No obstante, mientras alzaba los ojos hacia las facciones horriblemente retorcidas de Nore, tan cerca que podía incluso contar sus dientes podridos, oyó otro fuerte golpe.
Peter lo había derribado en el pavimento.
Entonces, se desaté el caos. Pablo saltó también sobre Nore, mientras la gente salía frenéticamente de la galería.
De repente, Gas apareció al lado de Lali.
—¿Te encuentras bien?
Ella asintió, con la boca y la garganta resecas. Cande también se acercó.
—La policía ya está aquí — anuncié VICO, agachándose junto a Lali—. ¿Estás bien, chica?
Ella asintió con la cabeza.
— Te has lastimado la muñeca al caer. Tienes la mano hinchada.
—Estoy bien.
—Hay que hacerte una radiografía.
— La policía...
—Hablaremos en el hospital —dijo VICO.
Las sirenas sonaban por doquier. Lo siguiente que supo Lali fue que su padre estaba a su lado. Nunca lo había visto tan pálido, tan tenso.
Tan viejo.
— Ya llega la ambulancia.
— ¡ Solo tengo hinchada la muñeca, papá! Puedo caminar. No necesito ninguna ambulancia.
—Bueno, pero ya está aquí, así que sube en ella de todas formas.
Al cabo de una hora, ya le habían hecho radiografías de la mano y la muñeca. Solo se la había torcido, de modo que simplemente tendría que llevar un vendaje elástico durante unos cuantos días y estaría como nueva.
Cuando la enfermera hubo terminado de colocarle el vendaje, Lali regresó a la sala de espera. Allí estaban su padre, Mariano, VICO, Cande y Rocio, con un joven agente de policía. Lali presté una breve declaración, asegurando que no había vuelto a ver a Harry Nore desde el asesinato de su madre.
— Afuera hay un montón de periodistas —advirtió Cande desazonada.
— Acercaré el Cherokee a la entrada trasera y Lali podrá salir por otra puerta —dijo Peter con determinación.
—Buena idea —convino Nicolas. Luego besé a su hija en la mejilla—. Y quédate con ella —recomendó girándose hacia Peter.
—Esa es mi intención —respondió Peter antes de salir.
A través de las puertas de vidrio del hospital, Lali pudo ver al grupo de periodistas que se apiñaban en el exterior. ¿Significaba aquello que todo había terminado? ¿Realmente Harry Nore había asesinado a aquellas mujeres y a su madre, años antes?
—Vamos a sacarte de aquí —le dijo Cande.
Casi la sacó a empujones del hospital. Peter tenía el coche en marcha y la portezuela del pasajero abierta. Lali se subió rápidamente.
Él empezó a conducir en silencio. Estaba muy pálido, observó Lali, y tenía la chaqueta rasgada y sucia de su forcejeo con Harry Nore.
—Estoy bien, de verdad —lo tranquilizó—. Y Alegra...
— Alegra no se ha enterado de nada. Ahora está con sus tios y sus primos, feliz porque Nico va a montar una tienda de campaña en el salón, para que los niños pasen la noche en ella.
Lali guardó silencio y se miró las manos. Menos mal que la pequeña había estado con los demás niños, al cuidado de Cande, cuando ocurrió aquello.
— ¿Qué tienes pensado hacer?
— Vamos a quitarnos de en medio durante las próximas veinticuatro horas —respondió
Peter.