderson, que ahora pertenecía a su hijo. Tenía la mitad de tamaño del avión en el que había viajado antes, pero estaba más limpio y parecía ser más elegante. Me despedí de Emma, Rike y Jeff con un efusivo abrazo.

—La cuidas mientras yo no estoy ¿okay? Si le haces daño yo misma te golpearé.—le dije al novio de mi amiga al despedirme de él. Era el mismo que conocí el día que fui a disculparme con Emma. Me caía bien a pesar de todo. 

—La cuidaré muy bien Ary, no me gustaría enfrentarme a tu furia, me han dicho que eres peligrosa cuando te lo propones.—contestó y todos reímos un poco.

—¿No vienes hermosa?—dijo Dave a mis espaldas, había unos escalones blancos de metal que dirigían a la entrada del jet, Dave estaba al pie de ellos, esperándome.

Le di un último abrazo a Emma y rodeé la fuente para llegar hasta él, me tendió la mano y me ayudó a subir, una vez adentro nos sentamos juntos, yo del lado de la ventana, y nos abrochamos los cinturones. Cuando comenzamos a subir de nuevo, me asomé para despedirme de todos con la mano.

Comenzamos a volar cada vez más alto y cuando ya no distinguí a nadie abajo, volteé y miré el interior del pequeño avión. Había tres hileras de asientos forrados en piel, al otro lado asientos que se veían de frente con una mesita en medio. Y detrás, un sofá con una mesita delante sobre la que había una televisión apagada. 

Me fijé en el guapo chico que se encontraba a mi lado. Cabello color castaño claro bien cortado, piel blanca y suave, labios carnosos y ojos azules como el zafiro. Me fijé que llevaba una camisa blanca y una corbata roja con el nudo chueco.

—¿Por qué estás usando corbata? Tú las odias.—afirmé, Dave odiaba usar corbata casi más que nada en el mundo, me lo había dicho una noche hacía lo que parecía muchísimo tiempo. Ni siquiera usó una en el funeral de su padre.

—Ésta la elegiste tú.—dijo, y recordé cuando me dio a elegir entre esa y una amarilla y después me pidió que le ayudara a ponérsela.—Aún recuerdo la mirada que me dirigiste esa noche, no parabas de temblar. Creí que te gustaba.

Era cierto, ese día me encontraba muy nerviosa, aún no lo conocía y estaba cayendo enamorada de él, pero ya no era así, mi confianza había crecido más que nunca.

—Me gusta...me gustas tú con ella.—corregí. Agarré la corbata y lo jalé hacia mí.—¿Cómo lograste ponértela?

—Algo llamado internet.—se encogió de hombros sin dejar de mirarme intensamente a los ojos.

—¿Sabías que el rojo es el color de la pasión?—dije, citando sus palabras de esa misma noche.

—Vaya que has aprendido.—alzó una ceja, dejando traslucir su deseo de besarme, no dejaba de mirar mis labios.

Nuestros rostros estaban muy cerca, nuestros labios se rozaban con cada respiración. 

—Es una lástima.—dije pícara.

—¿Qué?—preguntó confundido.

Aún lo tenía agarrado por la corbata, manteniéndolo muy cerca de mí.

—Que tenga que deshacer este pequeño nudo que tanto trabajo te costó hacer.—acaricié el nudo. 

—No hay problema, conozco a alguien que sabe hacerlos muy bien, tal vez me pueda ayudar después.—contestó, descubriendo mis intenciones y siguiendo mi juego.

—¿Y si ella lo ha olvidado?—pregunté mientras comenzaba a sacar la corbata de su nudo.

—Estoy seguro de que no es así.—me besó.

En ese momento, la corbata quedó colgado de su cuello, pero ya no estaba anudada, comencé a desabotonar los botones de su camisa, me quité el cinturón y me senté en sus piernas para besarlo con más intensidad. Él me cargó y me llevó hasta el sofá que había detrás de los asientos, cabíamos los dos perfectamente. Me acostó en él con suavidad y después hizo lo mismo sobre mí, sin aplastarme. Nos seguimos besando, me quitó la blusa y yo le quité la camisa. 

—¿Sabes qué?—se levantó un poco, jadeando. 

—¿Qué?—contesté.

—Creo que voy a usar corbata más seguido.—se inclinó sobre mí y siguió besándome.

Y así, me llevó a las nubes con él, no solo literalmente.

•Desire• (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora