Subía las largas y agotadoras escaleras de la cabaña. El nuevo sol se asomaba, lo que significaba que un nuevo día estaba comenzando y, por supuesto, que el desayuno de Jos no se serviría por sí solo. Abrí con dificultad la puerta de su habitación debido a que la charola significaba un tremendo estorbo para mis manos.
─Buenos dí... ─No pude terminar la oración, mi mandíbula casi cae al suelo─. ¿Pero quién demonios te crees?¿Superman? ─Dejé la charola inmediatamente sobre su mesa de descanso y corrí hacia él para obligarle a recostarse nuevamente─. ¡Acuéstate, ahora mismo!
─Estoy bien, Sky ─soltó con fastidio.
─No, no lo estás.
─Sí, sí lo estoy ─aclaró una vez sentado sobre su cama, mirándome con gran seriedad─. Entiendo que te preocupes por mí y agradezco todos los cuidados que me has dado. Eres la mejor enfermera que he podido tener, jamás me cansaré de decirlo. Pero ni siquiera me has dejado ir solo al baño.
─Intento cuidar bien de ti.
─Hagamos esto... ─intentó proponer.
─No.
─Ni siquiera he dicho nada ─gruñó con el ceño fruncido.
─Pero sé que eres un demente, y no estaré de acuerdo con tu propuesta. ─Terminé, coloqué el desayuno frente a él y salí de la habitación al mismo tiempo que Alonso entraba para notificarle las novedades que sucedían en su ausencia.
Lo único que mi cabeza reproducía, una y otra vez, era la palabra: Testarudo.
Se creía fuerte porque lo era, entiendo. Pero el reposo era necesario para su mejoría.
¿Una, dos semanas? No sé con exactitud cuántas fueron, pero lo que jamás olvidaré, es el constante quejido chillante de Jos, pidiendo a ruegos que lo dejara hacer infinidad de cosas. Comenzamos por levantarse de su cama, una vez obtenido, rogaba poder hacer su desayuno, cuando por fin cocinábamos juntos, un nuevo capricho se asomaba...hasta salir a caminar a los alrededores de la cabaña.
─¿Y Jos? ─cuestionó Alonso, entrando en estado de confusión inmediatamente al poner un pie dentro la habitación y no verle.
─Fue a buscar... no sé qué cosas ─respondí desinteresada.
Logré escuchar una débil risa burlona proveniente del pelirrojo.
─¿Cuántos disgustos se necesitan para que un Jos y una Sky se enamoren?
Aún no daba ese paso.
Aún no aceptaba que Jos podía gustarme de esa forma.
Aún no permitía que nada sucediera entre nosotros.Aún no.
***
Era la primera vez que el acosador salía en semanas, y por ende, era la primera vez en semanas que comía sin compañía. Solté un cansado suspiro y comencé a jugar con los cubiertos de la mesa.
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Eres Mía
Teen FictionLa vida que Sky tenía no está más, pues aquel que la había reclamado como suya desde que la conoció, no había quitado el dedo del renglón.