13. Invitación.

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─¿Estás segura? Él ya te dejó de molestar

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─¿Estás segura? Él ya te dejó de molestar. ¿Por qué no vas y se lo dices tú misma? ─soltó Fel, cuando le pedí que enviara una última carta para Kaleb.

─Lo sé, es sólo que adoro la idea de las cartas. Es un poco significativa, ¿entiendes?

─Eres patética ─dijo entre risas y tomó la carta─. Cuenta con ello. Lo veré en la salida, después de la clase de literatura.

─¿Te he dicho que te amo? ─cuestioné.

─Eso y que soy la mejor amiga en toda la galaxia. No lo olvides, nos vemos mañana ─ advirtió, se despidió y se fue.

Un día después, había llegado por fin el momento de la verdad. Mi carta decía lo agradecida que estaba por su paciencia al soportar la extraña "relación" que habíamos mantenido. Que era momento de hablar con la verdad. Mi plan era sincerarme, decirle todo. Pues nunca habría un mejor camino que la honestidad.

La felicidad en mi rostro lo decía todo, pero esa misma se derrumbó en el instante en que mis ojos lograron distinguir a Kaleb.

La sangre hirvió en mis venas y corrí hasta él sin importarme más nada.

─¿Quién te hizo esto? ─gruñí en secreto, observando con detalle cada parte de su golpeado cuerpo.

Él me observó con seriedad y mordió su labio inferior.

─¿Sabes? Me dijeron algunas cosas sobre ti.

Mis ojos se abrieron a tope, mi corazón se aceleró al instante.

─ No es verdad. No sé qué mierda te dijeron, pero no es verdad.

─Realmente no lo sé, Sky. Lo único que entendí, es que debo alejarme de ti. ─Sonrió amargamente─. Creo que se nota un poco.

─Prometo que lo arreglaré, en verdad lo prometo, Kaleb.

Me alejé del chico, y corrí hasta enfrentar con furia a uno de mis horrendos niñeros, perros, guardaespaldas, o lo que sea que fueses, pidiéndole específicamente hablar con Jos lo antes posible.

─¿Crees que puedes darle ordenes a mis hombres? ─escuché la cruda voz de Jos, justo antes de llegar a casa después de la escuela.

Giré hacia él con decisión y me acerqué para soltar tantos golpes como me fuesen posible, pero él me detuvo como si yo no fuera nada.

─ ¡¿Por qué le hiciste eso?! ─exigí una respuesta mientras el nudo en mi garganta se hacía presente y las lágrimas amenazaban con salir─. Él no tiene la culpa de nada, él solo...

Tomó fuertemente de mi brazo, conduciéndonos entre los árboles a un lugar más privado, y cuando nadie podía vernos o escucharnos, se detuvo.

─Eres mía. No puedes andar enviando ridículas cartas. Por Dios, Sky. ¿En qué época piensas que estás? La edad media terminó hace siglos.

Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora