Algunos lo llaman superar, otros salir adelante; yo lo llamaba fortaleza.
Hoy se cumplía exactamente un año de aquel día que pasó de ser el más esperanzado, al más decepcionante que jamás tuve antes.
Pinewood me pareció una ciudad pequeña, acogedora y segura, motivo por el cual, lo único que decidí cambiar, fue el departamento en el que viviría, y por supuesto, mi celular. Después de darle la oportunidad de meses para saber algo sobre él, me deshice del aparato y no quise volver a recibir algo de aquel lado. Terminé enviándole un mensaje a Alonso donde le pedí que no me volviese a buscar.
Cuando recién llegué a Pinewood, trabajaba de ayudante en una repostería. Me di cuenta de que era excelente en mi pasión, y por eso mismo me encontraba a unas horas de abrir la mía propia.
Ahora tenía amigos, colegas e incluso familia. Pinewood se había convertido en mi nuevo hogar, después de que Jos me arrebatara lo que solía serlo para mí.
─¡Felicidades! ─expresó Elial, uno de mis grandes amigos─. Te mereces esto y mucho más, verás que serás la repostería más famosa de la ciudad.
Sonreí.
─ Gracias, Elial. Lo tomaré como un gran cumplido.
Fue un día cansado, pero jamás me había sentido tan orgullosa de algo que fuera mío. Aunque impresionante, tan sólo la apertura me dejó las ganancias de lo que había invertido para abrir el negocio. Se estaba convirtiendo en el mejor de mis días.
Mientras clientes salían y entraban, mi mirada perdida se encontraba imaginando y deseando que aquellas personas que solían ser lo mejor de mi vida, estuvieran conmigo en ese día tan importante. Mis padres, Felicia, Jetsam, Kaleb, Alonso... incluso aquel que había roto mi corazón.
Los extrañaba, pero era imposible tenerlos conmigo.
El día fue exhausto, bastante pero maravilloso. Elial me llevó de regreso a casa, como solía hacerlo.
─Muchas gracias ─solté en medio de un suspiro─. Vengo muerta.
─Sabes que estoy a tu disposición, reina de los pasteles ─dijo él haciendo una pequeña reverencia─. ¿Nos vemos mañana?
─Si, mañana festejamos ─respondí sonriente.
Él ya se había marchado, pero regresó antes de dar un paso más.
─ Estoy orgulloso de ti, Sky—confesó.
Mis mejillas cobraron color, es decir, yo también lo estaba, pero que alguien más lo dijera, me hacia sentir especial.
─Lograrás grandes cosas, yo lo sé ─continuó.
─Gracias...
Él se acercó a mí, podría jurar que sus labios iban directo hacia los míos, hasta que mi mejilla se interpuso, gracias a un tranquilo movimiento de mi parte.
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Eres Mía
Roman pour AdolescentsLa vida que Sky tenía no está más, pues aquel que la había reclamado como suya desde que la conoció, no había quitado el dedo del renglón.