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A lo largo de la noche había visto sucesos desagradables. 

Un sujeto caminaba encorvado y desubicado. Creí que estaba mal herido e iba a ir a ayudarlo pero no lo hice por que justo cuando me levanté de la silla un perro se acercó a él corriendo. 

Lo que paso después solo fue algo grotesco y asqueroso. El sujeto tomó al perro por el hocico, por los alaridos que emitió fue fácil darse cuenta que lo estaba lastimando, y lo mordió en la cabeza, con exactitud en la oreja, cerca del ojo.

Después de eso y varias escenas así me fui a acostar, para olvidar lo visto y pensar que clase de enfermedad o virus te hacía hacer eso...

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En cuanto mi cuerpo tocó el colchón mi mente divago hasta mis recuerdos más preciados, no podía pasar por alto hasta el más mínimo detalle.

Me estaba torturando y me dolía hasta el alma saber que ya nunca volvería a hacer algo parecido.

Era un dolor que, en lugar de apaciguarse, con cada minuto se hacía más intenso. Ya no tenía la necesidad de llorar, solo de recordar...

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Estaba amaneciendo y me di un baño, necesitaba relajarme y despejar mi mente. No podía seguir así...

Después de pensar en todo lo que vi por la noche tomé la decisión de cerrar perfectamente todas las ventanas y la puerta principal. Para que nada ni nadie pudiera entrar...

Solo había dejado una ventana abierta, por la cual vigilaría 24/7 y saldría si fuera necesario.

Había pensado toda la tarde en la nota de Daniel, solo llevaba dos días en completa soledad y no era muy agradable pero no quería verlo, no quería ver a nadie.

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Ya habían pasado cuatro días desde que me había encerrado. Necesitaba salir a buscar comida pero no lo quería hacer, después de ver al sujeto atacar al perro ese tipo de escenas se repitieron. De distintas personas y tenía miedo.

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Me había armado de valor y había salido, no iría muy lejos. Solo iría al pequeño supermercado más cercano. Lo que encontrará sería suficiente.

Cuando aluna persona se acercaba a mi solo corría. No podía hacer nada, estaba segura que estaban muertos y que se comían a los demás seres vivos. El único terminó conocido para eso era zombie y no podía enfrentarme a uno.

Entre al mini-super y revisé de arriba a abajo. No había mucho, solo galletas y agua embotellada. 

Estaba segura que las personas que salieron hace cuatro días en la noche habían venido aquí a comprar.

Las guardé en la pequeña mochila que llevaba al hombro y la campañilla de la puerta chilló. Alguien había entrado.

¿El fin? CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora