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Días después...

-Elizabeth - Damian entró a la sala y se sentó a mi lado. -¿Qué haces?-

-Nada ¿Qué pasa?-

-Mi hermana y yo hablamos con nuestros padres... les pedimos permiso para salir - ya entendía para donde iba esto -¿Nos puedes llevar?-

-Si puedo... pero Diego me lo prohibió -

-¿Eso hizo?- preguntó con sorpresa y asentí

-Si y no quiero pelear con él -

-Ya le dijimos - existía la posibilidad de que me estuviese mintiendo.

-¿Por qué yo?- pregunté fingiendo sufrimiento.

-Por que eres como de la familia...- abrí un poco los ojos, no esperaba oír eso. -mis padres confían en ti, nosotros también, Armando, Diego...-

-Lo dudo - susurré -pero esta bien, los llevaré - le dije.

Alguien entro y ambos veíamos hacía el recibidor.

Diego entró a la sala, se acostó en el sofá grande y cerró los ojos.

Damian y yo intercambiamos una mirada y seguí leyendo.

Comenzaron a golpear en la puerta.

Damian jugaba con un cubo de rubik y Diego no se inmutaba.... Volvieron a golpear y al ver que ninguno de los dos se movía siquiera, me puse de pie y fui hacía la puerta.

La abrí

-Si - Mariela estaba frente a mi con la cara roja y húmeda, los ojos y nariz por igual "¡Cielos! Esta espantosa" -Si...- repetí. Resoplo, me empujo y entró -Si, entra - le dije y cerré la puerta.

Entro a la sala y fue directo a donde Diego. La seguí con la curiosidad creciendo en mi.

Me senté en el mismo sitio y puse la mirada en el libro, esperando a que los gritos comenzaran, el rostro de Mariela advertía que algo pasaría.

-No puedes hacer eso...- le reclamo después de varios berrinches y gimoteos. Rodeé los ojos al escuchar los gestos infantiles.
Me animé a dirigir la mirada hacía ellos.

-¿Qué haces aquí Mariela?- preguntó Diego con cansancio. Regrese la vista al libro y lo estuche moverse en sofá.

Sentía una mirada sobre mi y después un carraspeo. Levante la mirada y vi hacía donde Diego, me veía y Mariela lo veía a él.

-Ven Damian - entendí y me puse de pie, tomé la mano del niño y salimos de la sala.

Caminamos por el recibidor hasta la puerta, sentía un poco de molestia y curiosidad de querer saber de que hablarían. Salimos de la casa.

Divise a Valeria, estaba en la rampa, caminé hasta ahí con Damian.

-Sube - le dije, subió y lo seguí.

-Hola - saludó y me senté en la silla vacía -¿Cómo están?- preguntó Valeria. No habíamos hablado muy bien desde el día que Carmen le había reclamado.

-Bien - contestó Damian y como si fuera niño pequeño se sentó en mis piernas.

-¿Cómo va todo?¿Estas bien?- me preguntó y fruncí el entrecejo, eran preguntas muy específicas y a la vez confusas...

-Bien ¿Por qué?- se veía indecisa.

-Pues andan diciendo cosas por ahí - comencé a sentir mucha frustración. No era posible que, aún con el mundo en el mismísimo infierno, la gente con la que convivía día a día estuviese diciendo mierda de mi.

¿El fin? CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora