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-Así vas bien - Samanta estaba fumando en el asiento a mi lado. Importándole muy poco si chocaba con alguna pared u otro vehículo. -No es difícil conducir y ya no importa si vas muy rápido, despacio o en sentido contrario. Ahora acelera, has manejado así por horas - estaba exagerando. Desde el primer día ella quería que manejara muy aprisa, aun que había aprendido rápido no quería exponerme.

Habíamos conseguido un auto lujoso. De esos que tienen "quema-cocos" y eran grandes por dentro. Todo habría estado bien pero a Samanta se le había ocurrido subir a su mascota en los asientos traseros.

Era difícil concentrarme cuando tenía la tenía exigiéndome manejar rápido, estaba agobiada por lo gruñidos del zombie y el olor a humo que se había encerrado en el vehículo que, ahora, me parecía muy pequeño.

Aceleré y choqué con un grupo de zombies, sus cuerpos amortiguaron el gran golpe y evitaron que diera con la pared. El zombie se cayó del asiento y había comenzado a moverse bruscamente, sacándome de quicio poco a poco.

-Esto podía pasar - Samanta abrió el quema-cocos y salió por ahí. Iba a abrir la puerta pero un zombie se pego sobre ella. No me veía por que intentaba alcanzar a Samanta sobre el auto, al igual que todos al rededor.

Hice lo mismo que ella y salí por arriba.

Estábamos rodeadas por, más o menos, diez o doce zombies. Sin contar los que estaban entre el auto y la pared.

El vehículo era alto, por lo tanto no nos podían alcanzar tan fácil y no podían coordinarse para subir por nosotras.

-Ten - me extendió un cuchillo pesado, nunca había visto uno y no sabía como se llamaban.

-¿Qué es esto?- metí mis dedos en las aberturas que tenía y que, creía, era para los dedos.

-Es un cuchillo de combate. Son de supervivencia, para cazar...- sacó otro. -Son más prácticos. Hay que bajar - Brincó al portaequipaje y de ahí al suelo. Con tanta precisión y era increíble verla luchar sin miedo, parecía hacerlo fácil.

Bajé, puse mi mano en el cuello del primero que se me acercó y enterré el cuchillo en su cabeza...

Estaba contra el auto, intentando alejar a los dos zombies que intentaban morderme. Eran muy pesados; al atravesar la cabeza del primero no pude sacar el arma con facilidad.

Con todas las fuerzas que logré juntar, empujé ambos cuerpos, el arma se deslizo fácilmente del primero y ya en el piso maté al último zombie.

-Estuvo bien - Samanta puso su mano en mi hombro. Ella había estado observando de lejos, como probándome, hasta cierto punto lo agradecía por que en algún momento me vería en situaciones así y tenía que poder sola. -Quédate con eso -

Fue al asiento del copiloto, sacó una pequeña mochila, se la puso y acercó.

-Ve esto - tomó el arma por la cuchilla y cuando menos lo esperé lo lanzó hacía los zombies entre el auto y la pared. -Deberías aprender a hacer eso - se acercó por el y regreso. Me quitó el que traía en la mano, lo limpió con un pedazo de tela y me lo volvió a dar -Lo tomas así y lo lanzas con fuerza - explicó con el suyo y lo volvió a lanzar. Emitió un quejido de felicidad y orgullo.

Cuando lo intente mi cuchillo no hizo mucho, solo chocó con la cara de uno y cayó.

-Te falta más fuerza, Elizabeth - Ella estaba muy orgullosa de lo que podía hacer, cada vez que le daba a uno festejaba como si fuera la primera vez que lo hacía.

Volví a hacerlo una vez más, intentando ser precisa y ejerciendo la fuerza necesaria para poder dar al "blanco". Era el último, Samanta había acabado con los otros tres fácilmente.

¿El fin? CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora