Alonso tomó mi brazo y me obligó a subir a una de las camionetas, en la cual poco después, se agregaron un par de hombres.
─¿Jos se quedará? ─cuestionó uno de ellos, Alonso tan sólo asintió con disimulo─. No debe hacer eso, éramos 37 y sólo quedamos 10. Lo asesinarán ahí dentro...
─¿Podrías cerrar la boca? ─solté repleta de coraje y desespero.
El camino se mantuvo silencioso después de aquello, nadie articuló palabra alguna.
Una hora más tarde, hubo una parada, donde todos bajaron, excepto Alonso y yo. Nosotros continuamos.
─¿A dónde me llevas? ─cuestioné, abrazándome a mí misma sobre el asiento delantero.
─Tú y yo tenemos un destino diferente, más seguro
─¿A qué te refieres?
─Tu cabeza es uno de los trofeos que Devon más añora, y no le podemos dar el gusto. ¿Estás de acuerdo conmigo?
─Totalmente ─respondí sin más─. ¿Jos nos alcanzará ahí?
Un silencio terrorífico abundó la camioneta, tan sólo escuché cómo Alonso tragaba saliva.
─Eso no lo sé.
─¿Por qué? ─pregunté a la defensiva.
─No conozco cuál es el plan de Jos, lo único que me hizo saber, fue a dónde llevarte.
Nuestro destino quedó frente a nosotros tres horas más tarde. La noche era fría y solitaria. Un viejo motel a la orilla de la carretera nos aguardó.
─¿Este es el lugar al que Jos te dijo que me trajeras? ─cuestioné con desapruebo en cuanto bajé del auto, observando el panorama.
─Discúlpeme, princesa ─respondió burlesco.
Tomó una mochila del maletero y entramos a la habitación designada: 333.
─¿Cuál es la tuya? ─pregunté una vez que la puerta se había cerrado.
─¿La mía?
─Sí, tu habitación ─aclaré, y una pequeña risa se asomó en el rostro de Alonso─ Oh, no, ¡no!
─Sky, debemos estar juntos ─dijo él y dejó la mochila sobre la cama─. Aquí hay ropa tuya. Puedes cambiarte, yo iré a deshacerme del auto. No tardo.
Me fue imposible decir algo, él desapareció al instante.
─¿Deshacerte del auto? ─pregunté para mí misma.
Tomé una ducha para quitarme todo lo que aquella masacre había resultado. Y al salir con mi pijama puesta, pude ver a Alonso recostado cómodamente sobre el sofá de la habitación, buceando entre los canales del televisor.
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Eres Mía
Teen FictionLa vida que Sky tenía no está más, pues aquel que la había reclamado como suya desde que la conoció, no había quitado el dedo del renglón.