La única forma de no verme como una loca, era fingir que no lo era. Simular que por las mañanas estudiaba y en las tardes cuidaba de mamá, cuando en realidad me dedicaba a confirmar mi teoría, esa en la que había alguien detrás de mí cuidándome todo el tiempo.
Caí rendida sobre el sofá de la sala después de un frío y cansado día.
Pensaba saber lo que estaba sucediendo, por qué mi vida iba tan bien y parecía que un ángel guardián cuidaba de mí. Ahora entendía por qué mi "paranoia" estaba latente, y es que al prestar atención, pude encontrar un patrón: cinco hombres rodeándome. Siempre eran cinco, aunque no los mismos.
Papá contrató a personas que me cuidaran.
¡Era obvio!
Él no quería que yo viniera a Barrow. Él sólo enlistaba todas aquellas terribles cosas que podrían sucederle a una chica de 18 años, sola en un pequeño pueblo, frío y desolado, lleno de vándalos y peligrosas tormentas de nieve.
Caso cerrado.
O eso necesitaba creer, porque de lo contrario, esos hombres eran una gigantesca preocupación.
Llamé a mi padre tanto como pude, pero no respondió.
***
Las noches de noviembre eran estúpidamente frías. Me encontraba en la estancia, tomando un delicioso chocolate caliente mientras veía una divertida comedia en la televisión.
─Sky, cariño, ¿podrías ayudarme a sacar estas bolsas de basura?─cuestionó mamá.
Solté un corto suspiro y asentí, colocando mi gran taza de chocolate por un lado. Tomé las bolsas, me cubrí con el grueso abrigo del perchero y salí de casa. Planté las bolsas en el contenedor mientras tarareaba "Total Eclipse of the Heart" y, al girarme para ir de regreso a casa, sentí cómo la presencia de alguien extraño acechaba cerca.
Mi cuerpo se tensó instantáneamente y recorrí con la mirada todo a mi alrededor. La iluminación era escasa, y la noche muy oscura, por tanto, respiré profundamente e inicié el camino de vuelta a paso veloz, entre la nieve que había quedado de la última tormenta. A mitad del trayecto, escuché cómo algo cayó cerca del árbol en nuestro patio trasero.
Mierda.
─¿Quién está ahí? ─cuestioné, fingiendo gran valor mientras giraba fuertemente sobre mi propio eje, en dirección hacia el inmenso árbol donde la oscuridad reinaba.
No recibí respuesta alguna, y tragar mi amarga saliva con bastante inquietud fue la única opción.
─Sé que hay alguien ahí, y si no sale, ¡llamaré a la policía! ─amenacé torpemente, y con justa razón, no hubo resultados.
Apreté mi mandíbula, no por coraje; era temor. Caminé cautelosamente hacia el interior de mi casa, pero un nuevo ruido me obligó a echar un vistazo cuando estuve a punto de entrar. Esta vez, logré ver la silueta de alguien saliendo de entre las sombras.
─¿Qui... quién eres? ─tartamudeé─. Puedo verte ─advertí temblorosa, que gracias al frío, podía disimular.
─Esa es la intención ─escuché aquella voz, única y excepcional.
El lobo de la fiesta.
Me mantuve en mi lugar y un escalofrío recorrió mi cuerpo de punta a punta.
─¿Qué es lo que quieres? ─cuestioné, pero él no respondió palabra alguna. Fruncí el ceño y de alguna parte tomé valor─. Te pregunté, ¿qué es lo que quieres? ─repetí con molestia.
Una pequeña burla se escuchó, haciendo que me acercara hacia aquella silueta mientras echaba fuego.
─¡Respóndeme! ─gruñí.
─No te recordaba tan agresiva ─soltó él con un ligero toque de burla.
¿Recordarme?
─En la fiesta me ayudaste y te lo agradezco, pero, ¿quién rayos te crees para estar siguiéndome? ─espeté.
Él dio un paso hacia el frente, quedando a escasos centímetros de mí. Ahora, todo él se encontraba iluminado por el débil foco amarillo del alumbrado público. Mi mandíbula casi cae al suelo en cuanto logré distinguir su rostro; era un hombre endemoniadamente atractivo, de perfil griego. Su lacio cabello negro caía sobre la mitad de su rostro, pero no escondía sus ojos color azul celeste que me observaban con seriedad.
Ya no mostraba furia, me dominaban los nervios y el asombro.
─Llegué a la conclusión de que era hora de presentarme correctamente, pero no estaba seguro de cómo hacerlo; así que, perdona el dramatismo del momento.
─¿Sólo el del momento? ─cuestioné, una vez que regresé a la realidad─. ¿Acaso crees que no me he dado cuenta de que has estado ahí desde hace días?
Sus rosados labios se alzaron; estaba sonriendo.
─Esperaba que no, pero sabía que lo harías. Eres muy inteligente.
─¿Qué rayos sucede contigo? ─reclamé─ ¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo conmigo? ─cuestioné ahora con un poco de miedo, pero la curiosidad predominaba.
─Te dije que serías mía ─soltó, mostrando gran seriedad en la mirada.
─¿Qué? ─dejé ir completamente perdida, sin comprender el significado de sus palabras.
─Ahora que regresaste... eres mía —insistió.
─¿Tú me enviaste esas flores? ─cuestioné mientras mi corazón comenzaba a latir a gran velocidad─. Pero, eso quiere decir que tú... ─Sacudí mi cabeza y le miré después─. ¿Cómo me conoces?
─Me ofende que no me recuerdes, Sky ─dijo él, intentando sonreír pero fallando en el intento.
─¿Nos conocemos? ─insistí, totalmente desorientada.
─Y te lo repito: Juré que serías mía.
Mi mente comenzó a recordar a todas las personas con las que conviví durante mi estancia en Barrow, pero no lo recordaba a él. ¿Quién era? ... Seguí buceando entre todos los recuerdos, hasta que mis ojos se abrieron grotescamente. Por fin, una escena desencadenó todo: el chico que atendía la tienda de antigüedades.
─¿Jos? ─solté, estrellando mi mirada contra la suya.
Demonios, ¿cómo había cambiado tanto? Cierto es que lo dejé de ver mucho antes de salir de Barrow, pero... Increíble. No tenía palabras para describir lo que me estaba sucediendo. El chico nerd que conocía la historia de cada uno de los objetos en la tienda del viejo Sanders. Ese mismo de lentes y chamarra negra holgada que me intimidaba en ocasiones porque no paraba de mencionar lo interesante y bonita que yo le parecía.
─Me alegra hablar contigo de nuevo, vida mía.
Dijo él y desapareció, dejándome boquiabierta en la entrada de mi casa, sin poder articular palabra alguna.
El misterio estaba resuelto, pero aún necesitaba saber mucho más.
CONTINUARÁ.
Hola :).
Sé que es un poco corto, pero espero que les guste.GRACIAS POR TODO, Las quiero mucho🥰.
Nos leemos pronto.
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Eres Mía
Teen FictionLa vida que Sky tenía no está más, pues aquel que la había reclamado como suya desde que la conoció, no había quitado el dedo del renglón.