Capitulo 22

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Nicolas deseó que se divirtieran.
Una vez en el barco, Peter soltó las amarre puso en marcha el motor y se dirigieron mar adentro.
Cuando hubieron dejado atrás el embarca , Peter aceleró y avanzaron a toda
"hacia el nordeste. Cande se cambió de ropa; continuación, se tumbó en cubierta, al lado Lali y Alegra , para tomar el sol. Cande se giré hacia su hermana.
—Es bueno tenerlo de nuevo en casa, ¿verdad?
—Claro —murmuró Lali, dándose la vuelta para broncearse la espalda. Oyó cómo
Peter detenía el motor.
—Me cae bien —terció Alegra, incorporándose —. Mamá, ¿podemos hacer algo?
—Ya estamos haciendo algo —respondió Lali—. Estamos dando un paseo en barco
—Pero, ¿podemos hacer algo en el barco?
Lali no necesitó responder. Había llevado consigo una bolsa llena de cosas para que Alegra se entretuviera; tan solo necesita reunir la energía suficiente para darse la vuelta y sacarlas.
—¿Quieres ayudarme a pescar? —le propuso Peter. Tras soltar el anda, había saltado desde el pequeño puente de mando hasta la cubierta del barco. Lali se alegró de llevar las gafas de sol. No pudo resistirse a observarlo. Tenía un aspecto espléndido. Hombros anchos, musculoso, esbelto, bronceado.
Lali trabajaba como modelo a tiempo parcial, y estaba acostumbrada a ver a algunos de los mejores modelos masculinos que existían.
El cuerpo de Peter era aún mejor. Auténtico. Maduro.
«Basta ya, Lali», se previno a sí misma. Sin embargo, lo imaginó completamente desnudo y se sonrojó. Alegra, toda inocencia, sí podía mirar a Peter con un simple deleite infantil.
—¿Puedo ayudarte a pescar? ¿En serio?
—En serio. Si quieres, por Supuesto.
—¡Claro que sí! —exclamó la niña entusiasmada, con los ojitos iluminados.
¿Puedo, mami?
—Quizá tu mami también quiera pescar con nosotros —sugirió Peter.
— Su mami va a nadar un rato. Pescad vosotros —dijo Lali. —¿,Cande? —dijo Peter invitadoramente Cande se desperezó y bostezó.
—Quizá. Dentro de un rato.
Peter llevó a Alegra a la popa. Lali podía oír vagamente el Sonido profundo de su voz y la feliz risa de su hijita.
—Cinco años. Es una edad estupenda —murmuró.
—Mmm, sí. A esa edad las mujeres aún no piensan en los hombres —contestó
Cande sardónicamente
Sorprendida, Lali se incorporó y miró a su hermana. Luego Sonrió.
-¿Y a ti qué te pasa?
Cande se encogió de hombros.
—Nada nuevo.
—¿Te estás viendo con alguien?
— Sí. Es posible.
— ¡ Cuéntamelo!
—Mmm... dame un poco de tiempo, ¿de acuerdo? Quiero asegurarme de que no es simplemente...
—¿Un rollo de una noche?
—Bueno, digamos más bien un «rollo de tres días».
— ¿Te estás acostando con él?
— ¡Lali!
—Es una pregunta justa.
—No es asunto tuyo.
— Si no puedes decírselo a tu hermana quién entonces?
—Es algo privado.
—¿Te has acostado con él o no?
—Esta bien. Sí, una vez. Solo una vez.
— ¡Vaya! De modo que la cosa va en serio.
—Pero he de ir con cuidado. Tengo mis... motivos. ¡Pero, Dios, es tan encantador!
—¿Quién es?
— ¡No pienso decírtelo todavía! Y ni se te ocurra decírselo a nadie. ¿Lo prometes?
Por favor, no quiero que se sepa que hay un hombre en mi vida.
— ¡Está bien, está bien! Pero ahora la curiosidad me comerá viva.
— ¡Te comerá viva! ¡Eso sí que daría pie a una autopsia interesante! — bromeó Cande.
-Puaj.
—Es una ciencia fascinante —dijo Cande seriamente—. Se puede averiguar mucho de los muertos cuando ya no son capaces de hablar por si mismos.
— Tienes razón, lo reconozco — Lali se levantó de un salto—. Pero mira a tu alrededor. El sol, el mar.., hace un día espléndido. Dejemos a los muertos tranquilos un rato, ¿quieres? Voy a darme un chapuzón. ¿Vienes?
—Sí —asintió Lali—. Dentro de un momento.
Lali se lanzó al agua y recorrió nadando unos cuantos metros. El agua tenía una temperatura perfecta. Se giró hacia el barco, dispuesta a llamar a Cande. Pero su hermana se había retirado a la popa. Lali oyó su risa, la voz profunda de Peter, la risita deleitada de Alegra.
—¿Cómo va eso, chicos? —les preguntó en voz alta, manteniendo las distancias. Los hilos de las cañas de pescar se movían a merced de las corrientes, y Lali no deseaba engancharse en uno de los anzuelos.
—¡Mami! —gritó Lali entusiasmada, corriendo a lo largo de la barandilla para mirar a su madre—. ¡Acabo de pescar un bagro rojo!
— «Pargo» — corrigió Lali automáticamente—. ¡ Fantástico!
Peter se unió a Alegra, su bronceado pecho brillante y perlado de sudor, sus ojos ocultos tras las gafas.
—Estaba pensando, Lali, que quizá deberías volver al barco. Cande dice que la semana pasada un tiburón atacó a un bañista en estas aguas.
Ella frunció el ceño, mirándolo.
—Peter, sabes muy bien que los ataques de tiburones son muy poco frecuentes. Ese bañista estaba practicando la pesca submarina y llevaba sujetos al traje de baño los peces que había pescado. Por si no te has dado cuenta, yo no llevo encima ningún pez muerto.

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Creo q un poquito Largo (Jaja)... 10 Votos y sigo!

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