Capitulo 63

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—Al sur. Pero no sé a dónde. A Cayo Largo, quizá, o a Maratón;.. Diablos, quizá llegaron hasta Cayo Hueso. Ella solo hablaba de lo buen tipo que era, de lo excitada que estaba... El tipo quería que se hiciera un tatuaje allí donde solo él pudiera verlo. —¿Dijo si era moreno, rubio, calvo, latino o algo?
Tammy negó con la cabeza.
—¿No lo describió en absoluto? —preguntó VICO.
—Lo siento mucho. Yo... —la mujer se interrumpió bruscamente, recordando algo.
—¿Qué? —apremié Peter.
—Estaba muy orgullosa de ese tipo. Dijo que era muy guapo, pero algo tímido. Se negaba a que le hiciera fotos. Me dijo que había conseguido hacerle un par de instantáneas disimuladamente, mientras él no miraba. Pero las rebuscó en el bolso y se dio cuenta de que se le habían olvidado o las había perdido. No las tenía, así que no pudo enseñármelas.
—Maldición —musité VICO.
— Haz una llamada y ordena que registren la casa de Holly lyler en busca de fotografías — le dijo Peter.
—Ahora mismo.
Tammy los miré compungida.
—Quisiera poder ayudarles más —aseguré.
—Bueno, nos ha puesto sobre la pista de esas fotos, así que quizá nos haya ayudado más de lo que cree.
—Si me acuerdo de algo mas...
—Desde luego —Peter sacó una tarjeta y apuntó el número de teléfono de la casa de Nicolas en Cayo Hueso, así como el de su móvil—. Por favor, llámenos —dijo, observando cómo VICO le entregaba también su tarjeta.
Salieron del salón de tatuaje y se dirigieron de vuelta a Miami, a la oficina de VICO, donde agregaron la última información a la que ya poseían acerca de los últimos movimientos de Holly Tyler.
— Pareces dar mucha importancia al detalle del tatuaje — dijo VICO a Peter mientras lo lleyaba al aeropuerto para que tomase un vuelo de cercanías a Cayo Hueso.
Peter consultó su reloj, molesto al comprobar lo tarde que se había hecho. Después miré de soslayo a VICO. Estuvo a punto de decirle que su preocupación se debía a que Lali tenía un tatuaje similar. Pero se contuvo. De pronto, le pareció importante que nadie supiera ese detalle.
Titubeé un momento.
— Gimena tenía un tatuaje similar.
— ¡Gimena! —VICO lo miré, ceñudo—. ¿Y tú cómo lo sabes?
—Estuvo casada con mi padre.
—Oh —dijo VICO en tono receloso. Miró a Peter de reojo.
—No, no tuve una aventura adolescente con mi madrastra — le aseguré Peter cínicamente.
—Yo no estaba sugiriendo semejante cosa. Simplemente...
— ¿te lo estabas preguntando?
— Sí —confesó VICO algo avergonzado.
—No me habría acercado a Gimena ni loco —murmuré Peter.
—¿Y eso?
—Era una bestia parda. Le gustaba enfrentar a las personas entre sí. Torturaba a mi padre y a Nicolas. Y a muchos otros hombres, estoy seguro. Aunque también tenía sus buenas cualidades. Sus hijas la amaban. Fue una buena madre para Lali y Rocio, y siempre se portó bien con sus hijastros. Organizaba fiestas de cumpleaños para todos nosotros y se mostraba muy satisfecha cuando hacíamos algo bien. Gimena era... única. Y nadie se merece morir como ella murió —Peter se quedó en silencio, recordando cómo salió de su cuarto cuando oyó los gritos de horror de su padre. Acudió corriendo al dormitorio y vio a Gimena entre los brazos de Mariano. Su padre lloraba, las lágrimas resbalándole por las mejillas. Gimena estaba muerta, en medio de un gran charco de sangre.
— ¿Qué te pasa? — le preguntó VICO.
—Nada. Se supone que no debemos hablar mal de los muertos, ¿verdad? — murmuré Peter. Y, sin embargo, la imagen de Gimena hizo que se acordase otra vez de Lali.
Lali no era como su madre.
Y él sentía por ella algo más de lo que estaba dispuesto a admitir.
VICO lo dejé en el aeropuerto, donde Peter se subió al pequeño avión que lo llevó de vuelta a Cayo Hueso. Un taxi lo dejó delante de la casa. Vio que las luces estaban encendidas. Todo parecía estar en orden. Pero las apariencias podían engañar.
Por puro hábito, Peter se palpó el pecho para cerciorarse de que la pistolera y el revólver estaban donde debían estar. Luego se aproximó a la casa, sacándose las llaves del bolsillo.
Justo cuando hacía girar la llave en la cerra dura, oyó el primer grito. Breve, estridente.
Por un momento, Peter se quedé paralizado.
Luego irrumpió rápidamente en la casa, sacando la pistola y apresurándose por el pasillo.
Justo entonces Lali volvió a gritar.

Volvía a encontrarse en la vieja casa de Nicolas, en Coconut Grove. La casa donde había muerto Gimena.
Pero había más de un pasillo. Cada pasillo se prolongaba en una dirección distinta. Una bruma plateada cubría el suelo, hasta el nivel de la cintura, y Lali oía la voz Gimena. Sabía que debía llegar hasta ella, pero ignoraba qué pasillo tomar.
Apreté a correr. Probó primero un pasillo, y luego el siguiente. Los gritos de Gimena se hacían más fuertes, más intensos, pero Lali no sabía dónde procedían. La bruma empezó a descender y, súbitamente, solo quedaba un pasillo. Lali intentó correr, pero ya no podía.
Luchó, se esforzó, pero las piernas le pesaban como el plomo. Se estaba moviendo a cámara lenta, intentando gritar, pero incapaz de articular ningún sonido. Mientras avanzaba por el pasillo, vio el cuchillo. Estaba suspendido en el aire. De repente, descendió.
Y Lali oyó el grito de su madre.
Sintió el dolor de su madre.
Notó cómo el cuchillo se hundía en el costado de Gimena. Rasgando carne, hueso,
tendones... 

Enséñame a Amar! Laliter❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora