Lali no tuvo nada que decir en el viaje de regreso. Cuando llegaron a casa de su padre, se llevó arriba a Alegra para ducharla. A continuación, la pequeña aceptó meterse en la cama para dormir una siesta.
Lali fue al despacho de su padre y encontró la puerta cerrada, lo que significaba que estaba ocupado y no quería que se le molestase bajo ningún pretexto.
Lali se asomó al patio y vio a Peter tumbado en una de las hamacas de la piscina, boca abajo. Tenía el bañador húmedo, de modo que acababa de darse un baño. Lali salió y se sentó en la hamaca contigua.
Él se dio la vuelta inmediatamente.
—¿Se encuentra bien Alegra?
—Por supuesto.
—¿Tiene idea de lo que encontramos allí?
— Le dije que probablemente se había producido algún accidente.
Peter agaché la vista, asintiendo.
— Un accidente. Sí, claro.
—¿A qué has venido, Peter? En este último año, se han producido muchos asesinatos extraños en Miami. Primero fue ese hombre que acechaba a las prostitutas de Eighth Street, luego ese otro que asesinaba a vagabundos sin hogar y les prendía fuego. Y...
—Y la policía resolvió esos casos —dijo Peter.
—Sí, y no he oído nada sobre otro sospechoso de asesinatos en serie en las noticias.
Él se encogió de hombros.
— Porque nadie sabe aún lo que está ocurriendo, salvo que hay ciertas pruebas que apuntan a la existencia de un asesino en serie.
—¿Qué pruebas?
—Lali, es mejor que no sepas...
— ¡Peter! — exclamó ella, y luego titubeó, sin sentírse aún dispuesta a hablarle de su último sueño—. Quiero saber lo que está pasando. Vivo sola con mi hija de cinco años. Y deseo que mi hija esté tan a salvo como sea posible.
—Ese hombre no va tras los niños.
—¿Estás seguro de que es un hombre?
—Sí —respondió Peter sonriendo—. Soy criminólogo. Me dedico a eso. Y sé que es un hombre.
Lali también sonrió, muy a su pesar, y meneó la cabeza.
— Creí que no empezarías la investigación hasta el lunes.
—Revisé toda la información disponible antes de venir. Y creo que tengo una buena idea de lo que estamos buscando —Peter titubeé, mirándola a través de los cristales ahumados de las gafas, y luego se encogió de hombros—. Primer mes, alrededor del día quince. Se denuncia la desaparición de una mujer joven. Una mujer joven y atractiva llamada Debra Miller. Había hablado con sus compañeras de trabajo de una cita con alguien muy especial, aunque no dio ningún nombre. Se va su a casa. Sale. Nadie sabe a dónde. Los vecinos recuerdan haberla visto subiéndose en un coche.
-¿Y... su cadáver se encontró tiempo después?
Peter asintió.
—En los Everglades. En avanzado estado de descomposición.
—Dios mío, lo recuerdo. Salió en los periódicos.