te necesito pero quiero irme

16 1 0
                                    

Tanto tiempo pasó desde que te fuiste.

Me despediste
con tus ojos tristes
Una lágrima mía
se escapó y tú
la barriste sin
temor.
Te dije te amo
y te besé.
Después te vi
hasta que despegó
el avión,
llevando consigo
a mi primer amor.
Caminaba a casa,
triste y destrozada,
sin que nadie me ayudara.
Sentada en nuestra cama,
rememoraba todas
las cosas buenas y malas.
Tus fotos seguían
intactas en la mesa de luz,
no las quería sacar
porque eso significaba
que te quería olvidar.
Lo que sentía por ti
era intenso,
y no sabía que el corazón
podía guardar tanto
dolor y rencor.
Por eso mismo,
iba todos los días
al lugar en donde
dijiste tu último adiós.
Iba al aeropuerto
para esperar tu regreso.
Horas y horas yo
esperaba y al ver que
no estabas, me volvía
totalmente devastada.
Mis días eran así:
tristes, desolados y
marchitos.
Quería que estuvieras
para darte de mi amor.
Quería que regresarás
para juntar nuestras almas
y que se sanaran.
Quería que nuestros
corazones se junten para
calmar sus dolores.
Todos los días lloraba
y te extrañaba.
Te veía en todas partes
y eso no ayudaba a olvidarte.
Antes de irte,
me prometiste que volvieras
por mi
para hacerme feliz
pero yo como una ilusa
te creí.
No perdía las esperanzas,
a pesar de todo,
yo siempre volvía al lugar
en donde comenzó
mi triste desolación.
Los días seguían
y yo no podía
superar tu partida.
Me había vuelto,
literalmente,
loca y obsesiva.
Ya no comía,
ni creía que la vida
sin ti seguía.
"La loca del aeropuerto"
me habían apodado,
y decían que las cosas
que yo hacia
eran en vano.
No me importaba,
la verdad,
yo cada día te amaba
y te extrañaba más
que me rehusaba
a aceptar
que éste era el final.
Pero no sabía
que en un mes frío,
mi sufrimiento
acabaría contigo.
Ese día no llovía,
ni estaba nublado;
había sol pero
mucho dolor.
Sentada en las puertas
de entrada, vi que
alguien se asomaba.
Tú.
Entraste sin más,
pero yo no me paré:
ese día me no me había arreglado
y quería que me veas bien.
Sin embargo,
no reparaste en mi,
como antes solías hacer.
No me contemplaste
y me dijiste: "te extrañé".
No me miraste
con tus ojos color amor,
y me confirmaste:
"aquí estoy".
Yo en ese momento,
vacío era lo que reinaba
en mi interior.
Pero volver a verte
fue un shock.
Sin tocarme,
electricidad sentía.
Sin besarme,
sentía que mis labios
morían.
Sin abrazarme,
sentí como si mi mundo
se llanaba de vida.
Seguiste caminando
y yo me giré,
para ver con quién te ibas
esta vez.
Una rubia alta y esbelta
te esperaba,
te arrojaste a sus brazos
y le dijiste que la amabas.
En ese momento, sentí
cómo me volvía a morir.
Todo de mí se rompió
y los cristales rotos
se clavaron con fuerza
en mi corazón.
No quería ver más,
así que me fui de ese lugar.
Lloraba sin consuelo
y el desmoronamiento
de mí mundo entero
se hacía menos llevadero.
Llegué a nuestra casa, la que compartíamos juntos
y no fui capaz de quemar
las palabras que
escribía tus cartas.
No fui capaz de romper tus fotos,
nuestras fotos,
aquellas que salíamos tan
felices y contentos,
que me provocaban
un dolor en el pecho.
No fui capaz de matarte
por esta horrible traición
pero fui capaz de matarme
a mi obsesivo amor.

con una tormenta dentro (de mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora