Lali volvió a mirar a VICO.
—Mientras estaba en el agua, junto al barco de mi padre, y descendía hacia el brazo.., tuve una visión de algo. De algo muy similar. Una chica joven, rubia y muy atractiva. Con mucha energía... y mucha fe en sus semejantes. Abierta, confiada. Esperaba divertirse mucho. Vi una habitación, la típica habitación de hotel. Ni cutre ni lujosa. Una cama, una Biblia, un teléfono, el mando de un televisor. El mismo cabello rubio, la misma sonrisa, las mismas emociones. Podía muy bien tratarse de la misma chica. Estaba muy contenta, y luego... luego el brillo de un cuchillo. La asesinaron en esa habitación.
—¿Coincide con tu otro sueño? —inquirió VICO.
—¿Qué sueño? —preguntó Peter bruscamente
—El viernes... Madison tuvo uno de sus extraños sueños y me llamó. No la metí en esto simplemente para que sufriera, Peter —dijo VICO.
Peter miró a Lali.
— ¿Hay algo más que no me hayas contado?
—Tuve un sueño —murmuró ella—. Y a ti no te gusta oír hablar de mis sueños.
— ¡Bueno, pues ahora no tendré más remedio que hacerlo! —rugió él.VICO se aclaró la garganta.
—Has sido de gran ayuda, Lali. Gracias. Muchas gracias.
—¿Se ha identificado ya la cabeza? —quiso saber Lali.
—Todavía no. Aún es temprano. Las investigaciones preliminares sugieren que fue asesinada el viernes. La cabeza fue arrojada al agua. La encontraron dos chicos que estaban pescando.
—¿Cande está aquí? ¿La han asignado al caso?
—Está en el laboratorio. Seguro que el forense jefe le dará la oportunidad de echarle un vistazo a... Oh, vaya...
Un técnico de laboratorio asomó la cabeza por la puerta.
—¿Teniente D ALESSANDRO? El doctor Sibley tiene para usted un informe sobre el vagabundo que
entró la semana pasada. Sabe que está usted aquí por otro asunto, pero si tiene un momento...
—Claro, claro —dijo VICO con aire ausente—. ¿Puedes esperarme unos minutos más, Lali? Detesto retenerte aquí en el depósito...
— Yo la llevaré a su casa — terció Peter.
—Eh, chicos, puedo tomar un taxi —dijo Lali—. Peter, quizá quieras oír el informe del doctor Sibley...
—No, está bien, no será necesario —dijo VICO—. Ese tipo no llevaba encima ninguna identificación, era casi tan viejo como Moisés, y creo que le golpearon en la cabeza para quitarle los diez pavos que acababa de mendigar. Peter puede llevarte a casa, sin problemas.
—Gracias —murmuró Lali.
Peter la acompañó a la salida.
Hacía un día espectacular. El sol lucía radiante en el cielo azul sin nubes.
— ¿Te apetece ir a almorzar? — sugirió Peter ya sentado ante el volante de su coche alquilado.
Ella arrugó la nariz.
— ¿A almorzar?
Él se encogió de hombros, con una media sonrisa en los labios.
—Está bien. ¿Y qué tal una copa?
—¿Puedes beber estando de servicio?
—Por una cerveza no pasará nada.
—Lo siento, es demasiado temprano para mi.
— Vamos, atrévete.
—He de ir a recoger a mi hija.
— Yo iré a recogerla. ¿A qué hora sale de la guardéría?
—A las dos.
—Bien. Volveré al trabajo a las dos y media. Empecé a las seis.
Lali titubeó. Estar cerca de Peter era una pura tortura.
Cuando estaba cerca de él...
Simplemente lo deseaba. Sexo. Solo se trataba de sexo, naturalmente. Pero existía la posibilidad de que estuviera teniendo una aventura con su hermana.
Se encogió de hombros.
—Solo una copa.
—Y, para entonces, puede que te entre hambre.
Lali se acordó de la cabeza.
—Puede que jamás vuelva a tener hambre. Peter se detuvo en un restaurante situado directamente encima del agua. Pidieron dos cervezas y se sentaron afuera, contemplando cómo los pelícanos se lanzaban en picado hacia las embarcaciones de la bahía. Lali estaba observando el agua cuando sintió la intensidad de los ojos de Peter.
Detrás de sus gafas oscuras.
—Maldito sea VICO —dijo él quedamente—. Y maldita seas tú. Si él no te hubiera involucrado en esto, lo habrías hecho tú sola. Pero él no debería permitirlo.
Ella desvió la mirada y tomó un trago de cerveza.
—Has estado fuera mucho tiempo, Peter. VICO es un buen amigo, desde hace años. Jamás se ha aprovechado de nuestra amistad.
— Creí que estabas muy ocupada haciendo de modelo y de cantante.
—Trabajo de modelo. Y me encanta improvisar con la banda.
—¿Solo improvisar?
— Sí, y también hemos grabado alguna que otra maqueta. Pero no me apunto a las giras. No va bien con mi concepto de la familia.
— Tu faceta de modelo te obliga a viajar fuera de la ciudad.
— Solo cuando tengo tiempo.
—Increíble. Podrías tener dos florecientes carreras y les pones trabas a ambas.
—Tengo una hija.
— Y no quieres ser famosa como tu madre.
Lali se quedó mirándolo.
—No me gusta que VICO te haya involucrado en este caso.
—Creo recordar que ya se lo dijiste a él.
—Pero me parece que ninguno de los dos me escuchasteis.
—Mira, Peter, no hay ninguna diferencia entre este caso y los demás.
—Sí que la hay.
— ¿Cuál?
—No lo sé.
—¿Otro presentimiento? —dijo ella provocándolo. Luego suspiró—. Escucha, Peter, no puedo ni empezar a imaginar lo mucho que has aprendido sobre la psicología de los asesinos, pero este hombre mutila a sus víctimas y las despedaza, así que probablemente es un psicópata como otro cualquiera...
—O muy listo —sugirió Peter.
—Está enfermo.