10. Año Nuevo.

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─¿Te cuento un secreto? ─susurró Jos en mi oído, haciendo que mi piel se erizara y un calofrío me recorriera de pies a cabeza─

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─¿Te cuento un secreto? ─susurró Jos en mi oído, haciendo que mi piel se erizara y un calofrío me recorriera de pies a cabeza─. No tenía idea de que bailaras tan bien las canciones lentas.

No respondí nada, tan sólo me dejé llevar por la música y disfruté del momento.

¿Cómo es que llegué a estar bailando con Jos? 

Todo comenzó con la mañana del patético 31 de diciembre. Último día del año, uvas, doce campanadas, champagne, deseos y propósitos que por supuesto nadie iba a cumplir. Me levanté de la cama con mucho esfuerzo, y después de tomar una ducha, me topé con una desagradable sorpresa.

─¿Qué haces? ─le pregunté a mamá.

─Me tomé la libertad de empacar tus cosas, espero que no te moleste ─dijo ella con alegría.

─¿Disculpa? ─solté, levantando una de mis cejas con mis brazos ya cruzados.

─Jos me dijo que pasarás año nuevo con él y, sinceramente, me pareció una magnífica idea. Empaqué el vestido maravilloso de tu armario. Bastante elegante, por cierto. ¿Dónde lo conseguiste? Parece costoso.

─¡¿Hurgaste en mi armario?!

─No hurgué, cariño. Hice tu maleta.

─No iré, no pasaré año nuevo con él, mucho menos permitiré que tú lo pases sola ─advertí sin más, abriéndome paso.

─Cariño, yo pasaré año nuevo con Maggy, ¿la recuerdas? Solía ser nuestra vecina cuando tenías siete. ─Sonrió con entusiasmo, y eso me hizo desorientar.

Lo único que deseaba en este momento, era que mamá fuese feliz.

─¿Tú quieres ir? ─cuestioné con curiosa.

Ella sonrió y un brillo inusual apareció en sus ojos.

─ Hace años que no la veo, solía ser una gran amiga y... me encantaría verla de nuevo. No vive más aquí, así que... creo que es mi única oportunidad para reencontrarme con ella.

Pegué un amplio suspiro y sonreí.

─Entiendo, espero que te diviertas.

─Yo también lo espero, pequeña. ─Se acercó a mí y me regaló un cálido abrazo que prolongué hasta que me fue imposible─. Y sé que tú también la pasarás en grande.

─Sí, bueno... ya lo veremos ─solté no muy convencida.

Mi madre se fue a medio día y, por mi mente, jamás pasó el hecho de obedecerla; estaba decidida a pasar año nuevo en compañía de Netflix. Probablemente, mi mejor opción.

Eran las cinco en punto, en el capítulo tres de una espectacular serie de zombies, cuando alguien tocó a mi puerta.

Primero, decidí no abrir porque se supondría que sin mi madre en casa, no debería haber nadie. Sin embargo, la insistencia en los toquidos me obligó a levantarme y observar por uno de los ventanales. El sujeto no era conocido, así que quizá podría averiguar qué se le ofrecía con tanta urgencia.

Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora