La desesperación que invadía mi cuerpo era algo que jamás había experimentado. Mis manos temblaban y mi estómago tenía aquella desagradable sensación nauseabunda. Necesitaba salir de ahí, necesitaba ir con mi madre y, necesitaba protegerla aún más.
Tomé una de las gruesas chamarras en mi cajonera y bajé. Busqué a Alonso exasperada, pues él era el único que podría ayudarme. Sin embargo, ¡nada! Era como si la madre tierra se lo hubiese tragado justo en el peor momento de todos.
Solté un quejido al borde de la desesperación, recostándome fuertemente sobre la pared del pasillo. Ya estaba rendida ante el encuentro fallido con Alonso.
─¿Sucede algo?
Mi corazón dio un brinco, tanto de felicidad como de susto, al escuchar cómo ese mismo pelirrojo estaba a mi lado, cuando me había vencido.
─¡Gracias al cielo! ─exclamé con alivio y lo abracé con fuerza─. Necesito tu ayuda, por favor.
Después de intercambiar algunas miradas, nos dirigimos al comedor. Ambos tomamos asiento mientras el silencio se hacía presente.
─¿Y bien? ─dijo él por fin.
Aún me encontraba dudosa sobre cómo abordarlo para que no dijera que no. Lo pensé un par de minutos más mientras le miraba acongojada, hasta que las palabras simplemente salieron de mi boca:
─Necesito ir con mi madre, y tú eres el único que puede ayudarme.
Una de sus cejas se levantó.
─¿Qué estás diciendo?
─Está en peligro, Alonso. No puedo dejarla a su suerte mientras yo estoy aquí resguardada. Sólo quiero ir por ella, no lo sé... traerla ─Aspiré aire fuertemente, evitando que mi voz se cortara; las lágrimas ya amenazaban con salir y sólo podía interrumpirlas al mirar a lo alto─. Quiero protegerla y no podré hacerlo encerrada.
─¿Y qué sugieres?
─Que me ayudes a salir de aquí ─solté afligida.
─¿Estás consciente de lo que me estás pidiendo? ─cuestionó, centrando su mirada sobre la mía.
─Sólo necesito que me ayudes. ¿Sabes lo terrorífico que es estar aquí, sin hacer nada, cuando unos monstruos pueden dañar a tu madre? ¡Es mi mamá! ─exclamé tan solo con deseos de ser comprendida
La mirada de Alonso demostró que mi comentario le llegó hasta los huesos.
─Sky, yo no estoy seguro de que...
─Por favor ─susurré, acompañada de un color rojizo en mis ojos.
─Pienso que lo puedes hablar con...
─Por favor ─insistí.
Él se tomó su tiempo para responder.
─Jos me matará por esto ─dijo por fin en voz baja, lamentándose.
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Eres Mía
Teen FictionLa vida que Sky tenía no está más, pues aquel que la había reclamado como suya desde que la conoció, no había quitado el dedo del renglón.